31 de julio de 2013

España - Madrid - Restaurante La Rotonda del Hotel Westin Palace

Cena surrealista de cumpleaños

Este año la celebración de mi cumpleaños por cuestiones médicas ha sido algo improvisada y con serias dudas de si se llegaría a cancelar, que además se ha unido a unas agendas apretadas de amigos con los que íbamos a compartir este momento, que el cumpleaños es un buen motivo para quedar pero no la razón principal, que esta siempre es la amistad, el cariño y el buen rollo. Resultado, que durante nuestro paseo por Madrid, cuando paramos a tomar un café en la Rotonda del Hotel Westin Palace, hicimos una reserva para cenar, ya que como en el cercano Museo Reina Sofía hasta el 2 de septiembre hay una exposición especial sobre Salvador Dalí, el restaurante de la mano de cuatro chefs (Marc Gascons, Quim Casellas, Vicenç Fajardo y Jordi Garrido) ha elaborado un menú para recordar al genio: Recordando a Dalí, del impresionismo al surrealismo


El restaurante se sitúa en un lateral de la impresionante rotonda, uno de esos lugares con "caché" de Madrid, por el que yo tengo "querencia", es un placer sentarse en sus sillones a tomar un café o una copa.

 

Alrededor de la rotonda además hay una exposición llamada Fashion Art, vestidos que son arte, o arte transformado en vestidos, de la mano de los artistas Manolo Valdés, Ouka Lele, Rafael Canogar o Eduardo Úrculo. Doce vestidos que se expusieron hasta el 15 de junio. 






Nos faltó tiempo, pero sobre todo concentración, para disfrutar de esta interesante y diferente exposición, y es que los ojos con "chiribitas" distorsionan la realidad de la visión y al terminar de cenar ya teníamos esta explosión de felicidad en nuestros ojos y nuestros cuerpos, ¡Feliz cumpleaños!

Ya es hora de cenar, el restaurante no tenía mucho público, ni para cenar con Dalí ni para cenar sin él. 

Comenzamos con una especie de aperitivos: Huevos al plato (sin el plato), Miniatura del cerdo y Autorretrato blando con bacon frito, un tres en uno. 


Los huevos al plato (sin el plato) a la derecha en la fotografía, es un huevo de codorniz pochado, botarga rallada (huevas de pescado) y espárrago blanco. Lo del "sin el plato" como no que termina de cuadrar, porque además en la página del hotel venía presentado el plato sobre un pequeño panecillo (que no era ampurdanés pero por lo menos era pan). Un pequeño bocado de buen sabor acompañado por un vino blanco Oliver Conti del Empordà, tierra natal de Salvador Dalí.

Este plato está basado en la obra homónima, en la que también hay plato y colgar un huevo no debe ser especialmente fácil en gastronomía, pero tal y como se desarrolla y avanza puede que hasta llegue el "huevo colgado". 


A la izquierda en la fotografía tenemos la miniatura del cerdo, un sencillo fuet, que no es de los mejores que hemos probado, a mí me recordó a esos envasados que se venden tanto ahora, o bien escasos de este ingrediente en el restaurante o poca atención a la calidad del mismo.

No hay cuadro para acompañar, o eso creo porque no he encontrado ninguna obra con este título, así que supongo que está referido a que durante los años setenta, Dalí se identificaba con los cerdos, "con el puerco, en el buen sentido de la palabra", decía, añadiendo que "es el único animal que nunca retrocede", ya que siempre va hacia delante, aunque para ello tenga que pasar por encima de toda la (y perdón) mierda del chiquero donde habita. 

Sobre el fuet, el autorretrato blando con bacon frito, un cremoso de panceta con flores de mostaza. A mí me gustó mucho esta crema de panceta, porque era comer panceta pero en otra textura, realmente una sorpresa, yo hasta este momento nunca la había probado así. El sabor predominante era la panceta, la grasa al poder en boca, quizás más adecuado para una comida que para una cena porque al final se quedaba con fuerza el sabor en el paladar. 

El cuadro en el que se basa:




El primer plato principal es La persistencia de la memoria.


