¡Manos en el suelo!
Una vez recorrido el mercado de Jalgachi, tanto por el interior como por el exterior seguimos en el ambiente, por
las calles Nampo-dong, Gwangbok-dong y por las que las
cruzan (mirar mapa). Gwangbok-dong es la calle de la moda en Busan y es muy popular entre
los jóvenes, ya que son tiendas de marcas conocidas internacionalmente y supongo que otros serán a nivel nacional.
Por supuesto no faltan los puestos de comida, y es que comer en Corea es
un auténtico placer, aunque yo añadiría que también se puede convertir en un pecado de gula.
Este puesto en particular debe ser de alguien que se ha ganado una merecida fama, no sólo porque esté la foto de ella sino porque hay fotos de
supuestamente conocidos o famosos que han pasado por aquí.
Si no lo reconozco mal nos reencontramos con las
bolitas de pulpo rebozadas de Osaka, y nos volvemos a reencontrar con Dotomburi, con lo que no sólo es que la zona
nos la recuerde visualmente, sino también gastronómicamente. En Corea, estas bolas reciben
el nombre de takoyaki.
También hay instalados unos puestos para leer el futuro, eso sí,
cerrados para proteger la información de los interesados a los ojos y oídos de los curiosos transeúntes.
En la zona hay edificios dedicados al ocio, de grandes, pequeños y mayores, que para los videojuegos no hay edad, y ya sabemos que los karaokes (y creo que alguno de los dos pisos superiores puede ser uno de ellos) son un furor en Asia.
Aparte de las tiendas en los edificios, en el centro de la calle hay un
puesto tras otro bajo una legión de sombrillas protectoras.
Como ya he mencionado, en la calle Gwangbok-dong, con un ambiente más formal y sin puestos callejeros en sus aceras, hay tiendas de marcas conocidas, en este caso no precisamente caras, y
arte urbano, como esta escultura con una cámara en mano, muy
representativa de una zona que se encuentra al lado.
Algunas calles están tomadas en el centro por un puesto tras otro de
comidas, que están preparados con sus pequeñas banquetas para atender a los
clientes. No sé si la fotografía corresponde al callejón que llaman Mokja Golmok, cuya traducción
es “vamos a comer”. Sea este callejón o no, realmente un espectáculo gastronómico, en el que además se veía todo muy limpio para ser en la calle, marcando la diferencia con las sensaciones recibidas en Hanoi.
Entramos en las calles donde se localiza el Mercado Internacional Gukje, una de las zonas de compras más famosa de
Busan, donde el regateo está a la orden.
El mercado fue creado por los refugiados de la Guerra de Corea y ha ido
creciendo y extendiéndose, llegando a convertirse en uno de los más grandes del
país.
Se puede encontrar de todo: ropa, muchos artículos de cuero (más bien,
imitando al cuero porque de piel no parecían tener nada a primera vista y a primer tacto), baratijas, juguetes,
souvenirs, maletas, muebles...Siendo parecido al mercado de Namdaemun de Seúl, me sentí más a gusto en este mercado de Busan, por ninguna razón en concreto, son solo sensaciones del momento, aunque para comprar en cualquiera de ellos hay que armarse de paciencia para buscar, comparar precios y luego regatear.
Y siempre la mirada encuentra algo llamativo, como estos cascos para la moto divertidos.
Tras el callejeo interno, calle arriba, calle abajo, y puede ser interminable, se vuelve a salir a Gwanbgok-dong para encontrar otra simpática
escultura, ¡qué alegría da pasear y comprar!, es lo que parece simbolizar.
En algunos puestos, en el momento te preparan una bebida fría para llevar, además las sirven
en bolsas de plástico que al terminar se doblan y no ocupan espacio, aparte de
ser rellenables y reutilizables con el líquido que más nos apetezca (una buena idea que he visto en algún reportaje de algún país de Sudamérica pero que ahora no recuerdo).
Al lado de esta zona tan comercial y formando parte de ella se encuentra
la zona del BIFF, donde se celebra
el Busan International Film Festival anualmente.
En el suelo, como en el Paseo de la Fama de Hollywood, losetas con
las huellas de los famosos que han pasado por el festival, a la derecha la mano
de Juliette Binoche, ¡menuda manaza!
A la izquierda de Juliette,un nombre que reconocemos,
el del director español Carlos Saura.
Entre tanto pie pisando por la calle es imposible pararse a buscar más
conocidos, además parece que los ojos se posan más en los desconocidos,
principalmente coreanos, que en los que nos son familiares, pero allí están las
huellas de Jeremy Irons, Kitano Takeshi, Zhang Yimou, Win Wenders, Jeanne
Moreau o Enrio Morricone por si queréis buscarles.
Anunciarse se anuncia la zona, lo difícil es poder ver las baldosas sin
pies, pero claro esta no tiene mérito porque no hay mano en ella, no tiene tanta atracción.
Hemos terminado las visitas concertadas, y es que somos rápidos y además
no compramos demasiado, y cuando lo hacemos vamos directos a por nuestra presa,
no damos muchas vueltas.
En el coche Sonia nos pregunta si nos gustaría ver
algún sitio de la zona, y en esta zona sólo se me ocurre uno que me pareció interesante,40 Gyedan-gil, las 40 escaleras, donde se recrea la vida de los
refugiados durante la Guerra de Corea, que se encuentra por detrás del Parque
Yongdusan, donde se encuentra la Torre Busan, pero habla con el
conductor y le dice que aparcar por allí no es fácil, que no hay sitio. La
solución sería que nos dejaran lo más cerca posible y nosotros iríamos al hotel
por nuestra cuenta, pero hay un pequeño problema, las maletas están en el
coche, y no sería justo que ellos cargaran, mejor dicho, las descargaran en el
hotel para ir nosotros de turistas “chupiguays”, cada cual tiene que ser responsable de sus cosas.
Busan es una ciudad caótica en el urbanismo, pero también lo puede ser
en el tráfico, con lo que ir a cualquier otro lugar que no fueran estas escaleras, sería atravesar media
ciudad o toda la ciudad y eso ya marcaría las seis de la tarde en el reloj,
hora más o menos en que los servicios de guía y chófer finalizan, con lo que
decidimos que vamos al hotel, nos registramos, nos encargamos nosotros de las
maletas y nos damos nuestra ducha de tarde, que ya decidiremos si hacemos algo
o no.