17 de abril de 2011

Japón - Kanazawa - Nagamachi - Casa Nomura - Centro Kaga Yuzen

Del arte de la guerra al arte de la seda


Después de achicharrarnos en el Jardín de Kenroku-en nos vamos al distrito de Nagamachi, que era un barrio samurai, cuyas casas hoy son propiedad privada pero que se adivinan en algunas entradas y en sus tejado la magnificencia de estas construcciones del siglo XIX. 

Visitamos la Casa Nomura (Nomura-ke)


Los restos de esta casa fueron restaurados en la década de 1910 por un navajero, que le añadió parte de una casa que poseía en otra ciudad, con lo que no es que sea un edificio completamente auténtico, pero es la única casa visitable en el barrio. 



Como siempre destaca su jardín, dicen que una obra maestra del paisajismo en miniatura, con rocas y corrientes de agua, puentes y linternas de piedra, y carpas, que nunca (o casi) faltan en los estanques.


Siendo la casa de un samurai no falta su armadura. 


En una habitación al fondo se había habilitado un pequeño museo, con armaduras, katanas, zapatos, tinteros y otros objetos. 

Sumitsu nos deja callejear por el barrio hasta la hora de partir, con lo que descubrimos algunas casas más y asomamos la nariz y el resto del cuerpo por la entrada de las que podemos.




Como tenemos tiempo suficiente nos acercamos hasta el Centro de Seda Kaga Yuzen, donde vemos cómo se realiza el estampado en la seda.


El resultado es increíblemente bello, tanto en los cuadros, los biombos, los pañuelos y los exquisitos quimonos. 


  
De vuelta para encontrarnos con nuestro grupo aprovechamos para refrescarnos con unos ricos helados, que se derriten casi instantáneamente con lo que tenemos que ser rápidos al comerlos. 

Japón - Kanazawa - Jardín de Kenroku-en

En un jardín multicolor


En Kanazawa nos quedan algunas visitas por realizar con nuestra guía, la primera de ellas es el Jardín de Kenroku-en, según dicen uno de los tres mejores de Japón, pero no he encontrado cual es este trío, porque para gustos los colores y las personas.


El inconveniente es que es verano, y que por muy bonito que lo veamos (que lo vemos) no hay florecillas que lo alegren  e iluminen de tonalidades. 


Al principio del verano resplandecen sus azaleas. En otoño con sus rojizos y dorados tiene que ser precioso, un verdadero desborde visual en colores. De nuevo el trabajo que realizan para ir modelando el crecimiento de los pinos es asombroso, como en el Jardín de Hamarikyu de Tokio.


El nombre, Kenroku, se debe a las seis combinaciones consideradas ideales para los jardines: amplitud (si que es grande), serenidad (hasta con sus chicharras y sus turistas), venerabilidad (psssss no se que decir), bellos paisajes (sin lugar a dudas), diseño sutil (o sencillamente bien programado y cuidado), y frescor (de esto no mucho la verdad, que pasamos un calor de órdago), que proporcionan las corrientes de agua (si que se agradecían).


Fueron los jardines del castillo de Kanazawa, y se ampliaron en 1819, siendo abiertos al público en 1871. 

 En el jardín crecen 12.000 árboles de unas 150 variedades. 


El jardín se nota que está cuidado al extremo y encontramos los trabajadores en su ardua tarea.


A orillas del lago y detrás de un puente que lo cruza destaca una linterna de piedra con dos patas altas, que es conocida como kotoji por tener forma de puente de koto (un instrumento de cuerda). Por supuesto este es uno de los "puntos Kodak" con más tráfico de turistas. 


Otro de los elementos característicos del jardín es el Gankobashi, un puente realizado con piedras rojas que simula el vuelo de unos gansos en formación. 


Por supuesto no falta una casa de té, la construcción más antigua del jardín, y hay una fuente, que nosotros no vimos, que en este caso es la más antigua de Japón, cuya agua proviene del lago Kasumiga.