21 de junio de 2011

Austria - Viena - Hoher Markt - Wipplingerstrasse - Judenplatz - Am Hof - Schullhofplatz - Kurrentgasse - Maria am Gestade - Tiefer Graben

Tic tac tic tac tic tac...

Una vez visitada la catedral lo siguiente es hacer una visita con horario exacto, para no perdernos (o perderme mejor dicho), le enseño a mi marido el mapa: aquí estamos, aquí tenemos que llegar, con lo que lo hacemos rápidamente (es mi GPS particular). La gente ya ha comenzado a llegar y a tomar posiciones, y nosotros hacemos lo mismo aunque al final…

Nuestra cita es con Ankeruhr o reloj del ancla, construido en 1911 y donado por la compañía de seguros Anker a la ciudad. Cada hora sale una figura de un personaje vienés, comenzando por Marco Aurelio y terminando con Maria Teresa con su consorte y Haydn. A las 12, que es  a la hora que estamos allí, salen todas las figuras al son de una música. Sobre la pared en el lado izquierdo unos paneles explican datos del reloj y el quién es quién de las figuras.


El resultado nos parece nefasto, tremendo chasco, pero no sólo para nosotros, sino para el público en general concentrado allí. Algunos incluso se fueron antes de tiempo, pero nosotros aguantamos entre risas el momento. Y es que el recuerdo del reloj de Praga y su belleza no es comparable (las comparaciones no son justas, pero es que en algunos casos es imposible no hacerlas). 

Lo que destaca en el reloj es la figura representativa del paso del tiempo (también en Praga lo había, pero más macabra incluso) y la salamandra a los pies del reloj.

También merece la pena observar el interior del arco donde se encuentra el reloj, tanto por la bóveda decorada, como por las figuras de apoyo del arco, e incluso dar la vuelta para ver la trasera del reloj, que es un reloj normal, a cuyos lados hay cuatro angelotes, dos de frente y dos de trasero. 




Estamos en la plaza Hoher Markt, la plaza más antigua de Viena y uno de los centros de la Viena romana, hecho que se atestigua en un museo que hay en el número 3 de la plaza, Römische Ruinen, en el que se exponen casas romanas de los siglos I-III; en este lugar se cree que murió Marco Aurelio. 

En la plaza durante la época medieval se encontraban los mercados de pescado y tejidos, y además tenían lugar las ejecuciones públicas, y esto último sí que da fe de la importancia de la plaza.

En el centro de la plaza se encuentra la Vermählungsbrunnen o Josefsbrunnen, fuente de la boda de San José con la Virgen, mandada erigir por Leopoldo I como promesa si su hijo José regresaba vivo del asedio de Landau. Se le encargó a Fischer von Erlach padre pero la realizó su hijo, en el lugar donde se colocaba el cadalso. 


Desde aquí tomamos la Wipplingerstrasse, donde se encuentra el edificio del Altes Rathaus, Viejo Ayuntamiento, con dos portadas gemelas. El edificio era propiedad de dos hermanos alemanes que conspiraron contra los Habsburgo, y al perder sus propiedades fueron confiscadas, y sucesivamente ampliadas para formar el Ayuntamiento. En el primer piso se halla el Archivo de la Resistencia Austriaca, con documentos de la lucha contra el nazismo, un modo de rendir tributo a la minoría que se opuso a la  anexión de Austria por parte de Hitler. 

 
Tenemos nuestro primer contacto con los secretos de Viena, sus patios internos, hay una puerta abierta en el Ayuntamiento, ninguna de las dos gemelas, que da acceso al supuestamente patio principal, donde se encuentra la fuente de Andrómeda, que se la representa rescatada por Perseo de las fauces de un monstruo marino. Una grata sorpresa.

Desde este patio también se puede ver la torre de la Salvatorkapelle, una capilla de finales del siglo XIII. Parecía que la entrada estaba por el callejón que conducía al patio, pero al asomarnos por la puerta más daba la sensación que se entraba en la sacristía y en algún tipo de asociación social que a la iglesia, y la entrada principal, en Salvatorplatz, estaba cerrada, así que a esta iglesia no entramos, por un ataque de vergüenza turista. 





