31 de octubre de 2011

Australia - Amanecer en Uluru y Kata Tjuta


Un nuevo amanecer

Tras la noche y su cena del silencio llega el amanecer y como ya viene siendo costumbre no es un acto en soledad sino en completa multitud, hordas de autobuses cargados de turistas toman la zona por todos lados, algunos de ellos cargados de cajas de desayuno ya que no han tenido tiempo de hacerlo en sus hoteles al tener la cita con los tour tan temprano. 


Seguiremos con música de sonido aborigen con mezcla. 


Se trata de ver por un lado como el Uluru amanece, afortunadamente con unas tazas de café o té que nos suministra nuestro conductor de autobús con las que entramos en calor ante el frío de la mañana.  


Y por otro las Kata Tjuta detrás de él, que empiezan nebulosas y poco a poco comienzan a dar la cara o en este caso, la cabeza.


Por detrás de nosotros el amanecer propiamente dicho. Hay varios miradores a diferentes alturas y también hay senderos para acercarse un poco más al Uluru, nosotros paseamos por todo lo posible. 




Dejemos a las piedras hablar sobre su despertar, con una secuencia al revés del atardecer, pasamos del marrón oscuro al rojo. 








Con toda seguridad los lugares estudiados para ver el amanecer y el atardecer sobre las rocas son los mejores, incluso serían los elegidos (con tanta gente dudo que sean los actuales) por los aborígenes, pero habría que intentar buscar otros ángulos para tener una caída o un alzamiento del sol detrás de las rocas, para esto se necesitarían varios días y sobre todo un transporte particular, para hacer aquello que se quiera en cada momento y hasta donde se pueda entrar y estacionar. 

En los mapas de las rutas de Uluru y Kata Tjuta se ven los puntos para contemplar la salida y la puesta de sol.

Merece la pena el madrugón y si es necesario postergar o saltarse el desayuno para disfrutar de este momento lleno de magia y de luz. 

27 de octubre de 2011

Australia - Parque Nacional de Uluru y Kata Tjuta - Cena del Silencio


Silencio musical

La cena que incluye el tour se llama la Cena del Silencio, y se realiza al aire libre en el desierto, bajo el manto estrellado del cielo. De nuevo todo comienza con unas copas de vino espumoso, cervezas o refrescos, lo normal las dos primeras bebidas, con lo que precisamente Silencio no es lo que obtiene ni se puede obtener. 


Hoy en lugar de atardecer en las piedras, el propio atardecer, que sin dudas también merece la pena disfrutar.





Tras las copas y la caída del atardecer pasamos a las mesas, ya dispuestas como si fuera una celebración de boda en el desierto. 


El primer plato es una crema de calabaza.


El segundo es un buffet de carne, más emú, más cocodrilo, más ensaladas…las carnes estaban mejor que en la autobarbacoa del hotel, más sabrosas y mejor hechas que por nosotros, pero no se hizo ni una sola foto, el buffet no era especialmente bonito. 

Como no hay foto de la cena en su lugar una del fuego que no sé si tenía alguna utilidad o sencillamente era un elemento más del decorado o brasas para la barbacoa. 


A mitad de la cena, para algunos ya terminada por completo, un australiano con pinta de vaquero, largo como él solo, la ameniza con un didgeridoo, un instrumento aborigen hecho con un tronco de árbol, normalmente estos troncos han sido vaciados por las termitas y los aborígenes solo los adecentaban, decorándolos con pinturas en ocasiones. Impresionante la música e impresionante el vaquero haciéndolo sonar. 


Aunque sea poco escuchemos algo del sonido que milagrosamente parecía sacar del palo de madera. 




Terminada la cena llega el Silencio, sale un orador astrónomo para enseñarnos el cielo australiano, sus constelaciones y principalmente la Cruz del Sur, con un puntero va señalando y con una voz melodiosa, grave pero suave y bien modulada, va contando el cielo y sus historias, de las que desgraciadamente no pillamos casi nada y eso que le pusimos mucho interés, una pena que no entreguen audioguías en diferentes idiomas para disfrutar más de este momento, que se puede hacer cansino al no entenderlo. Yo me perdí, cuando parecía que quería pillar alguna de las constelaciones ya pasaba a la siguiente, con lo que tenía un batiburrillo de estrellas. 

Tras las explicaciones nos deja acercarnos a un telescopio para ver la Luna y Saturno, del que afortunadamente si soy capaz de verle algún anillo sin mucho esfuerzo ni imaginación. 

Se termina la cena, que personalmente creo que se le puede sacar más partido en general, como cena y como espectáculo, porque el momento y el lugar se lo merecen y nos llevan de vuelta al hotel, hay que descansar que mañana toca un buen madrugón para ver el amanecer en Uluru y Kata Tjuta




Terminemos la cena con música completa de aborígenes. 



