7 de marzo de 2013

Corea del Sur - Gyeongju - Museo Nacional de Gyeongju



Conociendo a la dinastía Shilla

Nuevo día, nueva mañana, nuevo desayuno, tras el que en recepción ya nos espera Sonia, y a la salida del hotel nuestro eficiente chófer, Lee Sok. Antes de comenzar el tour programado le pregunto a Sonia por un lugar que ayer nos dejamos pendiente, tanto porque no entraba en el tour, a pesar de tener entrada libre, como por no entender ella la necesidad de visitarlo y la lluvia de ayer me hizo desistir de intentar su visita, que ya relaté en la entrada anterior por aquella de la logística zonal, el Seokbinggo, el almacén de hielo en el palacio Balwolseong, ya que Sonia y Lee estuvieron de acuerdo en llevarnos.

La primera visita programada del día es al que dicen el mejor museo histórico de Corea, con permiso por supuesto del Museo Nacional de Corea en Seúl, el Museo Nacional de Gyeongju (mirar mapa). El edificio se asemeja a un tipico pabellón de palacio levantado sobre columnas. 



Es uno de los mejores museos del país por su importante colección de reliquias del reino de Shilla, que tuvo su capital en esta ciudad. Shilla fue el primer reino que unificó la península coreana, y que rigió sus destinos durante mil años, desde el 57 a.C. hasta el 935 d.C, cuando fue sucedido por la Dinastía Goryo. 

El museo conserva más de 80.000 objetos pero en exposición sólo expone unos 2.500. 

En los jardines y terreno que rodean el museo se exponen estatuas, ornamentos de templos, stupas y otros monumentos. 



Nos llama especialmente la atención una stupa o lápida magníficamente decorada, cuyo detalle más importante es que es doble, dos tortugas con sus cabezas de dragón, que fue encontranda en Sungboksa. 


Uno de los monumentos más destacables que se exhibe en el jardín es la Campana Emile, la Campana Divina del Rey Seongdeok el Grande, mandada construir por el rey Gyeongdok (742-765) en memoria de su padre Seongdeok, con el propósito de purificar las mentes de todo aquel que lo escuchara. Originalmente se encontraba en el templo Bongdeoksa, pero al entrar el templo en estado de ruina fue trasladada al museo. 


Es la campana más grande, antigua y sonora de Corea, e incluso de Asia (eso dicen). Mide 3,3 m de altura y 2,7 m de diámetro, y se utilizaron 19 toneladas de bronce para su construcción. En una noche clara podía oírse a sesenta kilómetros de distancia, pero hoy permanece en silencio por una pequeña grieta, pero una grabación de su sonido se puede escuchar en el jardín, ya que cada cierto tiempo le dan al "play".


Las decoraciones labradas en su exterior son preciosas, elaboradas con sumo detalle; con relieves de flores, apsaras y varias inscripciones, y no falta el gancho con forma de dragón. 
 





Una leyenda cuenta que ante los innumerables vanos esfuerzos en la construcción de la campana, un monje budista aconsejó arrojar al cobre hirviente a la hija única de una mujer, acto que se realizó y con elló se consiguió terminar de fabricar. Los monjes budistas entonces atribuyeron el sonido de la campana al llanto de la niña llamando a su madre: “Emi, emi…” y por eso recibe el nombre. Hay leyendas que ponen los pelos de punta, y sólo pensar en su certeza más todavía. 



En el jardín también se exhiben pagodas.



De estas pagodas, hay dos réplicas importantes, cuyos originales ya hemos conocido en el templo de Bulguksa, Dabotap y Seokgatap.



En la pared exterior del edificio del museo se exhibe una réplica del petroglifo Bangudae, datado en el Paleolítico Superior o en la Edad de Bronce, cuyo original se encuentra en la ciudad de Ulsan (mirar mapa), pero en esta réplica se pueden ver mejor los grabados: el mar, animales como tigres, tortugas, focas y ballenas. 


