3 de junio de 2011

España - Trujillo (Cáceres) (4)

¡Santiago y cierra España! (y las Américas)

Bajando por la calle de las Palomas  se encuentra la Casa de Francisco de Orellana, del siglo XV. Es la de mayor proyección histórica ya que en ella nació en el año 1511 Francisco de Orellana, descubridor del Río Amazonas; capitán de la primera expedición que navegó por completo su curso fluvial, una de las mayores gestas en la historia de los descubrimientos. Frente a la iglesia, en la plaza hay un busto del conquistador, con el casco característico de la época.

Aunque he encontrado una página web donde se duda de que fuera esta la Casa de Orellana, ya que hay fotos antiguas donde el escudo sobre la puerta no estaba…dudas históricas. 

La casa ha sido rehabilitada como hotel. 


Salimos al cruce de la calle Mirador de las Monjes con la calle Victoria, por la que decidimos subir.


Para seguir disfrutando de las vistas, ahora con más claridad de la Plaza Mayor. Al frente el Palacio de Piedras Albas.

 
También se ve la Torre del Alfiler, una torre exenta, por detrás asoman las torres de la Iglesia de San Martín. El nombre de la torre deriva de una varilla metálica que la remata. Desde la plaza se ven los escudos de los Chaves-Orellana realizados en azulejos de Talavera. 

 
Todas las torres están ocupadas por nidos de cigüeñas, las habitantes por antonomasia de Extremadura, grandes y pequeñas.


Continuamos el camino por la calle de la Victoria, encontrando una de sus puertas.  


Nuestro destino, aunque ya estará cerrado, es el castillo, situado sobre el cerro del Zorro, que junto con el castillo de Soria es la única fortaleza de piedra construida por los árabes antes del siglo X. 


El paseo, por sí solo, ya merece la pena hacerlo. Casi que se oye gritar ¡Santiago y cierra España! (demasiados cómics del Capitán Trueno que le cogía a mi hermano). 



Los árabes construyeron su fortaleza sobre un antiguo castro romano que a su vez se emplazó, seguramente, sobre un castro vetón o lusitano. Hasta el siglo XVI mantuvo su primitiva fábrica, adulterada después por las sucesivas reformas, algunas de escaso acierto.


Sobre la puerta de entrada la imagen de la Virgen de la Victoria, patrona de Trujillo. Los tanteos reconquistadores iniciados por Alfonso VIII alcanzaron el éxito el 25 de enero de 1232, día en que Fernando III el Santo conquistó la plaza con intervención sobrenatural, pues se cuenta que la Virgen con su Hijo en brazos se apareció sobre las murallas para dar la victoria a los cristianos. Desde ese momento todo el ejército aclamó a la Virgen con el título de “La Victoria” por patrona y abogada de la reconquista. 

El suceso quedó grabado en el escudo de la ciudad, que tiene a María y el Niño sobre un muro con almenas entre dos torres, así como la devoción a Nuestra Señora de la Victoria, cuya imagen en vez de ser tallada en madera o vestida de ricos ropajes es de duro granito y cuya ermita se encuentra en el interior del castillo.

Las fiestas patronales en honor a la Virgen se celebran a finales de agosto y principios de septiembre. Con este motivo tienen lugar los Festivales de Música, Danza y Teatro en el incomparable marco del castillo. En estos festejos hay que mencionar La Salve a la Virgen: su imagen baja en procesión desde el castillo para hacer la novena en la Iglesia de San Martín, y el sábado, víspera de la fiesta y después de la novena, se saca la Virgen a la plaza, apagando todas las luces, solo la Virgen permanece iluminada en el atrio de la iglesia; al día siguiente, se sube de nuevo la imagen al castillo.


La puerta está cerrada, para variar hemos llegado tarde, aunque un paseo entre sus almenas de nuevo hace volar la imaginación, sin saber si se siente una mora o cristiana.





En algunas zonas las piedras están en mal estado, pero no por elllo dejan de ser hemosas.


No sé si fortaleza inexpugnable, pero difícil si que aparenta desde el exterior. 