24 de octubre de 2011

Australia - Parque Nacional de Uluru y Kata Tjuta - Cultural Centre kutu warara pitjana


Tjukurpa con gotas de Dreamtime

Terminada la visita por Kata Tjuta volvemos al Uluru para conocer el Mutitjulu Waterhole y tras ello visitamos el Cultural Centre-kutu warara pitjana, donde están prohibidas las fotografías y es una pena porque al tener todos los paneles en inglés en ocasiones los leemos de pasada por su extensión y los comprendemos a medias, y si se pudieran tomar fotos una vez en casa se pueden traducir  y entender todo mejor. 

 
Antes de entrar en materia me gustaría comentar un detalle que se me ha pasado, los baños del desierto, los inodoros son normales pero no hay agua que lanzar por ellos, son fosas sépticas en el suelo a gran profundidad, por el agujero se lanza todo y allí se queda en descomposición, son baños ecológicos para no afectar más de lo necesario al medio ambiente, con lo que ruegan que no se deposite nada más que elementos naturales corporales por ellos. 

Tjukurpa es la tradición por la cual los aborígenes se transmiten los conocimientos de forma oral, mediante la que se explica la creación de Uluru y del mundo a través de leyendas, canciones, danzas y ceremonias espirituales, explicando también el porqué de las formas y hendiduras, que fueron causadas por animales, plantas, o seres mitológicos. Tjukurpa es la respuesta a las importantes preguntas (como en cualquier religión o como las preguntas más clásicas de los seres humanos que no tienen respuesta, pero que aquí la encuentran) y el conocimiento de Tjukurpa conlleva la responsabilidad de mantenerlo.  

Tjukurpa habla de las relaciones entre personas, plantas, animales y las características físicas de la tierra. Se refiere al pasado, al presente y al futuro al mismo tiempo; este conocimiento no cambia, se mantiene en el tiempo. 

Según las creencias aborígenes los creadores ancestrales surgieron de las entrañas de la Tierra en forma de serpientes gigantescas que recorrieron el mundo creando los valles, los ríos y las montañas, al igual que otros seres formaban la lluvia y el sol. Los seres adaptaban distintas formas y se comportaban como personas y cuando viajaban dejaban señales para indicar por dónde habían pasado, siendo estos lugares sagrados, dejando también a su paso las leyes de convivencia para las comunidades, la ley para el cuidado de uno mismo y de los demás y para la tierra que los sustenta. Estas señales físicas son el Tjukuritja y sus viajes por toda la Tierra de un lugar a otro el iwara

A pesar de su condición natural estos seres envejecían y al final retornaban al sueño del que habían despertado, pero sus espíritus permanecen en el mundo como fuerzas eternas que dan vida a los recién nacidos e influyen en los fenómenos naturales. 

Los aborígenes creen que cada persona tiene dos almas, una mortal y otra inmortal, unidas ambas en un tótem o sueño, su espíritu ancestral. Cada clan familiar desciende de uno de estos espíritus, que al tiempo que ofrecen protección otorgan castigos. El alma inmortal regresa a los lugares sagrados tras la muerte y el alma mortal se desvanece. 

En el centro cultural exponen la fauna, la flora y algo de sus costumbres pero nunca nada directo de su tiempo de los sueños, del acuerdo actual con el gobierno, de la junta que regula el parque, de la lucha por la supervivencia de su cultura, todo ello a través de pinturas, fotografías y vídeos. Muchas de las fotografías están tapadas, son personas fallecidas y hasta dentro de unos años no podrán volver a verse e incluso mencionar su nombre, ellos están de camino a una vida mejor y no pueden ser perturbados (es lo que yo saco de conclusión pero puede ser nada real). Y ahora comprendo mejor el comienzo de la película Australia, con un anuncio que sorprende y no se entiende si no se conoce algo de la cultura aborigen: 

“Aboriginal and Torres Strait Islanders viewers should exercise caution when watching this film as it may contain images and voices of deceased persons”. (Los espectadores aborígenes de Torres Strait deben ser cautos al ver la película porque puede contener imágenes y voces de personas fallecidas).

También hay un libro con cartas de turistas, desde hace años reciben cartas y piedras, son las piedras de los arrepentidos: se las llevaron en un viaje a Uluru como un souvenir más y al cabo de un tiempo se arrepienten, algunos de forma natural, y otras forzados por las circunstancias, un alto porcentaje, 25%, creen que desde que se llevaron las piedras sufren maldiciones, rachas de mala suerte y enfermedades, ellos o sus familiares, con lo que deciden devolverlas. Según la ley anangu las piedras deben estar en su lugar, y desobedecer la ley de la tierra puede tener sus consecuencias, pero no creen en maldiciones propiamente dichas (más bien en la causa-efecto). 

