Bienvenidos a la ciudad del caos urbanístico (Desde las alturas)
Nuestra estancia en la sorprendente y carismática isla volcánica de
Jeju-do se ha terminado, con las maletas a cuestas, y ya nos cuesta el hacerlas,
deshacerlas, llevarlas y traerlas, vamos hacia el aeropuerto de Jeju-si para
volver a la península coreana.
El aeropuerto de Jeju-si se ve moderno, amplio y limpio pero no es muy
grande y eso que tiene mucho tráfico al ser una isla destino típico de veraneo.
En la espera de la salida del avión en las tiendas de dutyfree me compro más
protector solar, el mío está en las últimas y no quiero achicharrarme el resto
del viaje, aunque no fue una compra afortunada del todo, y es que el sol se
rige por sus propios principios.
Hoy volvemos a volar con Korean Air, y algo que no me ha gustado del tour es la
poca predisposición a tener vuelos a primera hora de la mañana, salimos a
las 11.40 h para llegar a destino a las 12.35 h.
La isla tiene su propia compañía aérea low cost, Jeju Air.
Las azafatas de Korean Air van como siempre impecablemente peinadas con
sus lazos azules.
Hoy sí nos toca ventanilla aunque tampoco tenemos, como en el viaje de
ida, oportunidad de ver grandes paisajes a la salida, con lo que la vista aérea
de la isla de Jeju me ha quedado pendiente y sospecho que debe resultar
interesante. Nos acercamos al destino flanqueado por su parte más occidental
por unas pequeñas islas no habitadas pero con unas playas de arenas limpias.
Hemos volado desde Jeju-do a Busan,
la segunda ciudad más importante de Corea del Sur, por detrás de Seúl, con
cuatro millones de habitantes, que además es el principal puerto del país, tanto
comercial como de pasajeros, ya que desde aquí hay un servicio de ferry a
Japón, a Jeju-do y al Parque Nacional Marítimo Hallyeo.
Con la romanización del alfabeto hangul la letra "p" pasó a convertirse en "b", aunque su pronunciación se mantiene como la segunda (un auténtico lío fonético y escritural); con lo que Pusan pasó a escribirse como Busan, pero se puede encontrar tanto en guías como en señales en el país de las dos formas. Lo mismo pasó con la letra "k" que pasó a ser "g".
Con la romanización del alfabeto hangul la letra "p" pasó a convertirse en "b", aunque su pronunciación se mantiene como la segunda (un auténtico lío fonético y escritural); con lo que Pusan pasó a escribirse como Busan, pero se puede encontrar tanto en guías como en señales en el país de las dos formas. Lo mismo pasó con la letra "k" que pasó a ser "g".
Busan se localiza en la provincia de Gyeongsangnam-do (mirar mapa), donde muchos refugiados se asentaron
durante la Guerra de Corea. En 1592 los japoneses estaban ansiosos por abrir
una ruta terrestre a China, pero el gobierno de la dinastía Joseon lo rechazó y
los japoneses atacaron, desembarcando en Busan bajo el mando de Toyotomi
Hideyoshi, por eso en esta ciudad muchos japoneses encuentran historia sobre
sus familiares, y por esta razón, aparte de por la cercanía física, al ser la
parte más cercana de Corea a Japón, la región tiene una larga historia de
influencia japonesa.
La estrella de la guerra fue el conocido en Seúl almirante Yi Sunshi, un militar brillante que desarrolló el barco tortuga y que
consiguió derrotar a los japoneses.
En la cinta de equipajes se nos acerca una pareja, les hemos llamado la
atención, y es que ¡son españoles!, ellos están viajando por su cuenta y acaban
de llegar de nuestro admirado y querido Japón (aunque ya sabemos que nada es perfecto), del que por supuesto vienen tan
encantados como vinimos nosotros en su momento y del que seguimos enganchados
por los recuerdos.
Como el tiempo es oro, con las maletas en el coche que nos espera a la
salida del aeropuerto, nos vamos directamente a conocer la ciudad de Busan. La entrada
ya nos impresiona, una ciudad que nos parece desparramada sobre y bajo la
colina en la que se localiza, pero que a pesar de este maremagnun de
construcciones a mí personalmente me empieza a gustar y eso que al preparar
información sobre ella no fue la que más me encandiló.