Frente al Ayuntamiento, en la misma calle Wipplingerstrasse, se encuentra la antigua Cancillería de Bohemia, ya que los Habsburgo también fueron reyes de Bohemia, y gobernaron este territorio desde este palacio construido por Fischer von Erlach (ya dije que el nombre está asociado a la ciudad continuamente). Como el Ayuntamiento también presenta dos portadas gemelas (esto es como los Petit Suisse). Yo me pregunto ¿hace falta un edificio especial para gobernar un territorio?






Callejeamos un poco sin dirección especial, solo por entrar por las calles para descubrirlas y llegamos a la Judenplatz, donde en la época medieval se asentaba el guetto judío. 

En la plaza hay varios detalles a destacar, aparte de todos y cada uno de los edificios que la rodean, incluso la parte posterior de la Cancillería de Bohemia. La preside una estatua de Lessing, un dramaturgo y crítico literario alemán, es una reproducción, realizada por el mismo autor, ya que los alemanes destruyeron la original en 1939, porque Lessing había luchado por los derechos de los judíos, y claro, no había derecho, ¡un alemán a favor de los judíos!. 

Otro de los detalles es la casa del fondo, y no tengo una foto mejor porque me empeñé en que estaba en otro lugar lo que buscaba y claro no lo encontré en su lugar, a la vuelta lo he encontrado, y es que es imposible atender a todos los detalles. A lo que vamos, en la fachada de la casa, Haus zum grossen Jordan, hay un relieve del siglo XVII, Bautismo en el Jordan, con una inscripción debajo, que recuerdan como Jörg Jordan, el propietario del edificio en 1421 hizo quemar en la hoguera a sus inquilinos judíos, en uno de esos infames pogromos antisemitas que se llevaron a cabo en Europa (ciudad que visitamos, ciudad en la que encontramos rastros de esta persecución, expulsión y asesinato). 

 
Hacia el otro lado de la plaza lo que destaca es un cubo de hormigón armado, el monumento conmemorativo del holocausto, un memorial en honor a los más de 65.000 judíos exterminados entre 1938 y 1945. Es una obra de la británica Rachel Whiteread, que representa los lomos de 7.000 libros, con los lomos hacia dentro, de una biblioteca con las puertas cerradas, la biblioteca de los anónimos. En el zócalo los nombres de los campos de concentración por orden alfabético.


Debajo del monumento se encontraron restos de la antigua sinagoga medieval, a los que se puede acceder desde el contiguo Museo Judío, donde se documenta la historia de los judíos en Viena.

La pena es que el monumento está tomado por un grupo de turistas y no se puede sentir el monumento, aunque la sensación inicial que tuve es de frialdad, no como con el monumento en  Albertinaplatz, que es golpe visual y emocional directo. Como es normal, el monumento tuvo su polémica por su modernidad y difícil entendimiento: la disposición de los libros sin ver los títulos puede considerarse como las tantas historias desconocidas de los judíos exterminados, la puerta no tiene pomo, no se puede abrir, con lo que el monumento encierra un vacío, el vacío que dejó el holocausto.

Nos acercamos hasta la cercana plaza Am Hof, que se sitúa en un monte donde se alzaba la plaza central del campamento romano, y donde construyeron su palacio los Babenberg, los que estaban antes que los Habsburgo, de ahí su nombre, Am Hof, junto a la corte (al final el austriaco lo dominaremos). En la plaza se celebraban torneos durante la Edad Media.

La plaza está tomada por una parte por obras, que hacen que no disfrutemos de la plaza, y por otra, por un mercadillo, que siempre alegran pero que en esta ocasión, unido a las obras, dificultan las fotografías.

En el centro de la plaza se alza la Maeiensäule o Columna de María, mandada erigir por Fernando III en acción de gracias por haber superado el asedio de los turcos en la guerra de los Treinta Años. A los pies de la Virgen, cuatro ángeles luchan contra el hambre (dragón), la guerra (león), la idolatría (serpiente) y la peste (basilisco), las cuatro plagas de la humanidad. 