Ananguku ngura nyangatja, Anangu Tjukurpa tjutatjara
Este es un lugar aborigen con ley anangu
Naganana panya Tjukurpa nyanga plalula tjana-languru kulini
Nosotros escuchamos esta ley de otras que la conocían
Kamilu, tjamulu tjana panya tjukurpa kunpu,
Nuestras abuelas y nuestros abuelos
Kanyiningi ara kumpu kanyiningi,
Que han mantenido la ley y nuestra cultura fuertemente
Munuya Anangu tjuta kunpu nyinangi.
Y que han vivido fuertes y felices
Ka kuwari nyanga nganana tjungu nyinanyi piranpa tjuta munu maru tjuta
Ahora nosotros vivimos juntos, los blancos y los negros
Nganana tjungu waakaripai, piranpa munu maru palu purunypa
Nosotros trabajamos juntos, blancos y negros, por igual
Uwankara Ulurula munu Kata Tjutala tjukaruru ngaranyi.
Todo en Uluru y Kata Tjuta se rige de acuerdo a nuestra ley 

Terminamos esta entrada con música, en referencia a la frase "Nosotros trabajamos juntos, blancos y negros por igual".





23 de octubre de 2011

Australia - Kata Tjuta


Cabezas, muchas cabezas 

Hoy nos toca visitar Kata Tjuta, que en aborigen significa muchas cabezas. Lo primero es admirarlas a lo lejos desde un mirador. 


La visita la haremos por supuesto con acompañamiento musical,  ese sonido aborigen con toques modernos que suena fracamente bien. 


Kata Tjuta es un conjunto de 36 domos de  roca sedimentaria llamada conglomerado, que es una mezcla de grava, guijarros y cantos rodados cementados por arena y barro, que contienen otros minerales, como el basalto y el granito. Se encuentran a unos 32 km al oeste del Uluru. 

El primer europeo en llegar a ellas fue en 1873 Ernest Giles que las describió como “minaretes cilíndricos, gigantescas cúpulas y domos monstruosos”, poniéndoles el nombre de Olgas en honor de la reina Olga de Würtemberg, y que han recuperado su nombre aborigen con la devolución de estas tierras. 


La mayor de estas cabezas es el Mount Olga, de 549 m de altura y 1.066 m sobre el nivel del mar, que es casi 200 m más alta que el Uluru. Los geólogos creen que esta formación era parte de una enorme masa diez veces mayor que el Uluru. Creo que es esta montaña de la foto, pero no lo aseguro por si no la ubico bien y lo que no pretendo es equivocar a nadie, solo contar lo que hemos visto y lo que sabemos o hemos ido conociendo.


En este desierto rojo hay vegetación adaptada al medio y nos sorprende el colorido de algunas plantas. 








Kata Tjuta como Uluru es lugar sagrado para los aborígenes y sólo hay dos rutas habilitadas para los turistas. Nosotros solo haremos la conocida como Walpa Gorge Walk u Olga Gorge Walk. Walpa en aborigen significa viento. 


La ruta tiene 2,6 km y es una garganta que pasa entre dos de las cúpulas, a la izquierda queda el Mount Olga. 


Son las 10.15 h de la mañana más o menos y hace bastante viento haciendo honor a su nombre, walpa, lo que produce frío y no vamos precisamente abrigados pero lo soportamos, con alguna tiritera. 

Las grandes paredes de las rocas nos amparan o nos acechan ante nuestra intrusión en terreno sagrado. 


Se pasa junto a un pequeño riachuelo con una mínima balsa de agua, ambos en la época de lluvias estarán más abundantes. 


El paseo termina al lado de una señal en la que piden que no se vaya más allá de este punto; la parte oriental de las Kata Tjuta está prohibida al turismo e incluso a las mujeres aborígenes, sólo es un lugar accesible para los hombres anangu. 


La otra ruta, que nosotros no haremos, es el Valley of the Winds Walk, un recorrido circular de 7,4 km que cruza por simas, gargantas y farallones, con unas vistas que deben ser increíbles, pero que debido precisamente a ese viento, y hoy lo hace, no siempre está abierta, la cierran para evitar accidentes. Puede ser una caminata que canse por esa lucha contra el viento, que empuja fuerte, pero sin duda debe merecer la pena por todo lo que ofrece. 

Un mapa de las rutas en Kata Tjuta para localizarlas. 


