17 de enero de 2012

Australia - Melbourne - Federation Square Complex - Princes Bridge - Young & Jackson Hotel


¡Viva la cultura! (en sentido muy amplio)

Frente a St Paul’s Cathedral se alza el Federation Square Complex, una preciosa obra arquitectónica de zinc, cristal, acero y placas de arenisca. El edificio de cristal es el Atrium, un lugar donde hay cafeterías, tiendas (todas cerradas cuando entramos) y donde se realizan exposiciones. 




Es el espacio público más reciente de la ciudad, que conmemora el centenario de la federación de los estados australianos, inaugurado en octubre de 2002. 


En su interior se encuentran: un Melbourne Visitor Centre; el Ian Potter Centre, galería dedicada al arte australiano; el Australian Centre for the Moving Image (ACMI) –museo dedicado al cine, la televisión el vídeo y medios digitales-; un Rincón de los Niños y el National Design Centre.

Lo mejor es disfrutar de su fantástica concepción y plasticidad arquitectónica, una verdadera delicia y alegría para los ojos. 







El Atrium termina en una pequeña sala de conferencias.


En el centro del complejo hay una plaza donde se realizan unos 2.000 eventos al año, con una pantalla gigante que nunca se apaga. El lugar no está muy concurrido, supongo que la hora y el mal tiempo son factores en su contra y aparte de algún turista y algún que otro ciudadano en busca de un  café pocas almas deambulamos en este espacio. 







Al lado de la Federation Square se encuentra el Princes Bridge, construido en 1888 sobre el río Yarra, que ha sido vital para la ciudad. En la actualidad es un símbolo de la frontera entre el norte y el sur de Melbourne. 


El río es utilizado por los piragüistas, y no importa que haga frío o que llueva y supongo que tampoco les importara la nieve, el deporte en Australia se vive. 


En los pilares del puente el escudo de la ciudad con sus cuatro elementos ya conocidos en el del Town Hall: una oveja, una ballena, un toro (ahora parece más una vaca, que tiene más sentido) y un barco.


Desde el puente se obtienen unas maravillosas vistas de las dos orillas: en la primera fotografía al fondo se distingue la torre de St Paul’s Cathedral, y en la segunda a la izquierda se ve el Southgate Bridge. 



La otra orilla, en la que destacan menos edificios y están principalmente concentrados en una zona.


Por el Princes Walk se puede acceder al paseo que recorre el río Yarra, que por supuesto los ciudadanos lo utilizan para correr pero en Melbourne utilizan más la bicicleta que los pies para circular. 


Al cruzar una de las calles un cartel avisador cuanto menos curioso en su referencia animal. 



Por esta zona solo nos queda por visitar un lugar, uno de los pubs más antiguos de Melbourne, Young & Jackson Hotel, que con esos azulejos nos trae recuerdos de un pub en Dublín.


La planta baja es un bar-cafetería-pub como casi todos los demás, quizás el ambiente en esta zona se lo da el propio nombre, la historia y la gente. 

Lo que hay que hacer es subir por las escaleras.


Que conducen al Chloe’s Bar and Bistro y dejarse sorprender con su decoración, como de club rancio y pasado de moda, pero no por ello deja de tener su encanto y de parecer un lugar agradable. Son dos salas grandes separadas por unas pequeñas escaleras, y la segunda sala se halla separada por una gran cristalera del comedor, decorado con mucho gusto y parecía un apetecible lugar, lo que desconozco es su nivel gastronómico. 




Nos sentamos en un sofá, en realidad me siento yo en el sofá, por el que soy abducida, es decir, en el que me hundo, cuya ventana da a Flinders Station, desde donde vemos que por la noche la iluminan con luces de diferentes colores. 


Nos tomamos dos cervezas, que el lugar es propicio, aunque más tarde un whisky tiene que sentar de maravilla en este lugar y si la chimenea estuviera encendida...


Seguramente la razón de que mi marido se sentara frente a mí y no a mi lado, no fue lo incómodo del sofá que te abduce sino ella, Chloe, un cuadro del parisino Jules Lefèvre de 1875, obra que se presentó a la Exposición de Melbourne de 1880 pero que el jurado lo rechazó por obsceno, por lo que acabó en este pub y está protegido por el National Trust. 


Caminamos por Flinders St hasta el cruce con Russell St por la que subimos hasta el hotel, donde cenaremos esta noche. Según veo en la carta como entrada lo que me llama la atención es Jamón Ibérico 5J, no lo dudo y pedimos una ración para compartir, y aunque es algo que no solemos hacer cuando viajamos, pedir productos españoles, a mí me apetecía comer algo realmente rico y del hotel me fiaba como para pedirlo. Era un buen recebo sin lugar a dudas. 


Por fin cantamos el Aleluya con el vino, el camarero nos sirvió Giant Steps, y tan emocionados estábamos aunque fuera al final del viaje, que fotografiamos la botella para no olvidarnos de él y recordar que en Australia hay vinos buenos. 


El paseo durante nuestra primera tarde por Melbourne ha sido intenso, gratificante e incómodo por la lluvia, pero la ciudad nos ha sorprendido gratamente, yo no quería dejar pasar la oportunidad de conocer la ciudad más victoriana de Australia, y a pesar de tener algo de temor por la belleza natural de Sydney y por su belleza arquitectónica que tantas sorpresas nos ha dado, Melbourne nos inundó de alegría visual a pesar de la cortinilla de agua, con gente muy activa en sus calles, se notaba más la vida en la calle a pesar del tiempo que en Sydney.