28 de junio de 2012

España - Sequeros - Villanueva del Conde (Salamanca)


Terminando la  Vuelta a la Sierra de Francia

Salimos de San Martín del Castañar y nos dirigimos a la villa de Sequeros, que conoció gran prosperidad a principios del siglo XX. Primero visitamos en las afueras de la población el Humilladero, construido en el siglo XV, que servía de despedida y bienvenida a los caminantes. 


Al lado del Humilladero se encuentra el Mirador de la Llanada, con vistas a la Sierra de la Alberca y a la Sierra de la Peña de Francia. 


Un camino por detrás del Humilladero conduce a la Iglesia del Robledo, antigua parroquia en un bonito marco de paisaje, rodeada de cipreses, que mantiene su nombre y que al tiempo también recibe el de Iglesia de la Asunción. 


Se cree que su origen se encuentra en un templo del siglo XIII que resultó destruido por un incendio a principios del XVII y que fue reconstruido en 1622. 

Un panel en el exterior informa sobre el interior, tanto de la imagen de la Virgen encontrada dentro de un roble, por eso su nombre, como  del bonito artesonado en madera en estilo mudéjar, pero por la cerradura solo vimos la sombra de la imagen de la Virgen. Como detalle mencionable, en su interior un nicho acoge las reliquias de Simón Vela, el descubridor de la imagen de la  Virgen de la Peña.


Por un lateral de la iglesia sale un camino de escalones en piedra, que dan la sensación de ser el antiguo camino por el que se llegaba a esta iglesia, además algo más adelante otro camino conduce a los lavaderos, pero por ninguno de ellos nos adentramos, ya que el tiempo corría, se acercaba la hora de comer y no teníamos nada claro cómo y dónde lo haríamos.


Tras estas visitas entramos en la población, para llegar en primer lugar a la Iglesia de San Sebastián y San Fabián, construida a finales del siglo XVIII. 


Un elemento llamativo es la Torre del Concejo, construida en la Edad Media formando parte de las Casas del Concejo. En esta torre se presentaban al Conde de Miranda los cargos y oficios municipales. Posteriormente fue modificada para incorporar el sistema de campanas. 


Algunas calles por las que paseamos son éstas, quizás no tan llamativas como en otras poblaciones, pero también con su propio encanto. 




Nuestro último paseo por el pueblo nos lleva a un pequeño y coqueto parque


Parque en el que desgraciadamente los olmos se han ido muriendo por efecto de la grafiosis. 


En el parque se encuentra la plaza de toros, siendo un lugar cuando menos curioso curioso para su emplazamiento. 


Cerca del parque, y lo vimos a la salida del pueblo pero ya no paramos en él, se encuentra el mirador de la Cruz, presidido por un crucero, desde el que se obtienen vistas de los alrededores. 
 
Volvemos a ponernos en marcha y desde la carretera vemos la localidad de Villanueva del Conde y decidimos, a pesar del hambre y del crujido de estómagos que ya teníamos, hacer una parada rápida.  



En la plaza, por un lado se ve una ermita, de la que desconozco su nombre y sus datos. 


Pero lo más destacable es el tamaño de la iglesia, supongo que ese “apellido” de la villa, de los Condes, tendrá una relación directa con ella y su tamaño, porque sin lugar a dudas es la mayor de todas las que hemos visto en la zona. 




21 de junio de 2012

España - San Martín del Castañar (Salamanca)


Nobles, castañas y un santo

Desde Cereceda de la Sierra nos dirigimos a San Martín del Castañar, donde la afluencia turística es mayor que en los pequeños pueblos por los que hemos estado, sobre todo en los puntos principales de la localidad, aunque no en el grado que lo es en La Alberca. La villa fue declarada Conjunto Histórico Artístico en 1982. 

Aparcamos fuera del casco urbano, por aquello de las calles estrechas, con lo que para entrar en San Martín tenemos que cruzar la vega huertana que  lo rodea, para finalmente entrar en estas calles medievales con las típicas casas de entramado de madera y barro o piedras, con balcones asomados a las calles. 


Llegamos a la Plaza Mayor, que gira en torno a una gran fuente, en cuya barandilla hay apoyada una colección de bonsáis, no sabemos si municipales o a título individual de los lugareños. La fuente era el clásico pilón, que antiguamente era el abrevadero para el ganado y también para abastecimiento de los habitantes. 


En uno de los lados de esta plaza se abre el gran soportal del antiguo palacio que poseía el Obispo de Salamanca antes de pasar estas tierras y esta población a manos del condado de Miranda. Actualmente alberga el Ayuntamiento, y en esa planta de soportales antiguamente se reunía el concejo. 



Al fondo de este soportal una escalera conduce a la parte alta de la población, donde se encuentra la alhóndiga y actualmente también hay  una cancha de deporte. 