Con su prolongación en la muralla, recuerdos de las piedras que un día protegieron a los moros y más tarde a los cristianos. 


Al fondo se distinguen las ruinas de Santo Domingo.



Por la calle del Castillo salimos a la Calleja de los Mártires.


Para salir a donde comenzamos el paseo esta mañana, al Convento de las Jerónimas, a la izquierda. A la derecha el Palacio de Lorenzana, del que hasta hace no mucho tiempo tan sólo quedaban ruinas, y en la actualidad, ya completamente restaurado, se halla la sede de la Real Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes. Al fondo se distingue la Torre Julia de la Iglesia de Santa María la Mayor.


En el palacio destaca una ventana con un marco en piedra de estilo renacentista. 

 
Hacia atrás de la calle se encuentra la Casa-museo Pizarro, la casa solariega de los Pizarro, el solar familiar de antes de la Conquista, donde nació el padre de los Pizarro conquistadores, don Gonzalo. Es una casa medieval del siglo XV, la puerta es de arco apuntado y sobre ella está el escudo de los Pizarro enmarcado en alfiz, dos osos y un pino. 

Los Pizarro se encuentran en Trujillo con motivo de la reconquista de la villa, como muchas otras familias que vinieron del norte de España, en este caso de Asturias, y ya eran nobles antes de llegar a la ciudad. Por haber destacado en la reconquista de la villa tienen el privilegio de establecer su solar dentro del recinto amurallado y esta es la primera casa que ocupa la familia Pizarro en Trujillo.

Con motivo del V Centenario del Descubrimiento de América, en 1992, la casa pasó a ser museo. La planta baja recrea la casa de un hidalgo extremeño ambientada en la época de la Conquista, a fines del siglo XV y principios del XVI, cuando se fueron los conquistadores extremeños a América. La planta alta es una exposición dedicada a la vida y obra de Pizarro, la cultura de los incas y la Conquista del Perú, con maquetas de las rutas seguidas y objetos utilizados por nuestros conquistadores en la gesta peruana, además de piezas etnográficas de la cultura de los incas. 


Por la Calle de la Academia, siguiendo la fachada del palacio de Lorenzana a la derecha, se llega a la Plaza de los Moritos, que por otro lado da a la Torre Julia de Santa María la Mayor, donde se encuentra un lavadero.


Desde este lugar se ven las ruinas del Convento de San Francisco el Real, uno de los beateríos situado intramuros, que en el siglo XV se convierte en convento de monjas franciscanas. Las monjas eran damas nobles y por eso Juan II de Castilla les dio el título de Real por los buenos servicios prestados a la Corona por algunos familiares de las monjas profesas en él. 

También recibe el nombre de la Puerta de Coria porque está junto a una de las puertas de la muralla que comunicaba Trujillo con Coria. Este convento es el caso de un edificio religioso de macizos muros con una función defensiva por su proximidad a la muralla.

Tras la desamortización el convento fue abandonado y poco a poco se fue deteriorando. El edificio ha sido recientemente reconstruido y restaurado (años 70) por la Fundación «Javier Salas» que lo rescató de la ruina y estableció en él su sede.

Hoy se pueden observar los restos del templo, un bello claustro y algunas dependencias conventuales. La nave de la iglesia se ha dejado como estaba, y es la entrada al Museo.


Por la calle Alhama salimos a la Puerta de Santiago.

 
A la izquierda, antes de pasar la puerta, se encuentra la Iglesia de Santiago, del siglo XIII, fundada por la Orden de Santiago. Es románica pero fue muy modificada en el siglo XVII. En su campanario, que está hecho sobre una torre de la muralla, tocaba la campana que daba el toque de queda. En esta iglesia se celebraban sesiones concejiles en la Edad Media, se reunía el Concejo cuando todavía no existían las Casas Consistoriales.Normalmente se puede visitar ya que su interior es interesante, pero no estamos en horario de visita.


A la derecha, igualmente antes de pasar la puerta, la Casa de los Chaves o Alcázar de Luis Chaves el Viejo, al que ya habíamos visto al subir desde la Cuesta de la Sangre, pero ahora nos encontramos con una de sus entradas, con unos simpáticos detalles sobre la puerta. 


