20 de diciembre de 2012

¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD Y FELIZ AÑO NUEVO!!!!





Con mis mejores deseos de disfrutar de unas buenas fiestas navideñas, y sobre todo que de pasar a estar estrellados como estamos, pasemos a estar amparados por una buena estrella (mejor varias, por si hay apagones). 


14 de diciembre de 2012

Corea del Sur - Jeju-do - Pueblo Folclórico de Seongeup



Comida y arquitectura isleña

Sonia nos está esperando a la bajada del pico Seonsang Ilchulbong, creo que no tenía todas consigo que bajáramos rápidos, y no creo que fuéramos ni rápidos ni lentos, sólo a nuestro ritmo disfrutando del paisaje. El caso es que para su hora de comida es bastante tarde y está hambrienta, y nosotros también por supuesto.

Ya que estamos en una isla ¿Qué mejor que comer pescado? Sonia, como es la costumbre durante todo el viaje, el restaurante en el que saciaremos nuestro apetito; mira los precios y los menús y luego decide, eso sí, siempre mirando bien el presupuesto, y al ser el pez un alimento más caro sólo pide dos para compartir entre los tres. La cuestión no es sólo poder pagarlo es no hacer ostentación de que se puede pagar. 


Este es el restaurante, y a la entrada se encuentran los acuarios para elegir los pescados o los pulpos o mariscos.




El pescado elegido es okdomgui, un pescado rosado que sólo se encuentra en el océano alrededor de la isla de Jeju-do, está semiseco y luego se asa a la parrilla sobre carbón. El nombre que recibe en español es blanquillo y la apariencia es de un lenguado más gordito, aunque su carne en sabor me recordaba más a la del gallo que a la del lenguado. El caso final es que nos resultó exquisito. 

La señora que nos atendió corto el pescado en trozos con unas tijeras para que pudiéramos repartirlo mejor, ya que el pinchar la carne con los palillos directamente resultaba algo dificultoso, sobre todo para mí que soy la torpe de este trío. 


En la mesa no faltan nuestros cuencos de arroz y de sopa; la sopa en esta ocasión es de brotes de soja en un caldo de pescado, y por supuesto nos faltan nuestros adorados y sorprendentes banchan, que hoy tienen dos diferentes variedades de pescado: unos pequeños chanquetes, por llamarles de alguna manera, muy fritos y crujientes, y como espinas de pescados en salsa bastante picante, que era difícil de comer, era más bien para chupetear la sabrosa salsa que lo bañaba y tener cuidado de no atragantarse, fue lo único que dejamos en la mesa, el resto desapareció en nuestras bocas. 


Al sur del pico Seonsang Ilchulbong se encuentra el Pueblo Folclórico Seongeup (entrada gratuita - mirar mapa-), un pueblo anclado en sus construcciones en el exterior, porque en el interior ya no les suele faltar ninguna comodidad.


Las casas son de muros realizados en piedra volcánica y los tejados de paja. 


En la entrada a las casas hay una puerta llamada jeongnang, que consta de dos pilares de piedra que soportan tres postes de madera entre ellos. La colocación de estos postes tiene su significado particular: tres postes rectos significan “no estamos en casa, por favor manténganse fuera”; dos postes hacia abajo y uno cruzado significan “no estamos en casa pero estamos cerca”; si todos los postes están en la tierra significan “estamos en casa, por favor entren”. 


Con estas claras indicaciones en España, sobre todo con la de "por favor, entren", no quedaba ni una sola casa sin desvalijar, pero dicen que en la isla no hay ni mendigos ni ladrones, sólo viento y rocas. 


Las casas son al tiempo granjas, y por lo tanto suele haber huerto y en algunas un habitáculo especial para los cerdos, para los cerdos negros autóctonos de la isla, aunque no en todas hay inquilinos (¿habrán pasado a las mesas de ansiosos comensales?).  