Un clásico mar y montaña de la cocina catalana con una versión quizás algo fuerte, carne de matanza y cigalas (una cigala para ser exacta). La carne de matanza muy rica, y a pesar de la fortaleza de su sabor no era repetitiva como lo podía ser la crema de panceta. La cigala quedaba diluida, pero no por la matanza sino por ella misma, no nos pareció una cigala acorde del todo en calidad y sabor. No recuerdo el sabor de la espuma si lo tenía, y es que a estas cenas tendré que ir con una libreta para ir anotando sensaciones y sabores para recordarlos con más nitidez. Lo acompaña un vino tinto Castillo Perelada de Finca Malaveïna, del Empordà, con el que creo recordar hicimos el resto de la cena.

Se basa en  uno de los cuadros más conocidos y significativos de Dalí, el de los "relojes blandos", y a falta de relojes en el plato, lo que tenemos es el mar y la montaña.


Continuamos con Los primeros días de la primavera


Un rico plato de lomo de lubina a la brasa (la brasa es una perfecta compañera en su punto justo en la gastronomía) con guisantes, alcachofas, ajos tiernos y menta. Un buen plato de pescado con exaltación de verde primaveral. 

El cuadro de Dalí que le inspira:



Los platos principales terminan con Retrato de Gala con dos costillas de cordero en equilibrio sobre su hombro.




Un plato de cordero lechal de oveja con verduras de primavera, setas y judías. Llevaba más de treinta verduras y hierbas, lo que para mi gusto convertía el plato en un exceso, imposible (por lo menos a mi y a mi paladar) encontrar cada una de ellas, con lo que no me convenció, pero mi acompañante (y para eso de para gustos, los colores, y en este caso, los sabores) disfrutó mucho con él.

Basado en el siguiente cuadro:


Pasamos a la tanda de postres, comenzando con El momento sublime


¿Un huevo frito?, así nos lo presenta el maitre, un huevo que no necesita pan. Es un huevo dulce que se come en un suspiro, con una divertida presentación, y no deja de ser un huevo por sus ingredientes. Creo que fue la mejor simbiosis de nombre de cuadro, de cuadro y de plato, sin duda un momento sublime. Con los postres llega un cava Brut Rosé Castillo Perelada.

El cuadro que lo acompaña:


El segundo postre es Los deseos insatisfechos


Un bizcocho borracho con espuma de canela y helado de uva. Creo que el helado y los pequeños dados que lo acompañaban eran de sabor a moscatel, y el bastoncillo un merengue, en este caso alargado y no con forma de pequeña montaña. Nos gustó y nos refrescó, aunque el huevo dulce si que persistía en nuestra memoria, con lo que todo lo que viniera tendría serias dificultades para superarlo. 

El cuadro de Dalí que le inspira:


Los postres terminan con Las acomodaciones de los deseos


Siento la foto algo movida, debe ser que los postres tenían vida propia...Unas piruletas de chocolate, que si bien nos hicieron mucha gracia en su presentación, no nos dejaron el regusto final que deberían. 
La teoría es que hay un cuadro detrás de este plato, del mismo nombre que él. 

Pero en realidad se trata por un lado de una piruleta con los sensuales labios de Mae West, de la obra (instalación la llamarían ahora, que no sé si antes ya era llamada así) Mae West Room, que se tiene que contemplar desde una pequeña escalera para encontrarse con el rostro de la actriz, por lo que necesita perspectiva (un genio el señor Dalí), y con sus sensuales y sexuales labios convertidos en sofá, que se han podido ver en platós de televisión y en películas. 



La otra piruleta es el bigote inconfundible de Dalí, y no hacía falta ni escribirlo a pesar de la mala fotografía realizada. Imposible no recordar al genio atusándose el bigote en sus entrevistas.

La cena resultó divertida aunque no fascinante en términos gastronómicos, lo que sin duda consigue es acercarnos a los más profanos al arte de Dalí por el hecho de querer visualizar los cuadros en los que se han basado los chefs para elaborarlos. 

Terminamos la noche tomando unas copas (sí, unas copas más) en la rotonda, y es que había que seguir brindando, ¡Feliz cumpleaños!. 


Un Martini de vodka y un Blue Sky. 