Ya podemos pasar la puerta y verla desde el otro lado.

Tomamos la calle Ballesteros (a la derecha; a la izquierda se encuentra la calle Subida al Castillo), que debe su nombre al gremio que la ocupaba.

  
Calle en la que se encuentra el Palacio de Santa Marta, de los Marqueses de Santa Marta y del Ducado de Valencia, gran mansión del último cuarto del siglo XVI, muy transformado en el XVIII. Ha sido reconvertido en hotel. Perteneció este palacio a la familia de Francisco de las Casas, un capitán de Hernán Cortés que le fue fiel en la famosa Noche Triste de 1520 y le fue leal en la sublevación de Cristóbal de Olid. A Francisco de las Casas le cabe el honor de ser fundador de la ciudad de Trujillo en Honduras, la primera población que tuvo el nombre de Trujillo en suelo americano. 


Con esto volvemos a salir a la Plaza Mayor, al lado de la Iglesia de San Martín, que con el atardecer la piedra adquiere otra tonalidad. 


Muchos de los lugares mencionados son visitables, pero nosotros no disponíamos de mucho tiempo, este recorrido  lo realizamos en poco más de dos horas, y nuestro objetivo principal era la iglesia de Santa María la Mayor, nuestra iglesia. También nos hemos dejado por el camino otros lugares, bien porque en el mapa que nos dieron en el parador no estaban señalados, bien porque no dimos la importancia y la vuelta que se merecía, y por último, porque se encontraban más lejanos, que no lejos, del casco medieval. 

Una razón más para volver a Trujillo, aparte de las sentimentales y de los lugares pendientes, sería para fijarnos más detalladamente en los escudos de las casas nobles, en los que no nos fijamos con atención para conocer bien los linajes y sus cruces.

Hoy, como ayer y siempre, ¡Por Trujillo!

Enlaces interesantes, que he utilizado para la confección de este paseo, para saber y ver más:



España - Trujillo (Cáceres) (3)

La memoria del corazón

Desde la calle de las Palomas ya asoma nuestro principal destino en esta visita trujillana, la Iglesia de Santa María la Mayor, de alguna manera nuestra iglesia. En el parador preguntamos el horario de visita y nos dijeron que hasta las 20 h, pero al llegar allí a las 19.30 h nos cerraron la puerta porque esta era la última hora con el cambio de estación, así que les pedí por favor que nos dejaran entrar, contándoles la verdad, hace 20 años….y nos dejaron entrar pagando la entrada a precio de grupo, del grupo que estaba dentro. Gracias, quedarnos (sobre todo quedarme, que las mujeres somos más sentimentales y románticas)  sin entrar hubiera sido una lástima. 

Como estoy con temas personales, música, una canción, para esta visita, una canción de tuna que me cantaban de tú a tú, que no será la más bonita pero que arranca mi sonrisa y reverdece mis recuerdos. 



En el lugar donde se asienta la iglesia anteriormente existió una mezquita árabe, aunque este aspecto presenta dudas para algunos historiadores por su ubicación, demasiado visible. Cuando los cristianos reconquistaron la villa construyeron un templo sobre su antiguo solar, como era costumbre cristiana, y ponen la iglesia bajo la advocación de Santa María. Ya en el siglo XIV se celebraban concejos abiertos en el cementerio de Santa María.

En esta iglesia se celebraron solemnes funerales por Juan II de Aragón, padre del rey Católico, era el año 1479 y se encontraban los Reyes Católicos en Trujillo para terminar con el asedio del castillo y la guerra civil con la Beltraneja.

 
A finales del siglo pasado, para prevenir el cólera y la peste los edificios públicos se encalaban con cal y azufre, esta iglesia se enjalbegó y hace unos cuarenta años que se quitó la cal, por eso aparece la piedra tan limpia como recién trabajada. 

Tiene dos puertas de acceso, la que se abre a la plaza, y que está cerrada, se abre en ocasiones especiales...como la salida de unos novios ya marido y mujer como dicen los curas. 


