6 de marzo de 2011

Singapur - Zona colonial - Marina Bay


Peregrinación aeronáutica y terrestre de vuelta (2)

El final de este viaje tiene que enlazar con el principio del mismo. Los planes originales era viajar con la Thai vía Bangkok, pero los camisas rojas por un lado y el volcán islandés por otro, nos hicieron cambiar la idea original, con lo que viajamos con Singapore Airlines con salida y llegada desde Barcelona, más incomódo para nosotros que viajamos desde Madrid, pero lo importante era viajar. 

El tramo Siem Reap - Phnom Penh - Singapore lo hacemos con Silk Air, la compañía filial de Singapore Airlines.

Después de la espera tediosa en el aeropuerto de la capital camboyana embarcamos y por fin volvemos a divisar el esplendoroso verde de la pequeña ciudad-estado de Singapur. 

Por este problema de la logística aeronáutica y los días de vacaciones, tenemos una escala de ¡¡nueve horas!! para tomar el vuelo de Singapur a Barcelona. 

Así que lo primero que hacemos en el aeropuerto  es buscar un mostrador de información para que nos cuenten cómo llegar a la ciudad y sobre todo que hacer con la maleta de mano que llevamos, porque con ella no podemos ir cargados, bueno, podemos pero sería insoportable y nos condicionaría mucho la visita por la ciudad . A la señorita le damos la vara hasta en tres ocasiones que volvemos, porque cada vez que nos íbamos nos surgía una nueva duda, y ella aguantó el tirón con una amplia sonrisa, que supongo se volvería risa de estos pobres turistas despistados cuando le dábamos la espalda.


Uno de los problemas, tontería de problema realmente, que se planteaba era que había consignas en las dos terminales, por la que llegamos y por la que saldremos, con lo que lo normal sería dejarla en la segunda, pero el metro no paraba allí sino en la primera, con lo que si íbamos a dejarla en la segunda, después teníamos que volver y no era lo más práctico.

Casi todo controlado es el momento de cambiar a dólares singapurenses, mejor llevarlos ya puestos que tener que buscar cambio en la ciudad.

Para salir del aeropuerto hay que tener un visado de tránsito, con lo que tenemos que hacer el trámite, con todo ello vamos perdiendo minutos valiosos para hacer turismo. No recuerdo el coste si lo tuvo, creo que no pero no lo aseguro; es más de control de personas que entran para que no se queden de extranjis en el país.

Después de unos cuantos paseos conseguimos llegar a otro puesto de información, donde la daban del autobús gratuito a la ciudad, pero este lógicamente tiene horarios, y acababa de salir uno con lo que la espera hasta el siguiente no compensaba, así que mejor ir al metro. Al sacar el billete te dan una tarjeta dura por la que cobran una fianza, si devuelves la tarjeta después del trayecto te devuelven la fianza. Si mi memoria no me traiciona, que a estas alturas del viaje la tengo bastante apagada, el billete costaba 2$S, dependía del trayecto a realizar y la fianza era de 1$S.

¡Estamos en Singapur! Salimos por la estación de City Hall que es la que menos transbordos lleva y está bien comunicada con toda la parte del centro a  intentar visitar. El primer edificio que vemos es el del Swisôtel, el hotel más alto del mundo cuando se construyó en 1985, desde cuyos restaurantes y cafeterías en la parte superior se tienen que tener impresionantes vistas de la ciudad.



Por supuesto lo primero que llama nuestra atención son las prohibiciones, este país es una prohibición continúa de actos de los más normales, pero que ellos se lo toman muy en serio y hay que tener cuidado. Creo que  esta quería decir no cruzar por ese lugar.















Pasamos por la Catedral de San Andrés pero hoy no es día de visitar nada, o casi nada, es más a hacer una toma de contacto con la ciudad y ver que ofrece a golpe de vista. Es una catedral anglicana que recibió el nombre del patrón de Escocia por los comerciantes escoceses que aportaron fondos para su construcción. Fue levantada en 1862 y sobre su fachada se aplicó una capa de chunam, una mezcla de clara de huevo, conchas, cal, azúcar, cáscara de coco y agua, que luego se pulió para dar el aspecto que vemos.