29 de julio de 2013

Corea del Sur - Conclusiones, enlaces y apuntes para un viaje al país



The land of the morning calm

Una vez terminado el viaje por Corea toca la hora de una valoración, y a la pregunta ¿por qué os ha gustado el país? Podemos responder con varios motivos principales. El primero, y creo que uno de los más importantes, ya que te hacen la estadía y el paso por los países más cómodos y agradables, es su gente, siempre amables con nosotros, al vernos desplegar el mapa y dudar, tanto en el metro como en la calle, o cuando nos quedábamos atorados en las máquinas de sacar los billetes de metro, aunque no fuera ya por dudas sino por rebuscar las monedas para no tener un arsenal de las mismas, se acercaban para ayudarnos, así como en las pocas ocasiones en las que tuvimos que recurrir a preguntar una dirección, siempre mejor a los jóvenes que saben inglés, que a los mayores, aunque éstos también te ayudaban con gestos y en coreano, además de su cara de asombro al vernos, ya que no es muy normal ver a occidentales en Corea todavía, y no en pocas ocasiones nos han preguntado a nosotros o a nuestra guía de dónde éramos, ya que llamar la atención lo hacíamos.

El segundo, por sus paisajes infinitos de verde y montañas, ya que Corea está cortada por una columna vertebral montañosa y te muevas por donde te muevas por el país las montañas son siempre tu compañía. Producía calma esta compañía silenciosa. Y por sus paisajes y naturaleza en general, porque cada vez que hemos pisado verde (montaña) o azul-verde (mar) el espectáculo ha sido impresionante y nos ha enamorado. 

El tercero, por su sorprendente, abundante, variada, en ocasiones demasiado picante y divertida, gastronomía, que nos hemos puesto hasta las orejas, y no sólo de arroz y de kimchi. Creo que este punto ha quedado claro al leer (y ver) las entregas correspondientes principalmente a nuestras comidas, un auténtico lujo. 

El cuarto, por su cultura del descanso, colocando pabellones o cualquier instrumento casero en los paseos de cualquier lugar, en las montañas, en las riberas de los ríos, allá donde pueda ser necesario. Envidia sana nos ha producido saber descansar y saber dejar descansar a los que lo hacen. 

Y por último, por la arquitectura, que no es tan variada para nuestros ojos como lo ha sido en otros países ya visitados. Los templos budistas y los palacios son una sucesión de tejados infinitos a veces superpuestos, de colores llamativos, de madera y piedra, a primera vista siempre iguales, pero al final siempre diferentes, con detalles en cada uno que les hace ser especiales a todos ellos, hasta a los más pequeños, y en la mayoría de las ocasiones en paisajes increíbles e incluso sorprendentes y de difícil acceso. 

La visita a los templos y palacios nos ha enseñado mucho sobre la concepción china de construir palacios, para asentar los conocimientos cogidos al hilo en la ciudadela de Hué, en Vietnam, pendiente de una reconstrucción total como están haciendo en Seúl en sus palacios. 

Lo que no nos ha gustado es el clima, pero con ello ya contábamos, agosto es un mes pegajoso para viajar, y así hemos estado durante diecisiete días, sudados y pegajosos, menos el último, el decimoctavo, que como en una despedida triste el cielo llovió sobre nosotros con fuerza, y esta vez estuvimos mojados pero no de sudor. Definitivamente agosto no es un buen mes para viajar a Asia a hacer turismo de caminante, pero cuando es tu mes de vacaciones hay que disfrutar siempre, sea donde sea, hasta en mi pueblo manchego, que de calor también sabe un rato largo. Y a pesar de todo, hay que agradecer que la lluvia no nos acompañara durante todo el viaje, porque si el calor es malo, el agua puede ser peor compañía, más cuando en esta zona del mundo cuando llueve parece que se han roto las compuertas del cielo. 

Personalmente nos hemos quedado a medias con los planes, quiero decir, los años no pasan en balde, y además en este mi condición física ha sido un hándicap a superar continuamente, intentando doparme con pastillas y crema antiinflamatorias, pero es bueno aprender a soportar con estoicismo las limitaciones y disfrutar de lo que se puede hacer y ver en cada momento. Ya no podremos ser los todoterrenos sin límites que éramos, andando todo el día kilómetros sin descanso para conocer, seremos correcaminos a pasos más lentos, más calmados y con más paradas, lo que hará que también conozcamos los lugares con más calma aunque de forma menos extensa e intensa. 

También creo que los palacios y templos de Corea son para recorrerlos con tranquilidad, para intentar comprender su significado, su uso, y también para disfrutar del arte de la fotografía, ya que son lugares donde a cada ángulo surge una nueva visión, que nos recordará a alguna ya vista pero que pequeños o grandes detalles las harán diferentes. 

Para terminar unos enlaces de páginas web que considero interesantes para documentarse si se quiere visitar Corea, ya que además en español, hasta el momento sólo hay dos guías de viaje, que yo sepa, una que se ha quedado algo antigua, de Ediciones Miraguano, y otra que en teoría se puede conseguir solicitándola en la página web visit Korea pero que yo no recibí, así que en la Oficina Comercial de Corea en Madrid la conseguí. 