La mayoría de las casas del pueblo que dan a la carretera que lo cruza están dedicadas al comercio, bien como tiendas de alimentación, ropa o restaurantes, y precisamente, estos restaurantes me dieron buen feeling, pero no llegamos a probarlos y no siempre los feelings acaban siendo positivos, pero no creo que en Corea se pueda comer mal, se podrá hacer algo mejor o algo peor, algo más caro o algo más barato, pero mal lo dudo mucho.


La villa, que consta de más de 480 casas, ha sido designada como Zona de Conservación del Folclore. 


Nos reencontramos con el ya conocido árbol zelkova, de la familia de los olmos, que en Jeju-do reciben el nombre de goolmooguinang. Su madera es dura y se utiliza para la construcción de casas y muebles. La que vemos tiene aproximadamente 1.000 años, 30 m de altura y un tronco con 5 m de circunferencia.


Se puede pasear por el pueblo y entrar en los recintos de las casas si está abierto su paso, pero en cierto modo es como pasear por un pueblo fantasma, sin habitantes y sin turistas, parece que a éstos últimos no les llama la atención realizar esta visita y les gusta más ir a los curiosos museos que pueblan la isla, a cada cual más extraño; y los habitantes, supongo que algunos estarán dentro, otros mantendrán la casa por tradición y para que el pueblo sobreviva, otros atenderán sus negocios...esto como en cualquiera de nuestros pequeños pueblos que han ido perdiendo sus habitantes, y que ahora con la crisis que nos fustiga muchos de ellos han recuperado población.


Si algo hemos comprado durante el viaje continuamente ha sido bebida, normalmente mucha mul (agua), pero también té helado o con hielo y en ocasiones hemos probado cafés fríos en lata...cualquier elemento líquido bien frío para recuperar el líquido que perdemos por nuestros cuerpos debido al intenso calor, bochorno y humedad. 


El conjunto de edificios más importante del pueblo Seongeup es el Santuario Confuciano de Jeongeui, que fue construido dentro de la fortaleza de Jinsa-ri, que pasó a llamarse Seongeup en 1423, durante el quinto año del reinado del rey Sejong. Seongup se reubicó en varias localizaciones durante varias ocasiones hasta quedar instalado en el lugar actual en 1849, y realizándose una rehabilitación importante en 1967. 



La mayoría de los santuarios confucianos se orientan hacia el sur pero curisamente Jeongeui lo hace hacia el este. 

El santuario presenta la arquitectura típica de estas construcciones, piedra, madera y cerámica en el tejado, y tampoco faltan las estelas de los monjes que han sido importantes en el santuario, más sencillas que las que hemos visto en otros templos y santuarios. 


El patio está perfectamente cubierto de hierba arreglada que al salir el sol, después de un día nublado y amenazante de lluvia, le confiere un color muy especial al verde del césped y al rojo de la madera.


En el patio hay una puerta que conduce a otro pequeño patio donde se encuentra el edificio que aloja la escuela confuciana. 


Al lado del santuario se encuentra la casa de Yi Young-sook, construida en el siglo XIX, que era a principios del siglo XX lo que se conoce actualmente como una posada, pero hoy parece una casa tradicional, aunque muchas de estas casas actualmente son guesthouses.


Pasear por Seongeup es encontrarse con la tranquilidad, no sólo porque muchas de sus casas parecen estar deshabitadas sino porque que los turistas no paran aquí. 

Nosotros nos vamos con la misma tranquilidad y paz que hemos encontrado en este lugar, y es que hay sitios que ofrecen más que una arquitectura grandiosa e imponente, aunque parezca a primera vista que no hay nada, ni habitantes. 



12 de diciembre de 2012

Corea del Sur - Jeju-do - Seongsan Ilchulbong (Pico de la Salida del Sol Ilchulbong)



Un volcán con vistas a una vaca

Ya hemos conocido, y aprendido algo de su geología, la base del cono volcánico Seongsan Ilchulbong (mirar mapa) en la playa donde faenan las mujeres haenyeo, con lo que ahora toca ir a conocerle por completo. 
 