Bajamos de nuevo a la Plaza Mayor y paseamos por sus calles, y lo que nos llama la atención en las casas de San Martín son las magníficas portadas, que delatan su pasado nobiliario, datadas entre los siglos XV y XVI. 



La calle principal desde la Plaza Mayor conduce hasta la iglesia


La portada de la iglesia es románico mudéjar, del siglo XIII, siendo reformada en los siglos XVI y XVII, destacando especialmente su esbelta espadaña. 


Rodeamos la iglesia, encontrando otra visión de la torre-espadaña y su balcón, así como rincones coquetos de las calles. 




Detrás de la iglesia por un lado se encuentra la plaza de toros, una de las más antiguas en piedra construidas en España, cuyas primeras referencias datan del siglo XVII. 


En esta plaza de toros destacan los burladeros de piedra originales, tapados ahora por unos de madera. Las aberturas de la piedra son fracamente estrechas, imposible entrar por ahí entrdito en carnes y huyendo de los cuernos de un toro. 



Por otro lado, al fondo de la calle se encuentran la antigua muralla que rodea las ruinas del castillo del siglo XV, a cuyos pies se asentó la población en un principio. 


Lo único que se mantiene en pie del castillo son dos muros de la torre del homenaje. 


El interior del recinto del castillo acoge el cementerio, un marco majestuoso para descansar en paz, aunque realmente no tanta paz porque se acude al castillo en plan turístico, pero no hace falta ser irrespetuoso con la visita y respetar tanto los que moran este lugar como a los que les presentan sus respetos.


Al estar situado el castillo en terreno algo más elevado se obtienen vistas sobre la zona alrededor de San Martín del Castañar, y es que en estas localidades de la Sierra de Francia uno de los alicientes es el emplazamiento, el paisaje. 



Entramos de nuevo en la villa y callejeamos un poco, que al fin y al cabo es de lo que se trata, aparte de ir buscando los lugares y monumentos que se lleven marcados, y por supuesto no faltan rincones coquetos de la arquitectura tradicional. 


Caminando salimos de San Martín del Castañar por el puente medieval sobre el río Canderuelo, del que no hay una fecha exacta sobre su construcción, aunque ya se le conocía en 1577,  y sobre él la calzada romana



Por la calzada se extiende un camino de Vía Crucis, pasando primero por la Ermita del Socorro





Más adelante se encuentra el Humilladero, que originalmente no tenía paredes y cobijaba una cruz, pero que por el viento, el frío y la lluvia se tuvieron que levantar los muros para proteger a los que lo visitaban y el interior también. 



A la derecha del Humilladero parte el camino de los huertos, bastante corto según las indicaciones del cartel de información, y a la izquierda parte el camino que lleva hasta La Alberca, y creo, pero no vimos ninguna señal de ello, a las ruinas del convento de Gracia, algunas de cuyas columnas vimos en la plaza del Padre Arsenio en La Alberca. No realizamos ninguna de estas alternativas de camino pero seguro que cada una de ellas, a su manera y grado, son gratificantes. 

Volvemos a entrar en la población por el camino del puente y volvemos a pasar por calles por las que ya hemos pasado, o por otras nuevas, pero siempre descubriendo su arquitectura, ahora ya con el sonido del ajetreo de los fogones que se van poniendo en marcha. 


Sobre las fachadas de las casas, al igual que en los portones, en los escudos también hay rastros del pasado nobiliario de la villa.


Salimos de Sa Martín del Castañar por donde entramos, por el camino que cruza las huertas, y algunos de sus balcones están adornados y coloridos con sus balcones de flores, detalle este que en primavera en estas casas serranas son uno de los atractivos típicos, pero como más que primavera parece que estamos en invierno es un espectáculo que nuestros ojos no han podido disfrutar en esplendor.




12 de junio de 2012

España - Sierra de Francia - Monsagro - El Maillo - La Casa Baja - El Cabaco - Cereceda de la Sierra (Salamanca)


De la Casa Alta a la Casa Baja

Terminada la visita al Santuario de la Peña de Francia, emprendemos el camino de vuelta, y lo hacemos dando un rodeo por la Sierra de Francia. En el primer cruce de carreteras tomamos el desvío que conduce a Monsagro, y no por llegar al pueblo, del que no disponemos de información, sino por el hecho de atravesar parte de la sierra aunque sea en coche y no haciendo senderismo como le corresponde a este paisaje. 


Al principio la niebla nos acompaña pero poco a poco se va disipando y el sol comienza a brillar con esplendor. Llegamos a Monsagro y nos damos un pequeño paseo por el pequeño pueblo, encontrando primero la iglesia. Parece que la nave es una construcción original muy sencilla a la que se le ha añadido una vistosa torre en piedra, así como columnas del mismo material en el porche de entrada. 