Me arriesgo a hacer un planning para un viaje a Corea, partiendo de la base de no llegar a tantas ciudades como hemos hecho nosotros y basándome en la utilización del transporte público. 

Seúl – Cinco días; uno de ellos para ir a la DMZ y la JSA, y otro para ir a Suwon. Restringiendo visitas de palacios pueden ser cuatro días en la ciudad, pero al quedarse en solo dos días hay que elegir muy bien lo que se quiere conocer.

Volar hasta la isla de Jeju-do desde Seúl – Tres días, alquilar un coche y recorrer la isla con tranquilidad, ya que no a todos los lugares se podía llegar en autobús local y además da mucha más libertad. 

Volar hasta Busan desde Jeju – Tres días, para disfrutar de sus monumentos, de sus vistas panorámicas desde la torre y desde la montaña, de sus calles, de sus mercados, de sus paisajes marinos, y por supuesto, de sus playas. 

Tren hasta Gyeongju desde Busan – Tres días, porque una ciudad tan soberana merece conocerse en profundidad, y de paso si se quiere cambiar el chip histórico y artístico entrar en uno de esos parques de atracciones tan curiosos y diferentes que tienen en Corea. 

Soy consciente de que en este recorrido dejo muchos lugares pendientes, algunos por los que hemos pasado y podéis encontrar en este blog, y otros por los que no hemos podido llegar, que en alguna ocasión he ido mencionando como sugerencia, pero he realizado un tour básico de 14-15 días en los que las visitas sean lo más completas posibles, si se prescinde de alguna de ellas, como ha sido nuestro caso y se disponen de más días se pueden incluir más ciudades por las que pasar. 

Creo que nuestro recorrido ha sido bastante extenso, abarcando todos los posibles aspectos de la cultura coreana, con sus paisajes, templos, palacios, museos, montañas, jardines, cementerios con historia e historias, ciudades, música, vida, gastronomía, y ha resultado plenamente satisfactorio. 

En esta ocasión sí he pretendido al relatar el viaje que sea una guía, dada la todavía poca información en castellano, aunque gracias a los que viajan o viven allí cada vez se encuentra más en la red. Espero poder ser de utilidad.

Páginas web donde encontrar información sobre el país (la mayoría son en inglés):

La ya mencionada visit Korea, con información concisa sobre los lugares, y práctica sobre los medios de transporte para llegar a ellos. Aparte de la buena información la ventaja es que se puede ver en español.

Parecida a la anterior, pero ya en inglés: life in Korea

Para Corea del Sur y Corea del Norte, con buenas fotografías e información, heritage of Korea

Para Seúl, con información sobre turismo en general, alojamiento, restaurantes, compras, diversión...visit Seoul.

Palacios de Seúl y tumbas reales en el país, cultural heritage of Korea

No pueden faltar blogs de españoles que han vivido en Korea, como el que he mencionado en varias ocasiones, la paella de Kimchi, pero ya veréis que afortunadamente no es el único, y muy bueno, que encontraréis en la red. 

La última mención a un blog con unas fotos increíbles del país, llenas de colorido y magia, tal y como es Corea, love south Korea.




26 de julio de 2013

Corea del Sur - Seúl - Aeropuerto de Incheon - Vuelo a Madrid



Annyeong gyeseyo Korea! Gamsa hamnida!

Comenzamos nuestro paseo por Corea y Seúl al saludo de annyeong haseyo! y nos despedimos de ambos con la expresión annyeong gyeseyo!, que es la que pronuncia el que se va, el que se queda lo hace con annyeong gaseyo!, pero yo he tenido un lío con estos finales durante todo el viaje tremendo, con lo que hola seguro que lo he dicho en su momento apropiado pero las despedidas creo que no habrán resultado como debían, aunque dicen que lo que cuenta es la intención, y de esa estaba cubierta. 

Antes de las 19.30 llegan a recogernos al hotel, donde hemos disfrutado de un descanso y de un pequeño refrigerio. El chófer es el mismo con el que hemos compartido la última parte del viaje, con el que salimos de Gyeongju; supongo que el día de lluvia le ha hecho venir antes por si el tráfico estuviera infernal. Pero no, el tráfico estuvo algo congestionado en la salida de Seúl, pero luego hasta llegar al aeropuerto de Incheon todo tranquilo, con lo que llegamos en algo menos de una hora. 

