19 de octubre de 2011

Australia - Atardecer en Uluru


Sinfonía en clave de Uluru

Música para este momento especial, ya es hora que nos involucremos un poco con la música australiana, sobre todo con las raíces aborígenes que se mezclan con los sonidos conocidos. 


Tras recorrer alguno de los puntos claves del Uluru esta tarde-noche seguimos teniendo una cita con él, nos vamos a ver el atardecer, eso sí, el tour tiene programado un picnic para soportar mejor el tiempo, con sparkling wine y algo de comida, nada especial pero que ayudaba a combatir el hambre (nachos con salsa, queso cortado en tacos y algo más que no recuerdo - no hay foto del ágape-).


Somos los primeros en llegar, pero detrás de nosotros llega una caravana de autobuses llenos de turistas, la magia de la tranquilidad y del momento presente y futuro se rompe. 

A las migas y restos de nuestra comida llegan los pájaros, tipo paloma pero a lo punk, más o menos como en nuestros parques y paseos con mesas al aire libre, donde estas aves parecen campar a sus anchas.


Este es el atardecer sobre Uluru, que quizás a pesar de que el sitio está buscado, el sol lo tenemos a nuestras espaldas y no le vemos caer ni desaparecer sobre él, solo vemos que poco a poco la sombra se apodera de él cambiándole de color, que este es el motivo de hacerlo desde este lugar, contemplar el camaleónico Uluru, del rojizo al marrón. 





Cuando estamos recogiendo nuestro picnic para marcharnos aparece un grupo de aborígenes que se sientan en el suelo, pero no a nuestro lado, lo hacen al lado de la carretera, y sobre el mismo suelo exponen sus cuadros. No se acercan ni a hacerse propaganda ni a vender descaradamente, sencillamente y silenciosamente llegan y allí se quedan. Mi marido y yo somos de los primeros en acercarnos a mirar y en comprar, compramos porque nos gusta y no entramos en el juego del regateo, como harán muchos de los que luego se acercarán, si nos interesa y nos parece justo el precio lo pagamos, sino no lo compramos y punto –el comercio justo también se trata de que ellos establecen un precio y se les respeta-; además no eran nada caros como para ahorrarse los dólares. Ahora falta enmarcarlo para poder colgarlo, entre el viaje del año pasado y este nuestras paredes se están llenando de cultura, de vida, de amor. 


El atardecer del cielo lo vemos desde el coche, yo no sé si estas luces detrás del Uluru en lugar de a nuestras espaldas le harían desvirtuar su cambio de colores, pero sería bueno tener tiempo para situarse en un buen ángulo desde donde disfrutar de ambos: la caída del sol y el Uluru. Sería rojo sobre rojo. 


Volvemos al hotel y para esta noche hemos quedado todos en ir a cenar de barbacoa, en la que tú compras la carne y tú lo haces; hemos quedado en que los hombres del grupo lo hacen todo, comprar y cocinar. Nuestra primera degustación de carne típica del país.


Los pinchos que parecen carne de ternera son de canguro, las salchichas más negras son de carne de emú, los pinchos con carne blanca son de cocodrilo y las salchichas rojas son de ternera. La verdad, y creo que sería por el precio económico, que ninguna estaba buena: el cocodrilo reseco, el canguro duro (sería mayor) y lo mejor con diferencia las salchichas de emú.  


Curioso es que se pidieron tres combos de barbacoa y solo dan tres cubiertos, se solicitaron más pero solo dan uno por combo, parece que lo de compartir no lo llevan muy bien los gestores del restaurante. También hay un buffet de mazorcas de maíz y creo que de ensaladas, pero no lo recuerdo muy bien porque esta noche no tenía mucho hambre (después del picoteo y de las copas en el atardecer me había quedado saciada) y al no estar buena la carne no cené casi nada. 

Cuando finalizábamos la cena llegó un cantante de country para amenizar la velada, pero la gente de la barbacoa pasó olímpicamente de él, los únicos que le aplaudimos y animamos fuimos nosotros, un grupo de españoles locuelos, pero que se marcharon enseguida para desconsuelo del cantante al que no hacían caso. 

Acompañemos ahora con música country del país:


La luna brilla en la noche como un farol aunque las nubes la quieren apagar.


Nuestra guía nos enseña la Cruz del Sur, pero por mucho que yo miraba y todos me señalaban yo no sabía si veía o no la constelación, y ahora hasta dudo con la foto. En el Observatorio de Sydney tenía que haber estado más atenta y tomar notas, pero esto tiene segunda parte.