Caminamos hasta la Plaza Mayor para ver la curiosa torre y su no menos curioso reloj del Ayuntamiento



La única manera de salir de Monsagro es volver hacia atrás, cada vez con el día más despejado, con lo que hubiera sido la oportunidad de intentar subir de nuevo al santuario por las vistas, pero las nubes seguían rodeando la cumbre, con lo que finalmente no lo hicimos. El paisaje no presenta grandes alturas, pero la extensión de verde produce paz, la poca circulación también, y además el conjunto idílico-bucólico lo completa una cabra hispánica saltando entre los árboles, pero en esta ocasión no se dejó fotografiar como el ciervo en el Parque Nacional de Cabañeros o las cabras en el barranco de Escalona


De todas formas la cima todavía seguía envuelta en nubes, con lo que posiblemente por algunos puntos cardinales la visión sería buena pero no totalmente, con lo que llegar hasta el santuario no nos hubiera asegurado las buenas vistas, y nosotros nos llevamos, de momento, el recuerdo de la casi soledad en nuestra visita, del halo misterioso y místico de la niebla, y de un paisaje nevado precioso, sin estar estropeado por las hordas de turistas que irían llegando al cabo del día.


De nuevo en el cruce de carreteras, ahora tomamos la que llega a la localidad de El Maillo, donde casi nos pasamos de largo unas ruinas, pero aparte de ir con el ojo avizor hay que ser persistente en lo que se busca y quiere ver.


Entramos por lo que parece un camino, pero luego se desvía hacia el pueblo y no hacia las ruinas, afortunadamente nos encontramos con un caminante del pueblo que aparte de darnos conversación nos cuenta que si se puede llegar a las ruinas, pero no se puede entrar porque hace un año el complejo fue comprado y está pendiente de rehabilitación, supongo que para construir un complejo de hotel con todos los servicios posibles, pero la crisis ha llegado y seguro que de momento ha sido suficiente con haber realizado la inversión de la compra. 

Las ruinas se tratan de la llamada Casa Baja o Monasterio Bajo de Nuestra Señora de la Peña de Francia, construida entre los siglos XV y XVIII. 


Es un convento fundado por los dominicos como residencia secundaria de la comunidad encargada de la custodia del Santuario de la Peña de Francia, que se trasladaba a él cuando los rigores del invierno (y hoy hemos padecido los de la primavera invernal, lo que nos hace comprender mejor la teoría) impedía la permanencia en él. El resto del año servía como almacén de alimentos y provisiones. 

El cenobio fue desalojado tras la Desamortización del siglo XIX, y por eso se encuentra en el estado ruinoso que podemos ver. 

Sobre la puerta de entrada al convento destaca el escudo de los dominicos. 



Por un agujero entre las piedras del muro intentamos ver lo que hay dentro, para intuir el claustro gótico o las dependencias así como su estado, pero la altura no es accesible a nuestros ojos si no trasladamos piedras para subirnos, y esto sería intromisión, así que lo único posible es colocar el objetivo de la cámara y esperar a lo que se ve, que es casi nada.


Si el estado interior es todo así, se va a necesitar tiempo y dinero para realizar la rehabilitación del complejo monacal, pero merecerá la pena, sobre todo si se hace con gusto. 

La iglesia parece que se conserva en mejor estado, por los menos todos sus muros exteriores parecen permanecer en pie. En la fachada destaca un escudo, mucho más ostentoso que el anterior, de los dominicos, con la concha de peregrino en la parte inferior. 



Caminamos un poco por el sendero que bordea la muralla exterior del convento por si bajara en altura y pudiéramos echar una visual más completa, pero tras un corto trecho desistimos ante el posible resultado sin fruto; con un tiempo menos ajustado posiblemente lo hubiéramos intentado, pero todavía teníamos muchas localidades pendientes por conocer. 


Volvemos hacia el coche, de nuevo satisfechos por las sorpresas que nos va deparando la zona, a pesar de sus cerramientos y de su tiempo inclemente. 


La siguiente parada la realizamos en la localidad de El Cabaco, donde es destacable su Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, con pequeño pórtico por un lado. 


Y un pórtico más grande por el otro; destacando de nuevo la torre almenada con balcón. 



A cada lado de las fachadas de la iglesia hay una plaza, que es como dos plazas en una, ejerciendo de punto central la iglesia. 

La siguiente población es la que hacemos un alto, es la pequeña, tranquila y algo abandonada por la emigración principalmente, Cereceda de la Sierra, con su Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, llamando la atención de los pocos habitantes que vimos estos dos turistas locos que se pierden por estos pueblos. 


Por la carretera de salida vemos un puente de piedra, supuestamente romano, pero no fue posible pararnos a hacer la foto, hay que ser respetuosos con las señales de tráfico por seguridad ajena y propia, y hay fotos que se recuerdan en la memoria.