Lo que primero llama la atención de Singapur es su arquitectura, sus rascacielos, tiene su propio skyline que merece un paseo con tranquilidad para disfrutar de ellos. Entre los rascacielos destaca uno de nueva construcción, es hotel, casino y centro de negocios. Es el Marina Bay Sands, compuesto por tres torres y un “barco” encima de ellas, donde creo que hay una piscina…sencillamente espectacular.


 La cúpula que se ve delante del edificio semitapada por los árboles corresponde al Conjunto de The Esplanade - Theaters on the Bay, cuyo diseño desató un debate y que actualmente es una de las imágenes del Singapur contemporáneo. 

Lo malo de caminar por Singapur es que está completamente vallado por la F1, parece que no deben desmontar las instalaciones durante todo el año por ahorrarse costes pero para el turista es un incordio total porque te hacen dar rodeos para llegar a donde quieres, algunos lugares parecen no tener acceso y para las fotos las vallas no favorecen nada.

Pasamos por los edificios del Ayuntamiento, el de las columnas, construido en 1929, y el de la Corte Suprema, el de la cúpula, que fue el último edificio clásico construido en Singapur. El edificio más alto del fondo es uno de los que componen el  conjunto del UOB Plaza.

 
Llegamos al río Singapur con su contraste de rascacielos y casas bajas, y nada desentona con nada, es un puzle perfectamente encajado. 
 
 
Se cruza por el puente Elgin para entrar por la Boat Quay, la calle de las casas bajas. 

 
Una calle plagada de restaurantes, de marisco principalmente. 


Por supuesto hay tiendas, donde aprovecho y compro dos camisetas con todas las prohibiciones del país, una de regalo y otra para mí, que me hizo mucha gracia la cosa.


Al final de la cual se halla un pub muy british de nombre y de apariencia colonial. 


De enfrente de la Boat Quay vinimos no sin cierta dificultad, ya que tuvimos que dar un rodeo por las vallas de F1 mezclada con algo de desorientación con el mapa. Los edificios clásicos conviven a la perfección con los modernos. 


El "ovni" de la izquierda es el nuevo edificio de la Corte Suprema. El edificio amarillo debajó de la cúpula de la antigua Corte es el Antiguo Parlamento, que data de 1827 y fue reconvertido a Casa de las Artes en el 2004 y el edificio gris debajo del "ovni" es el actual Parlamento, de 1999. Todo ello si estoy bien situada y nada confundida. 

En la plaza del edificio de UOB busco una escultura, la del Homenaje a Newton de Dalí, pero no la encuentro, en su lugar  aparece la del Pájaro de Botero.

 
Más adelante del paseo otras esculturas simpáticas con las que juguetear.




 Dos puentes cruzan el río casi al final, el puente Cavenagh, colgante.


 Y el puente Anderson, construido en 1910 para aligerar el tráfico del anterior. 


Al fondo se encuentra la zona de Marina Bay, con nuevas prohibiciones.

 
Desde donde se ve una gran noria, al estilo de la londinense, y lo que supongo serán gradas del circuito de F1 a la izquierda. 


Buscamos el símbolo de Singapur, el Merlion, mitad pez mitad león, primero encontramos el “hijo”, con el edificio increíble de fondo.

 
Algo más detrás, el papá, es chulo este Merlion.


En el edificio que tanto nos ha llamado la atención la gente disfruta de unas vistas increíbles aunque se tiene que tener algo de vértigo.


En el camino hacia Marina Bay lo buscamos y no lo encontramos y de repente aparece ante nuestros ojos, Sir Stamford Raffles, su estatua marca el lugar donde desembarcó el inglés por primera vez el 29 de enero de 1819 (creo que es esta estatua porque tengo que hay dos, una original y una réplica, y entonces o no es la estatua o no es el lugar).