El vuelo es a las 23.15 y son poco más de las 20.30 tras haber facturado rápidamente porque no había ese caos que suele haber en los aeropuertos y en los mostradores, a estas horas deben salir pocos vuelos y está todo en calma, pocos viajeros deambulando por Incheon. 

Antes de facturar se puede proceder a la devolución de impuestos pagados en las compras, enseñándolas al agente de aduana junto con la factura; pero nuestras compras no han sido tan escandalosas como para realizar este engorroso trámite y decidimos saltarlo, tal y como hicimos Australia: eso de sacar las compras de la maleta, donde está todo organizado y casi metido a presión para enseñarlas es una medida contra el fraude pero un obstáculo para el visitante comprador a no ser que estas compras representen un buen importe. 
 
Nos damos un paseo por la zona comercial, que está impoluto y así conocemos un poco al que en el 2012 designaron mejor aeropuerto del mundo, y que a nuestra llegada no pudimos hacer; lo malo es que si entonces el exterior se nos quedo pendiente, ahora de noche, pues más de lo mismo. Además siempre hay un hueco para una compra pequeña, otro recuerdo, otro regalo. 



No nos parece nada del otro mundo la zona comercial, amplia e impoluta como he mencionado, pero no muy diferente a otros aeropuertos mundiales. Eso sí, a las 22 h cierran las tiendas y el aeropuerto se convierte en un aeropuerto fantasma. 


Aunque con el paseo comercial hemos consumido bastante tiempo, nos da tiempo para ir a la sala VIP, lo primero es una buena ducha después del día de bochorno y agua de lluvia, donde descubrimos que las cabinas de ducha no están mal pero a falta de detalles de tocador, y siendo amplia la cabina no era muy cómoda. Con ello nos queda poco tiempo para comer algo, pero no es lo importante, en el avión siempre te acaban cebando, pero si nos dio tiempo para echar un vistazo rápido a la oferta gastronómica, que no nos pareció tampoco nada excepcional. 

Personalmente creo que esta designación como mejor aeropuerto por infraestructura y servicios se la merece más el aeropuerto Changi de Singapur, que le da mil vueltas en la alegría de las zonas comerciales, en decoración en general, en la sala VIP, donde el buffet era un despliegue de medios donde había que pensarse bien lo que comer, y el servicio de cabinas con ducha amplio, cómodo y con todos los admíniculos necesarios para salir como nueva de ella. En fin, supongo que los críticos que votan encontrarán otras virtudes de Incheon que yo no las ví, yo soy una simple usuaria. 

En el avión, nos dan de cenar, y nos despedimos del mismo modo que llegamos, con un bibimbap, pero en esta ocasión va acompañado con un papel con instrucciones, ¡ahora, que ya sabemos!, aunque más vale tarde que nunca. 


El vuelo correcto, bien atendido y nosotros bien alimentados. Aunque fue un vuelo nocturno a mí me es imposible dormir, nunca lo consigo en los aviones, ni encuentro la postura adecuada ni consigo evadirme del lugar donde estoy, por no hablar del ruido de fondo o de la incomodidad de los cascos en la cabeza, aunque poco a poco voy consiguiendo ir más relajada y si bien no concilio el sueño por lo menos el cuerpo descansa. 

Al amanecer en esta ocasión no consigo hacer fotos, parece que en la vuelta perdí una de mis buenas costumbres que espero recuperar.  

Corea nos ha dejado un maravilloso sabor de boca, y no lo digo por el aspecto gastronómico, que como habéis podido comprobar ha sido un auténtico placer, sino por el país en sí, por descubrir su cultura, su arquitectura, su budismo, sus gentes, sus paisajes. Creo que es un país bastante desconocido pero que poco a poco irá tomando posiciones porque tiene mucho que ofrecer. 

Si hay un coreano famoso, más que el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, es el cantante PSY, que aunque no necesita a estas alturas presentación, se ha hecho mundialmente conocido por su vídeo y canción del distrito de Séul Gangnam-gu, que para los Juegos Olímpicos de Londres compusó una canción para animar a los participantes y promocionar su bonito país, con un paseo por el palacio Gyeongbokgung, y por sus tradiciones: taekwondo, vestidos hanbok, máscaras como las que pudimos ver en Hahoe, y por supuesto los actores del cambio de guardia



Gamsa hamnida Korea! (¡gracias Korea!).