Desde el coche esta es la visión que hemos tenido para llegar hasta él, a sus pies el pequeño pueblo Seongsan-ri.


Como si fuera un camino plagado de hormigas se encuentra el sendero que conduce hasta la cima. 


Con el ascenso comienzan las vistas.




Al frente, el llamado Pico de la Salida del Sol Ilchulbong de la Montaña Seongsan, que recibe este nombre porque es el primer lugar de Corea en recibir el sol, y seguramente realizar la ascensión a primera hora de la mañana y contemplar esta salida solar tiene que ser un impresionante espectáculo visual, de los que se quedan en la mente y en el alma.


El camino de subida pasa por la roca llamada Deung Gyeong Dol, formada por un proceso de erosión desigual de las capas de ceniza volcánica al caer la lluvia sobre ella.

Los habitantes de Seongsan-ri tienen la costumbre de hacer cuatro reverencias al pasar, las dos primeras para la diosa Seulmondae Halmang (la abuela Halmang), creadora benevolente y hermosa de la isla, y los dos últimos para el general Kim Tong-Jeong, que se sacrificó por la protección del país al final de la Dinastía Goryeo. Nosotros no hacemos ninguna reverencia. 


La leyenda cuenta que la abuela Seulmondae transportaba la basura o las impurezas con su falda para construir la isla durante el día, y por la noche cosía su falda desgarrada por el trabajo, y precisamente en esta roca colocaba la lámpara para realizar la costura. 




La subida no es excesivamente larga pero a mí, y a muchos otros a los que oigo respirar y veo sus caras de sufrimiento, me cuesta mucho, me concentro en que el esfuerzo merece la pena y agradezco el día sin sol a pesar de que esto mermará las vistas, pero con el sol a plenos rayos y sin sombra hubiera sido matador y tengo mis dudas de que yo hubiera podido completar la subida bajo el sol abrasador, aunque creo que mi pundonor hubiera tirado de reservas hasta el límite, al alto precio de parar el ritmo durante el resto del día.

Por fin llegamos a la cima, hacia un lado las vistas hacia el pueblo de Seongsan, su playa y su puerto. 



Hacia el otro lado, Seongsan Ilchulbong, un cono de toba formado hace más de cinco mil años por una erupción en el mar a poca profundidad. Tras la erupción el cono era una isla que empequeñecía por efecto de la erosión de las olas, y los materiales erosionados fueron transportados hacia el suroeste, a lo largo de la costa oriental de la isla. El cono se convirtió en lo que vemos actualmente, una isla conectada por un tómbolo. 


El cono está sustentado por lava muy permeable, y cuando se produjo la erupción hace cinco mil años el magma ascendente interactúo con el agua subterránea, provocando una erupción hídrica muy potente. 


Ilchulbong es uno de los 360 volcanes parásitos que salpican la isla, se halla a 182 m de altura y tiene forma de ponchera, pero no hay un lago en su interior porque la piedra volcánica es muy porosa, sin embargo, el cráter es muy boscoso y está cubierto de abundante vegetación. 


Recompensa el esfuerzo de la subida por ver el cono y su silueta de rocas afiladas recortada frente al mar, que es la principal diferencia con el cráter Sangumburi.

El cráter tiene un diámetro de 600 m aproximadamente y 90 m de profundidad. 


Con la satisfacción de haber estado en el borde del cráter disfrutando del paisaje, de la naturaleza y de aprender más de su fuerza, emprendemos, el ahora sí, agradable camino de descenso.

A la derecha de la fotografía se puede ver el camino de descenso, que va bordeando el acantilado que conduce a la playa donde vimos faenar a las mujeres haenyeo


El camino de bajada, aparte de ser menos costoso, es reconfortante visualmente sobre los acantilados, ya que hay una parte de este camino que pasa bordeándolos.