La otra puerta está en el lateral de la derecha, mirando de frente, por la que la amable cuidadora del templo nos dejó entrar para nuestra fortuna.

 
La torre tardorrománica, la Torre Julia, es lo único que queda de la primitiva iglesia que tras la conquista de Trujillo se levantó en 1232. Esta torre se resintió ya en 1521, pero se acabó de caer en 1755 con el terremoto de Lisboa y ha sido restaurada en este siglo, en la década de los años 70. 

La torre consta de un primer cuerpo macizo y otros tres de sillería bien labradas con vanos de medio punto que a medida que ganan en altura va aumentando su número. Sus esquinas están achaflanadas y en ellas van adosadas unas columnillas, la cornisa está adornada de canecillos. 


La torre consta de un primer cuerpo macizo y otros tres de sillería bien labradas, articulados de vanos de medio punto que a medida que ganan en altura van complicándose en el número de huecos donde se alojaban las campanas. Sus esquinas están achaflanadas y en ellas van adosadas unas columnillas, la cornisa está adornada de canecillos. 

Tiene una anécdota, durante la restauración un cantero trujillano, Antonio Serdán, labró y colocó el escudo del Athletic de Bilbao, equipo del que era forofo; está colocado en el capitel de la columnilla que toca ya la cornisa, en el ángulo que da a la plazuela de los Moritos, pero no se puede ver a simple vista, desde abajo no se distingue, ya no por nuestra falta de vista, más bien por la altura. 




La iglesia es de tres naves, cubiertas con bóvedas de crucería. Cinco ventanas trilobuladas de tracería gótica iluminan el interior, las vidrieras son del siglo XX. 



En el Altar Mayor se juraban los cargos concejiles, entre los Altamirano, Bejarano y Añasco. El retablo mayor es obra de Fernando Gallego, del siglo XV, formado por tres cuerpos y siete calles de veinticinco tablas.


La iglesia estaba muy vinculada al Concejo, todavía se puede ver junto a los púlpitos del lado del Evangelio y de la Epístola los bancos corridos de piedra, muy cerca del altar, eran los asientos para el Corregidor, regidores y escribanos cuando asistían en cuerpo de Ciudad a los actos religiosos allí celebrados. Ahora los bancos corridos son utilizados para colocar a los testigos durante la celebración de los matrimonios (aunque sea a regañadientes, pero la parafernalia es lo que tiene). 

Una de las partes más bonitas es la del coro, con un rosetón por el que entra la luz. 

 
Hay pequeñas capillas de los nobles, de las familia de los Bejarano y los Altamirano. 


Un vídeo que he encontrado en youtube:

 
La sorpresa que en esta ocasión nos tiene la iglesia es que se puede subir a su torre, no a la del escudo, se sube a la que se encuentra a la izquierda de la entrada principal. Además la encargada de la entrada tiene el detalle de avisarnos, para que nos dé tiempo a subir. Suerte que no tocaron las campanas estando allí arriba. 


Disfrutemos de algunas de sus vistas:

Palacio Chaves Mendoza (Hospital de la Concepción) a la izquierda, y Alcázar de los Bejarano (al fondo). 


Castillo (ya llegaremos).


Torre Julia, Palacio de Luis Chaves el Viejo y Plaza Mayor. 


El Altamirano o Alcázar de los Altamirano (al frente en la foto, no hay más cercana porque no llegamos a verle, pasamos cerca pero nos lo saltamos) es un alcázar con dos torres, desmochadas, que pertenecían a la muralla, situado en el punto más elevado después del castillo, de ahí el nombre que le dieron de Alcazarejo (pequeño alcázar). Por su altura vigilaba los caminos y por su proximidad defendía la ronda de las Almenas y reforzaba la defensa de la puerta de San Andrés. Era un punto clave para la defensa de la población. Fue la casa-fuerte más importante de Trujillo en los siglos medievales y es el solar del linaje más privilegiado de la ciudad, los Altamirano. 


Ya que esta ha sido una visita personal y emotiva, una foto personal y un brindis muy especial, ¡¡POR TRUJILLO!!.