Si conocer Uluru fue increíble, y eso que no lo hemos conocido en su totalidad, la sorpresa de estas cabezas ha resultado maravillosa, y es que algunos se llevan la fama, merecida sin dudas, y otros no tienen tanta publicidad pero eso no signifique que sean menores, y estas Kata Tjuta son grandiosas y bellas. 

19 de octubre de 2011

Australia - Atardecer en Uluru


Sinfonía en clave de Uluru

Música para este momento especial, ya es hora que nos involucremos un poco con la música australiana, sobre todo con las raíces aborígenes que se mezclan con los sonidos conocidos. 


Tras recorrer alguno de los puntos claves del Uluru esta tarde-noche seguimos teniendo una cita con él, nos vamos a ver el atardecer, eso sí, el tour tiene programado un picnic para soportar mejor el tiempo, con sparkling wine y algo de comida, nada especial pero que ayudaba a combatir el hambre (nachos con salsa, queso cortado en tacos y algo más que no recuerdo - no hay foto del ágape-).


Somos los primeros en llegar, pero detrás de nosotros llega una caravana de autobuses llenos de turistas, la magia de la tranquilidad y del momento presente y futuro se rompe. 

A las migas y restos de nuestra comida llegan los pájaros, tipo paloma pero a lo punk, más o menos como en nuestros parques y paseos con mesas al aire libre, donde estas aves parecen campar a sus anchas.


Este es el atardecer sobre Uluru, que quizás a pesar de que el sitio está buscado, el sol lo tenemos a nuestras espaldas y no le vemos caer ni desaparecer sobre él, solo vemos que poco a poco la sombra se apodera de él cambiándole de color, que este es el motivo de hacerlo desde este lugar, contemplar el camaleónico Uluru, del rojizo al marrón. 





Cuando estamos recogiendo nuestro picnic para marcharnos aparece un grupo de aborígenes que se sientan en el suelo, pero no a nuestro lado, lo hacen al lado de la carretera, y sobre el mismo suelo exponen sus cuadros. No se acercan ni a hacerse propaganda ni a vender descaradamente, sencillamente y silenciosamente llegan y allí se quedan. Mi marido y yo somos de los primeros en acercarnos a mirar y en comprar, compramos porque nos gusta y no entramos en el juego del regateo, como harán muchos de los que luego se acercarán, si nos interesa y nos parece justo el precio lo pagamos, sino no lo compramos y punto –el comercio justo también se trata de que ellos establecen un precio y se les respeta-; además no eran nada caros como para ahorrarse los dólares. Ahora falta enmarcarlo para poder colgarlo, entre el viaje del año pasado y este nuestras paredes se están llenando de cultura, de vida, de amor. 


El atardecer del cielo lo vemos desde el coche, yo no sé si estas luces detrás del Uluru en lugar de a nuestras espaldas le harían desvirtuar su cambio de colores, pero sería bueno tener tiempo para situarse en un buen ángulo desde donde disfrutar de ambos: la caída del sol y el Uluru. Sería rojo sobre rojo. 


Volvemos al hotel y para esta noche hemos quedado todos en ir a cenar de barbacoa, en la que tú compras la carne y tú lo haces; hemos quedado en que los hombres del grupo lo hacen todo, comprar y cocinar. Nuestra primera degustación de carne típica del país.


Los pinchos que parecen carne de ternera son de canguro, las salchichas más negras son de carne de emú, los pinchos con carne blanca son de cocodrilo y las salchichas rojas son de ternera. La verdad, y creo que sería por el precio económico, que ninguna estaba buena: el cocodrilo reseco, el canguro duro (sería mayor) y lo mejor con diferencia las salchichas de emú.  


Curioso es que se pidieron tres combos de barbacoa y solo dan tres cubiertos, se solicitaron más pero solo dan uno por combo, parece que lo de compartir no lo llevan muy bien los gestores del restaurante. También hay un buffet de mazorcas de maíz y creo que de ensaladas, pero no lo recuerdo muy bien porque esta noche no tenía mucho hambre (después del picoteo y de las copas en el atardecer me había quedado saciada) y al no estar buena la carne no cené casi nada. 

Cuando finalizábamos la cena llegó un cantante de country para amenizar la velada, pero la gente de la barbacoa pasó olímpicamente de él, los únicos que le aplaudimos y animamos fuimos nosotros, un grupo de españoles locuelos, pero que se marcharon enseguida para desconsuelo del cantante al que no hacían caso. 

Acompañemos ahora con música country del país:


La luna brilla en la noche como un farol aunque las nubes la quieren apagar.


Nuestra guía nos enseña la Cruz del Sur, pero por mucho que yo miraba y todos me señalaban yo no sabía si veía o no la constelación, y ahora hasta dudo con la foto. En el Observatorio de Sydney tenía que haber estado más atenta y tomar notas, pero esto tiene segunda parte.