Desde el acantilado se puede ver la isla de Udo, a la que se puede llegar en ferry en un viaje de quince minutos, que tiene la única playa de arena coralina de Corea. El nombre de la isla proviene de su forma, dicen que se asemeja a una vaca acostada en la hierba, sobre todo parece que se distingue la cabeza (yo la semejanza no se la encuentro). El carácter chino para la “u” significa buey, y do ya sabemos que significa isla. 


Desde la playa donde mostraban su trabajo las mujeres haenyeo se puede tomar una pequeña barca para ver Seongsan Ilchulbong desde el mar, que posiblemente no impresione tanto como asomarse a su cráter, con lo que un viaje en helicóptero o en globo aerostático me parecen alternativas más interesantes, pero con más tiempo disponible no hubiera dicho que no a este paseo marítimo, incluso con el riesgo de acabar mareada. 


Con altura, desde helicóptero, avión, avioneta, globo la visión increíble que se obtiene de este cráter, Seongsan Ilchulbong, es asombrosa y de una belleza magnífica y brutal. 


Fuente: ijto.or.kr

Y por una foto como esta, al entrar como una de las nuevas maravillas naturales del mundo declaradas por la Unesco, Corea del Sur surgió como posible destino vacacional en noviembre de 2011, aunque Corea siempre ha estado muy presente en casa, los maestros de taekwondo dejaron su huella y de esto hace mucho tiempo, algo más de la mitad de nuestra vida. 

La isla de Jeju-do tiene declarados tres maravillas: el pico de Seongsan Ilchulbong, el monte Halla y el sistema de tubos de lava Geomunoreum, donde visitamos la fascinante cueva Manjanggul.



10 de diciembre de 2012

Corea del Sur - Jeju-do - Museo Haenyeo - Playa Ilchulbong



Aprendiendo de las mujeres

En la isla de Jeju-do las mujeres han sido las cabezas de familia, las que trabajaban y sacaban adelante el hogar, y en especial, se han hecho famosas en todo el mundo las mujeres haenyeo, mujeres que bucean a pulmón en busca de erizos, almejas, mariscos, pulpos y crustáceos de los fondos marinos y que sólo existen en esta isla y en Japón. 

Cuando se lee algo sobre estas mujeres impresiona, así que lo mejor es acudir primero a saber más de ellas en el Museo Haenyeo (1.100W), en los alrededores de la población Gujwa (mirar mapa), no muy lejos de la ya visitada cueva Manjanngul.


En el interior del museo hay reproducciones de las aldeas de pescadores, de las casas con los utensilios utilizadas en el hogar para cocinar o de la vida cotidiana en general.


Las cunas eran de bambú y se utilizaban para los niños de entre tres días y tres años. Cuando las mujeres salían a trabajar, bien al campo o al mar, los cargaban en estas cunas en sus espaldas, y dentro de casa la mujer mientras atendía sus labores los acunaban con un pie (que las mujeres seámos multitarea es de lo más normal en todos los países y todas las civilizaciones).


Hay reproducciones de las comidas, donde por supuesto no falta el kimchi


Hay dioramas de las aldeas de pescadores: sus casas, sus barcos de pesca, y de sus actividades cotidianas en la agricultura o en el mar. 


Se puede ver una interesante y estupenda colección de fotografías antiguas, en las que están estas increíbles mujeres haenyeo, cargadas con sus aparejos dirigiéndose a su trabajo con sus antiguos uniformes de faena, que serían cómodos y adaptados a las telas que usaban, pero para bajar a pulmón al mar precisamente calientes no eran. 




Con la llegada de nuevas prendas las mujeres haenyeo se modernizaron utilizando el neopreno. 

También se las representa en figuras para ver de manera más eficaz sus trajes y aparejos, como las boyas de calabaza para marcar su posición en el mar. 





