9 de marzo de 2011

España - Elciego (Álava) - Hotel Marqués de Riscal

Arquitectura de hotel

Como estamos celebrando 20 años de matrimonio, y todavía lo celebramos, nos quedamos a dormir en el Hotel Marqués de Riscal, con sus curvas sinuosas, su diseño original e impactante, sus brillos al sol, su contraste con la villa de Elciego.

El hotel está formado por dos estructuras, la que veis; y por una pasarela hay otra, que es una especie de cubo, donde hay más habitaciones y donde se encuentra la zona de Spa con vinoterapia, manejado por la firma francesa Caudalie, pero a esta zona no pasamos, con lo que no puedo contaros sus parabienes. 




Un detalle sobre los colores de sus planchas, porque yo me había forjado una idea equivocada: el violeta hace mención por supuesto a las uvas tintas, el dorado no lo hace para el vino blanco (amarillo-dorado) como pensaba sino a la malla que rodea a las botellas de Gran Reserva de Marqués de Riscal, y el plateado al color de la cápsula que envuelve el corcho de estas botellas. 


En esta botella se inspiró Frank Gehry:


Al lado de recepción se halla el Wine Bar, donde nos tomamos unas tapas para saciar el hambre. 


Tiene una terraza con unas buenas vistas al pueblo, una referencia en toda esta parte del hotel. 



Su decoración es funcional modernista sin excesos, nada especialmente llamativo o extraño. Estamos rodeados de botellas de vino, ya sean de pie en posición marcial, ya sean tumbadas en posición de descanso.



Nos pedimos dos copas de vino, un Barón de Chirel para mi marido y un Gran Reserva para mí. En teoría el primero es mejor, más rico, más maduro, más color, más sabor...pero a mí me gustó más el segundo, y es que como en todo para gustos los colores.


De aperitivo nos sirven unas almendras y unas aceitunas tipo machacada que estaban de escándalo   Cuando nos llegó la comanda pedida querían quitarmelas y no les dejé, ¡¡me las tenía que comer todas!!. Les pregunté por su origen, por su marca para poder buscarlas y comprarlas ya que las aceitunas me privan pero solo me dijeron que eran de Jaén y que les había llevado mucho encontrarlas, se guardan los secretos.

Para comer nos pedimos media ración de croquetas Echaurren (restaurante acreditado de un pueblo cercano, Ezcaray y cuyo chef se encarga de la restauración del hotel), impresionantes ellas; una ración de chorizo (rodajas de fiambre), para hacerse un bocadillo y quedarse sentado,   y para darle un toque más moderno un surtido de tapas para compartir, del que no hay fotos porque nos lanzamos a ellas con alevosía, así que os dejo sus nombres, y estaba todo buenísimo.


Bajar a comer al pueblo hubiera sido una opción, pero la hora era tarde, en coche no hubiera sido una buena idea al beber vino aunque esté cerquita, los controles también pueden estarlo, y estábamos demasiado cansados por el madrugón, con lo que hicimos una comida ligera y nos reservamos para la cena. 

Las vistas desde la habitación dan al pueblo y son espléndidas. Esa Sierra de Cantabria con nieve tiene que mostrar un paisaje precioso aunque frío.


En el hotel hay dos restaurantes más, el Bistro 1860, de comida regional, donde además sirven los desayunos, y el Restaurante Gastronómico, con cocina local pero con un toque moderno, como la que está de actualidad, que es en el que cenaremos y os contaré con detalle más adelante. 

En el piso de arriba se halla la Lounge Biblioteca, un buen lugar para tomarse una copa después de cenar, si no se llevan tacones de vértigo para presumir y si no se ha bebido ya lo suficiente en la cena. 


No de todos los hoteles haré un reportaje tan extenso, mencionarlos por si a alguien le puede venir bien el dato si, pero a los que sean especiales por alguna característica especial si los comentaré con algo de detalle y creo que este tiene más de un detalle mencionable.

España - Elciego (Álava) - Bodegas Marqués de Riscal

Aprendiendo de vino

Estando en la localidad de Elciego no se puede dejar pasar una visita a unas bodegas, en nuestro caso las del Marqués de Riscal. Lo normal es reservar la visita por internet o por teléfono, para tener una hora concertada y que ellos manejen los grupos, así no hay que depender de que puedan colarte cuando se llega.

