25 de noviembre de 2012

Corea del Sur - Jeju-do - Museo del Té O'Sulloc



El té de las 4.30 h

Una visita entre curiosa y expectante la tenemos tras nuestra visita por  Hallim Park y cuevas Hyeopjae y Ssangyong. Se trata del Museo del Té O’Sulloc (entrada gratuita). En Jeju-do hay museos para todos los gustos y de todos los colores, algunos realmente asombrosos en su temática, desde dinosaurios pasando por el chocolate, esculturas de sexo y muchos más. La única razón para visitar este y no otro, es que el té es un elemento casi diario en mi vida cotidiana, con lo que me pareció un buen lugar al que ir. 


Cuando buscaba información de este museo siempre me pregunté por quién sería este O’Sulloc, y resulta que no es nadie, ningún escocés vino por estas tierras a establecer un museo. La “o” significa apreciar y disfrutar, y “sulloc” es el té verde y o'sulloc también se puede traducir como origen de sulloc, sólo sulloc o de (of) té sulloc.


AmorePacific es una empresa que en 1960 comenzaba a ganar reputación como empresa de cosméticos, y su presidente, Sug Sung-hwan, se preguntó ¿por qué la cultura coreana del té desaparece mientras en otros países permanece?. Con la esperanza de revivir la cultura del té en el país comenzó el negocio del té verde, cultivando en la isla de Jeju porque reunía las mejores condiciones. 


El museo abrió en septiembre de 2001 y es increíble la cantidad de gente que lo visita, durante nuestra visita estaba lleno a rebosar, aunque tiene su razón de ser, no sólo por lo que expone, que es interesante, juegos de té históricos y de diferentes países como estáis viendo en las fotografías, sino también por las compras y las consumiciones que se pueden hacer. 


El té se introdujo en Corea durante el periodo de los Tres Reinos, utilizándose como una ofrenda a Buda y de uso exclusivo para la clase alta y noble. Con la llegada de la dinastía Goryeo el budismo se convierte en la religión del estado y la cultura del té comenzó a expandirse, disfrutando los ciudadanos en las casas de té que se abrieron, fabricándose diversos recipientes para beber: grandes cuencos, tazas de té con pedestales, vasos cilíndricos.

Los monjes budistas bebían ceremoniosamente el té para cultivar sus mentes (cultivo por el exterior, cultivo por el interior). Con la dinastía Joseon el té volvió a ser un artículo de lujo al ser gravado con altos impuestos, accesible por lo tanto de nuevo exclusivamente a la clase alta. 


Tras el paseo por la historia del té y algo de su proceso de fabricación se entra de lleno en el consumo del té, primero por la fase de las compras, donde señoritas amable y rápidamente te captan para este menester, pero como tenía decidido que compraríamos nos vino muy bien: nos ofreció unas pequeñas tazas para degustar hallabong, té negro con mandarinas, con el que  por supuesto piqué y compré, además del típico té verde, aunque no en polvo como en Japón, sino en hojas. También compré una bonita una taza de recuerdo, que además se añade a mi pequeña colección que es más simbólica que original o bonita. También hay productos de perfumería realizados con té verde: gel, champú, crema hidratante, jabones…un mundo extenso el del té.

Detrás de la sección de compras, como esto de gastar dinero en compras da mucha sed, se encuentra la cafetería o tea house, con una cola tan grande que se me quitaron las ganas de tomarme un rico helado de té verde, que descubrí en Japón y del que me hecho adicta, y en España ya se encuentra fácilmente para mi fortuna y mi paladar. 

Como no hacemos cola para beber o consumir subimos al observatorio que hay en el museo sobre los campos de té que abarcan 52 hectáreas. 


Se puede pasear por la plantación pero nosotros nos conformamos con la vista desde la terraza; en este viaje he tenido que priorizar y seleccionar muy bien dónde consumía mis fuerzas, sobre todo por las tardes, en las que cada paso era un ¡ay! en mis sufridos y doloridos pies.



No, no es la visita de nuestra vida ni la más interesante en la isla, pero no me arrepiento en absoluto de haber pasado por este museo, y no sólo por las compras, que té y tazas se pueden comprar en Corea en multitud de lugares, sino porque sigues un poco la ruta de los turistas asiáticos y porque en el museo se pueden ver esas porcelanas antiguas que valen la pena.