Imposible tomar una foto entera ante el poco espacio y las grúas a su alrededor.


En un lado de la plaza se halla la Kirche Am Hof, iglesia dedicada a los Nueve coros de ángeles, que actualmente utiliza la comunidad croata de la ciudad. Fue levantada por los jesuitas, la primera de esta comunidad en Viena, que llegaron a la ciudad para convertirla al catolicismo. Su fachada presenta una originalidad: está retrasada respecto a la plaza, encerrada entre dos edificios, que pasaron como propiedad a la iglesia, y con un balcón de unión entre ambos. 

 
En el interior se puede ver sobre el altar mayor el retablo María y los nueve coros de ángeles del que recibe el sobrenombre. 

 
Los edificios que rodean la plaza son incontables, una especie de palacio neogótico principesco de cuento, los antiguos cuarteles de los bomberos, con museo incluido, tanto de bomberos como de ruinas romanas. Pero mi bonita visión de la plaza es un edificio inmaculadamente blanco con unas buhardillas que parecen encantadoras y musicales.







Al lado de la iglesia hay una placa, sobre el palacio Collalto, que recuerda que Mozart en 1762 actuó en público por primera vez a los siete años de edad.


De nuevo un intermedio musical, Viena y Mozart se lo merecen, y porqué no, nosotros también.


Dando la vuelta a la iglesia encontramos uno de esos rincones encantadores, que tiene toda la pinta de ir a desaparecer, en Schullhofplatz, entre los arbotantes de la iglesia se instalaron pequeñas tiendas, en las que la imaginación puede dar un salto en el tiempo; por desgracia parece que van cerrando sus postigos de madera. Si esta zona en Navidad está bien iluminada tiene que ser un lugar con mucha magia. 


Muy cerca se encuentran dos museos, el Uhrenmuseum o Museo de los Relojes y el Puppen-und Spielzeugmuseum o Museo de Muñecas y Juguetes. 

Entramos por la bonita calle de Kurrentgasse, con casas barrocas en cuyas plantas bajas hay instalados restaurantes incitadores a la comida.


En esta calle, en el número 10 se encuentra la panadería con nombre de cuentista, que no de cuento, aunque todo ello parece trasladarte a un bonito cuento. Dicen que es una de las mejores panaderías de Viena.









Volviendo sobre nuestros pasos, por Judenplatz y sus calles, todo esto es un pequeño cogollo de calles y callecitas, salimos por Salvatorgass a la coqueta iglesia de Maria am Gestade o Santa María del Barranco o Santa María de la Orilla, uno de los monumentos más antiguos de la ciudad, que estaba localizada al borde de un talud que bajaba hasta el río, de ahí su nombre. La torre servía de punto de referencia para los barcos del Danubio y es una obra maestra de construcción gótica. 

El Danubio causó muchas inundaciones y en 1870 se hizo la primera regulación del río, drenando muchos de sus afluentes y alejándolo de la ciudad. 


La iglesia se construyó en el siglo XII y fue reformada y ampliada en siglos posteriores. En 1809 durante la ocupación francesa fue utilizada como arsenal y caballerizas. 

En la entrada destaca el pórtico, tanto por su arquitectura y su decoración como por las pinturas que hay alrededor.

En el lado derecho hay otra pequeña entrada similar pero sin tanta ornamentación y sin pinturas.










Su interior es estrecho y alargado, como ya se intuye desde el exterior, y destacan las vidrieras detrás del altar mayor, de 51 m de altura.


Hemos llegado a esta iglesia por arriba, así que bajamos las escaleras que se ven en la primera foto de la iglesia, que es cuando aprovechamos para hacerla, para salir a la calle Tiefen Graben, donde se puede distinguir la profundidad del foso de las murallas de la ciudad; Tiefer Graben significa foso profundo. En esta calle se encuentra el puente Hoher Brücke, que está considerado como una pequeña obra maestra de la época, fue construido en 1903, por el aprovechamiento de espacios. En los laterales hay entradas pero no las exploramos. 

  

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