Entramos en la tienda de las bodegas, con un buen surtido de productos propios y de la tierra en genreral, como habas, espárragos, pimientos, alcachofas...Al fondo de la tienda un bar donde tomar una copa, un tentempié y esperar a que llegue nuestro guía. 

La visita comienza con un vídeo donde cuentan la historia de los primeros marqueses, aunque al actual marqués no tenemos muy claro si le vimos o no, porque como marqués no se presentó, había directores de producción, de fabricación, de marketing...pero marqueses ninguno a primera vista.

De la sala de vídeo a una sala donde en las paredes hay unas fotografías de las maquetas para la construcción del hotel, y si el hotel es una pasada, creo que las maquetas lo son aún más, tuvo que ser un shock ver el proyecto de Gehry en marquetería, al tiempo que se quedarían prendados de la idea. 


En un lado de esta sala se encuentra la sala , hipercerrada, de control de los toneles, ssupongo que su temperatura, detección de pérdidas...parecía una sala de la NASA en pequeñito. 

Desde esta sala se ven los toneles de aluminio que contienen las uvas que se van prensando. Estamos en la zona más moderna de las bodegas.


Todo está brillante, limpio se queda corto, deben tener a alguien continuamente sacando brillo a esos toneles y al suelo. Bajamos a la zona de estos toneles, en algunos de los cuales hay unas pequeñas pizarras con datos sobre su contenido.   

Cuando se ha exprimido y fermentado las uvas, el líquido se pasa a estos otros toneles con prensa para quitarles más impurezas (esto nos suena más aunque no sea para los pies).

 
El ollejo que se queda aquí se vende a otras bodegas para la elaboración de orujos. Y el vino se pasa a otros toneles que están en el piso inferior; en el suelo se pueden ver los "grifos" por el que se trasvasa. 



Con este vino los expertos van realizando catas y los que salen realmente buenos son los que irán a las barricas de roble para producir los reservas, y el ollejo vuelve a ser vendido, creo que para fabricación de alcohol (no de beber), pero esto no lo oí bien y luego se me pasó el preguntarlo.

Pasamos por una zona de almacenaje de barricas de madera, y tuve la sensación de estar en una corrida de toros, eran toros sangrando por las heridas de las banderillas. 


En estos toneles ya hay vino esperando a madurar y ser consumido .


Salimos al exterior de esta pequeña ciudad, que tiene su pequeña plaza, que no puede tener otro nombre que Plaza del Reloj .

  
En ella se encuentran varios edificios de las bodegas, el moderno de Gehry, uno de mediados de los 50 del siglo XX, otro de mediados del siglo XIX, que es donde continuamos la visita. 


En su interior una sala con barricas grandes de madera, que están en alto sobre un muro de piedra, en el espacio que queda entre el suelo y el tonel se encendía una hoguera que servía para mantener el calor en la sala y en las barricas, ya que esta zona en invierno es demasiado fría para la producción de vino.


Salimos de este edificio y nos vamos hacia las bodegas más antiguas, donde comenzó todo, y son como te esperas unas bodegas, no tan limpias, no tan brillantes, pero con ese encanto que las hace especiales y donde te apetece tomarte los vinos.


Para hacer el trasiego se bajan los toneles uno a uno, se vacía, se lanza rodando al fondo del pasillo donde se lava y se seca quemando en su interior una pastilla de azufre, y se vuelve a enviar otra vez pasillo arriba para meter el vino en el mismo tonel, una vez que se le ha quitado el poso, y se vuelve a colocar, aunque no tiene que ser en su sitio, porque el trasiego que tienen que tener de tonel va, tonel viene tiene que ser agotador.  

Entre los toneles destaca uno:


De un barril salen más de 300 botellas y creo que a la Casa Real le envían más de 20 barriles...

Los pasillos cubiertos de moho hablan de años y parecen mazmorras del vino, con sus telarañas y todo, que esta oscuridad es la que le da que sea bueno.  


Hay una sala, la antigua botellería, donde hay instrumentos antiguos y sobre todo uno, un degollador para las botellas con más años, ya que no se pueden ni deben abrir con sacacorchos. Hay que calentar el cuello de la botella y luego romperlo. Frank Gehry no tenía muy claro el hacerse cargo del proyecto de las bodegas y el hotel, le llevaron un fin de semana para conocer la finca, la zona, el proceso de fabricación del vino y por supuesto entraron a este lugar, donde abrieron botellas de muchos años, y cuando digo muchos pueden ser casi cien, y se quedó enamorado de todo lo que vió. El resultado es que aceptó el proyecto entusiasmado y se involucró con el vino y los viñedos.