En maquetas se reproduce su trabajo de gran esfuerzo, apoyadas por barcas de madera conducidas por hombres; normalmente los hombres arriba y las mujeres abajo del mar. Antes de salir a faenar realizaban un rito chamánico al dios Yo-wang para que protegiera a las mujeres y garantizara una pesca abundante. 


También hay barcas y aparejos de pesca en general en el museo.



Hay conchas del famoso abulón con sus bonitos colores verdeazulados, pero será un molusco que no volveré a intentar comer jamás (aunque nunca se debe decir nunca). 


Haenyeo ha sido una práctica para generaciones alrededor de las aguas de la isla de Jeju-do, frente a las costas de Japón y China, pero en los últimos años el número de mujeres que lo practican ha descendido ya que las hijas no han continuado con la tradición (el trabajo parece mucho y la recompensa no creo que se estime en el precio adecuado). En la década de 1950 en la isla trabajaban casi 30.000 mujeres y actualmente su número no llega a 3.000. 


Las mujeres haenyeo también fueron un punto de referencia histórico en Corea al llevar a cabo una campaña contra la explotación japonesa y luchar por sus derechos en enero de 1932, siendo el único movimiento liderado por mujeres. 

Ya que hemos aprendido sobre estas maravillosas mujeres lo mejor es ir a conocerlas in situ ejerciendo su labor en el mar. Todos los días hacen una exhibición en la playa de Ilchulbong, una pequeña playa situada en la base del pico Seongsan Ilchubong (mirar mapa). 


Antes de salir a pescar y demostrar su técnica y sus habilidades realizan un canto y aunque no suenan bien en melodía suenan bien por cómo lo hacen, el ambiente, la situación, las ganas de verlas.


Todas son mayores (más de sesenta años por regla general), hay una más joven y se nota claramente por su piel, sus labios pintados, sus pendientes. Creo que la de la derecha de la fotografía tiene ¡83 años!, cuarteados en su piel de sol y de sal marina.


Allá se van, el mar es su amigo y el medio en el que se manejan nunca mejor dicho como pez en el agua, y eso que no se las ve grandes nadadoras pero sí bien su técnica no será la mejor si la aplican con la sabiduría de la práctica y los años. 



Tras un rato sale una de ellas, la más mayor, con un pulpo entre sus manos y todos la aplaudimos. 


La muje sale airosa con su captura, un pequeño pulpo. 


La mujer deja a los turistas coger el pulpo y fotografiarse con ambos. Yo lo hice y tengo las fotografías que atestiguan el momento, pero al igual que en otros momentos con  cocodrilos, serpientes y lagartos no he tenido decoro en demostrar mi miedo, en esta ocasión no he salido con mi mejor cara (si es que tengo alguna mejor), así que os dejo a vuestra imaginación este momento, que como ya se puede suponer no tuvo nada de glorioso. La sensación es que el pulpo se te agarra pegando las ventosas de sus patas con una fuerza increíble a la mano, con lo que más que miedo era repulsión y el susto inicial al ser "succionada". 

El buceo que realizan estas mujeres no tiene nada que ver con el que yo intenté realizar con bombona en la preciosa Gran Barrera de Coral en Australia.  

Justo al lado de la playa hay un restaurante regentado por estas mujeres donde se puede disfrutar de una comida marina de lo más fresca, de la mar al plato. 

En la playa, sobre la base del pico o volcán Seongsan Ilchulbong se pueden ver los depósitos de ceniza (llamada también tephra), que son expulsados y luego caen al suelo, pudiendo ser transportados por los gases calientes y el vapor a lo largo de la superficie terrestre, tal cual si fuera una tormenta de arena en el desierto, quedando depositados en formas de capas. Siempre hay lugar para aprender más de la vida y la naturaleza, en este caso de geología, aunque me da que será de esas nociones que se pierdan entre mis neuronas.