Lo primero es ir a la Torre Busan
(4.000W), construida en 1973 con 118 m de altura.
La torre se alza en el parque
Yongdusan, pero del parque realmente vemos poco, lo que nos alcanza la
vista en la subida con el coche, que mientras nosotros lo hacemos motorizados muchas personas lo hacen haciendo ejercicio.
En la amplia plaza que precede a la torre hay varios elementos mencionables, como un pabellón que aloja una campana de 25 toneladas de peso, 3,8 m de alto y 2,3 m de diámetro, que en año nuevo reúne a multitud de gente a su alrededor cuando se la hace sonar.
Creo que esta es la parte trasera del monumento a Ang Hui-jai, un patriota independentista, por la parte
delantera están escritas unas palabras en coreano.
También hay un bonito reloj de flores.
Un monumento al almirante Yi Sunshi, al que ya conocimos en la avenida Sejong de Seúl, pero cuya estatua de 12 m de altura está en proceso de
rehabilitación.
El parque Yongdusan es el parque de la cabeza del dragón, porque la
montaña donde se sitúa se asemeja a una cabeza de dragón que emerge desde el
mar, y por eso hay una impresionante a la par que bonita escultura de un dragón.
En un banco a la entrada de la torre se encuentra la escultura, nada
favorecedora por cierto, de Ji Woo Choi, actriz nombrada embajadora de
turismo de Busan aunque nació en la provincia de Gyeonggi-do y que fue nombrada
la reina de los dramas coreanos.
No falta un lugar dedicado al romanticismo pasteloso, un banco con un
corazón y por detrás la colección de candados, como ya vimos en la torre Namsan
de Seúl.
Con el exterior más o menos curioseado rápidamente
subimos a la torre. El observatorio no es demasiado amplio y parte de
su espacio está tomado por una cafetería, pero sus vistas son espectaculares
sobre la ciudad, si Seúl estaba “desparramada”, lo de Busan ya no tiene
adjetivo.
Hacia abajo, el pabellón de la campana, el
monumento al almirante, al patriota, el reloj de flores y algo del parque
Yongdusan.
Hacia el interior, más o menos norte.
Giramos en sentido de las manecillas del reloj.
Continuando el giro nos encontramos con uno de los
puertos de Busan, que como tiene una amplia bahía con varias entradas y dado su
fuerte tráfico marítimo tiene diferentes puertos, en este caso estamos frente
al importante Busan Port, donde se encuentra la terminal de cruceros, situada
al fondo a la derecha en la fotografía, pero que no se distingue, localizada al
lado del Parque Taejongdae (aunque es algo extraño decir que un lugar está cerca de otro lugar en estas megaciudades).
Este gran puerto comunica con un puerto más
pequeño, Busan South Port.
Al fondo el Puente Namhang, y detrás de él la playa
de Songdo.
En este pequeño puerto, Busan South Port, se encuentra el Mercado de Pescado de Jalgachi, que en su tejado recuerda (vagamente, porque no son comparables por supuesto) al magnífico edificio de la Ópera de Sydney. Lo que no se intuye desde aquí es el bullicio que hay en los alrededores del mercado.
Continuamos el giro según el movimiento del reloj
para ir dejando el mar hacia atrás.
Y así toparnos nuevamente con el bullicioso urbanismo
de la ciudad.
Desde arriba Busan nos ha encantado, con su amplitud urbanística, con su
aparente caos, con la vida que parece manar al estar situada al lado del mar. A
pesar del día despejado no vemos la isla japonesa de Tsushima y ahora la he
rebuscado en las fotografías y tampoco la veo, posiblemente con el zoom de la
cámara hubiera sido posible pero yo estaba disfrutando de las vistas y nada
preocupada por las capturas fotográficas, como tampoco la vimos, y un impedimento más fue la noche, desde la isla de Dongbaek. Tampoco es posible divisar el puente emblema
de la ciudad, el puente Gwangan (o yo no lo he reconocido).