Detrás de esta sala unas verjas custodian estos vinos incunables.


Donde descansan las botellas en el sueño eterno hasta que alguien se decida a degollarlas, pero nosotros no somos los afortunados.


Salimos de las bodegas casi místicas para volver a entrar en la modernidad, en este caso en la planta de embotellado y empaquetado.


Pasando entre miles (no me atrevo a decir millones pero un montón sí que había) de botellas dispuestas a ser vendidas y consumidas. Eso sí, bien guardadas para que no sea posible llevarse ninguna en un descuido de los guías. Que allí estaban las más caras, las del Barón de Chirel. Esta zona es la más moderna, está justo debajo del hotel.


En una visita a unas bodegas no pueden faltar los viñedos, aunque están peladitos ellos, a principios de septiembre tiene que ser un esplendor de uva.


En la visita está incluida una degustación   con clase incluida; nos enseñan a encontrarle los colores y los sabores al vino, estuvo curioso e interesante, aunque no dí muchas en el clavo. Nos dieron una copa de vino blanco, Rueda Verdejo, y sorprendentemente una copa de un tinto Reserva 2006, que de este escancieron un poco menos en las copas   La pena es que lo único que había para picar eran palitos tostados de pan, para eso de quitar un sabor de vino para poder descubrir el siguiente, aunque para los hambrientos era ¡comida!.

Ha sido nuestra primera visita guiada a unos bodegas y el resultado ha sido totalmente satisfactorio, y no solo por la degustación, sino por la propia vida del vino. 

PD: Mis disculpas por si no he contado algo bien sobre el proceso de fabricación. 

España - Elciego (Álava)

Una rápida visita a una bonita villa

El día 19 de enero se cumplieron 20 años de una boda, la nuestra,  y decidimos celebrarlo con una escapada. El lugar elegido fue especial, no podía estar muy lejos por aquello de no conducir demasiado, y no tener que depender de aviones para un desplazamiento más largo; queríamos disfrutar de nosotros más que de una ciudad. Nos fuímos a la localidad de Elciego, situado en la Rioja Alavesa.

El sábado 5 de febrero, por una cuestión de logística gastronómica no pudo ser el fin de semana posterior al 19 de enero, salimos muy temprano de Madrid en dirección allí, para prevenir imprevistos circulatorios. Como llegamos bien de tiempo, y aunque pasear por Elciego no estaba en nuestros planes originales, aprovechamos este tiempo extra para darnos un paseo por esta bonita localidad, aunque no teníamos datos sobre ella.

Ayuntamiento, del siglo XVIII.


Plaza Mayor, al fondo la Ermita de la Virgen de la Plaza (estaba cerrada) con planta octogonal.


Casa de los Hierros, en un lateral de la Plaza Mayor. 




El pasado señorial de la villa se palpa en los impresionantes escudos en las fachadas de sus casonas (el segundo corresponde a la mencionada Casa de los Hierros).



Afortunadamente el día nos acompaña con el sol y da gusto pasear por sus tranquilas calles medievales, por la Calle del Norte alcanzamos la oficina de información, situada en la Casa de los Maestros, donde nos dan un mapa y por supuesto información de la villa y de las bodegas de la zona. 


Callejeamos algo más y por una de estas alles asoman dos torres que nos llaman la atención.

 
Pertenecen a la Iglesia de San Andrés, de los siglos XVI al XVIII. Cuando llegamos sale una señora cerrrando la puerta, le damos los buenos días por aquello de ser educado y porque tiene la llave, pero no hacemos el intento de preguntarla para visitarla, estamos tranquilos y sin prisas, si colaba para entrar sin más bien. Para visitarla se solicita en la oficina de información, en su interior destaca un retablo barroco.


Tomamos la Calle de El Barco que conduce a un mirador sobre los viñedos y sobre el Hotel Marqués de Riscal. Aunque desde aquí no tiene su mejor vista, que es llegando por la carretera pero no hay lugar para pararse (o no se debe).

Fue un paseo corto por la localidad, que creo que se merece una segunda visita para disfrutarla más y mejor, pero como no era la idea primordial y nosotros teníamos una cita concertada no pudimos dedicarle más tiempo.