En el museo hay infinidad de piezas, con las que aprender más sobre la dinastía Shilla, su arquitectura, su arte, el budismo, y se puede pasar un día entero para disfrutarlo con calma, pero no es nuestro caso, y aunque nos tomamos nuestro tiempo no deja de ser una visita bastante rápida.  


Era imposible tomar notas de lo que veíamos y más imposible es recordar (la edad y sus efectos devastadores) las fechas, los materiales, los usos, pero sí puedo puedo fotografías de algunos que considero más interesantes de los que se pueden ver, como estos jarrones con forma de animales.



Un incensario que quedaría sumamente original y decorativa en nuestras casas en lugar de esa base de madera para colocar el palo de incienso.


De las tumbas de Tumuli Park y de otras tumbas de la ciuda y de la provincia se han recuperado infinidad de objetos: zapatos (atención a la foto de estos porque son originales aunque no parecen nada cómodos), cinturones, armas, pendientes, collares y coronas, así como cerámica con decoraciones curiosas.





De la tumba Cheonmachong, también en Tumuli Park, se puede ver una réplica en el estado en el que se encuentra (creo que es réplica y que el original se encuentra en el Museo Nacional de Corea, pero no lo afirmo) de la pintura que le da el nombre, el caballo volador. 


Al ser Cheonmachong una tumba real, en su interior había coronas, como esta de oro con piedras de jade en forma de alubias o “comas” llamadas gogok; estas coronas en su sencillez, sobre todo comparadas con las coronas reales occidentales, son una auténtica belleza.


Y un gorro de oro, que la teoría dice que se usaba para colocar por debajo de la corona de oro, aunque las coronas no fueron diseñadas para ser utilizadas sino para ser enterradas junto al rey; además no parece que sobre este gorro, que parece más militar que ornamental, pudiera colocarse la corona (cuestión de tamaños y espacios...)


Una de las piezas importantes del museo es la escultura de un guerrero a caballo, del siglo V, en la que el caballo lleva una armadura. 


En una sala, en un pabellón independiente del edificio principal del museo, se exhiben las piezas encontradas en el estanque Anapji así como una maqueta del estanque y sus edificios. 


Hay tejados antiguos restaurados, lo de antiguo se nota en las maderas carcomidas, y piezas de las terminaciones de estos tejados, amontonados como si fueran leña. 



Sinceramente desconozco su utilidad, pero los llamaban “tapones de agua”, que no creo que fueran para los estanques ni para las embarcaciones...pero curiosos sí resultan.

Sin lugar a dudas la pieza más asombrosa que se exhibe en esta sala del estanque es una embarcación increíblemente larga, que según las explicaciones era de un tipo de transición entre una canoa y lo que se entiende como barco; supongo que llevaría algo de techo para ser considerado más que una canoa. 


Otros objetos que nos llaman la atención: la cabeza de un dragón, que sería parte ornamental de alguna vasija; el tirador de una puerta de un templo o de un palacio, y un dado que supongo se utilizaría para jugar. 




De nuevo en el edificio principal del museo nos encontramos con una amplia colección de estatuas de piedra y de bronce, estas últimas llenas de detalles. Ademas hay una reconstrucción de la gruta Seokguram, ya que como sólo se puede ver a través de un cristal protector por lo menos de esta manera se puede tener una idea más cercana de cómo es, aunque nada como al natural.




Al norte de la ciudad de Gyeongju se encuentran las ruinas del templo Hwangnyongsa, y en el museo se expone una maqueta de como sería el complejo si no se hubiese destruido (detrás hay  una foto del lugar en el estado en el que se encuentra).


Impresiona ver el tamaño de la terminación de un tejado de uno de los edificios del templo (es una réplica). Si estas terminaciones impresionan y gustan desde abajo, encontrarla al alcance de los ojos lo hace aún más.


Terminamos la visita al museo con un detalle simpático, los ascensores están decorados con la campana Emile. 







Como podéis comprobar el museo es un buen lugar para conocer la historia y la cultura del reino de Shilla.