14 de marzo de 2013

Corea del Sur - Gyeongju - Templo Golgulsa



Kung Fu Panda en lugar de Tigre y Dragón

Tras nuestra visita a la tumba del rey Munmu, de nueva sorpresa aunque pillaba de camino en el paseo costero, emprendemos el camino de vuelta hacia Gyeongju, ahora dejando la carretera costera sinuosa para hacerla por una autopista más rápida y de menor paisaje, pero Lee Sok y Sonia están decididos a hacernos conocer su país y deciden que como tenemos tiempo haremos una parada en el Templo Golgulsa (mirar mapa).

Entramos casi corriendo al complejo del templo, y es que en teoría hay una exhibición y llegamos con la hora justa, las 15 h, lo malo es que para llegar hay una considerable cuesta, y mientras todos pueden con sus cuerpos serranos yo no puedo arrastrar este cuerpo cansado, con lo que vuelvo a sacar fuerzas para intentar llegar y lo hacemos, ¡agggg!. 

Entramos en la sala donde se celebrará la exhibición, ya que como está lloviendo o lloviznando durante todo el día no se podrá hacer al aire libre como se realiza normalmente. 

En lugar de en la terraza superior entramos en la sala que se encuentra bajo ella. 


Lee Sok y mi marido se van de excursión por los alrededores, Sonia y yo nos quedamos sentadas esperando la exhibición, y yo sobre todo recuperando fuerzas tras la para mí agotadora subida. El camino seguía ascendiendo y si me hubiera ido de excursión, que me apetecía, no hubiera podido volver a no ser rodando para llegar antes. Además nos evitamos un pequeño chaparrón que cayó durante nuestro tiempo de espera. 


Al no ir de paseo me pierdo la visión de lo que supongo la versión moderna de una linterna de piedra, pero afortunadamente el fotógrafo me trajo la muestra para visionarla a posteriori. 


El espectáculo comienza con retraso, pero ya me vale para descansar y recuperar el aliento, aunque la posición es de sentada en el suelo a la asiática y no es lo que más favorece a mis rodillas. La verdad es que si hubiera sabido que la espera iba a ser de casi una hora, me hubiera concedido el beneficio de la duda de darme el paseo, pero no avisaron de horarios y pensé que sería una espera más corta.

Durante la espera varios de los participantes comienzan un calentamiento, con lo que vamos desgranando parte de lo que veremos. 


Se comienza con la interpretación de un pansori por una señorita ataviada con el clásico hanbok, del que grabo sólo una parte, realmente no termina de convencerme, aunque tiene su pequeño encanto. El vídeo en youtube.





El templo es famoso por el entrenamiento de Sunmudo que se realiza en él. El Sunmudo es un arte marcial zen que combina las cualidades de la lucha con la meditación, y en el templo se puede realizar un templestay -estancia en el templo- en el que aprender este arte. 

Varios alumnos realizan su exhibición, entre ellos dos chicas, que se las ve muy concentradas en los movimientos. A mitad del espectáculo, más o menos, hace su aparición el maestro, y sí que se nota la diferencia, por los menos a mis profanos ojos, que me parecen movimientos elegantes y que a primera vista parecen sencillos; otra cosa es la opinión del entendido de artes marciales por haber sido practicante del taekwondo, que no le quita mérito al ejercicio ni mucho menos, pero se esperaba más, ya que para él lo que realiza es un calentamiento y  simples posiciones o katas o como se las llame, pero ya me gustaría verle a él, después de tropecientos años en dique seco hacer alguno de estos movimientos sin tener que llamar luego al servicio de urgencias para desenredarle. 





Un vídeo con la exhibición completa del maestro, que nos ofreció sus disculpas por no poder realizarla al aire libre, donde según él hubiera sido más vistosa y espectacular. El vídeo en youtube.



El espectáculo termina con las acrobacias de otro de los alumnos, que pegaba sus buenos saltos. 



Termina la exhibición y toca explorar el templo, que ya desde abajo promete.


El templo se encuentra en la montaña Tohamsan, y está excavado en la roca, siendo construido en el siglo VI por el monje Saint Kwang Yoo y sus monjes.


Comenzamos la ascensión por las escaleras, pero Lee Sok, nuestro chófer y ahora nuestro guía, tiene su propia iniciativa, que la toma y nos comienza a subir por las piedras, tal cual si fuéramos cabras en lugar de turistas o fieles, ¡comienza la aventura!.

El complejo tiene más de doce cuevas, que están conectadas por caminos estrechos y túneles excavados en la ladera de la montaña. 



El camino en ocasiones tiene pasarelas metálicas, y siempre hay unas barandillas de metal que intentan proteger de las posibles caídas, pero poca efectividad pueden tener si a mí me quedan a la altura de las rodillas o poco más arriba en la mayoría de las ocasiones. Lo malo es que está lloviendo, una lluvia fina pero que forma una gran cortina de agua a nuestros ojos, y sobre todo hace que las piedras sean más resbaladizas de lo que serían en secano.



Seguimos descubriendo cuevas y altares en ellas.


Hasta llegar, por el camino menos transitado, hasta la estatua del Gran Buda, que representa a los Budas del final del reino de Shilla. 


Lee Sok continúa por los caminos labrados en la roca, y le seguimos, encontrando nuevas cuevas, nuevas estatuas, un nuevo mundo de fe excavado en piedra. 




Sonia va atemorizada, la lluvia y la altura no le gustan, además sus manos van ocupadas con el paraguas, lo que hace que la pequeña escalada resulte más insegura para ella. Las suelas de las zapatillas de mi marido se le resbalan más de lo que debieran, y él además es el responsable de llevar la cámara e intentar capturar lo que ven nuestros ojos. La única que lleva buen calzado, a la que no le importa la lluvia y que sigue a Lee Sok emocionada por la excursión aventurera soy yo, pero decidimos bajar principalmente por Sonia, que se la veía realmente preocupada. Por ella, nos hubiera enviado solos por las escaleras al Gran Buda o a sentirnos como cabras con Lee Sok...que posiblemente para nosotros hubiera resultado mejor. 

Para colocar los montones de piedra siempre hay tiempo y siempre se encuentra un hueco. 


Gracias Lee Sok por esta pequeña aventura, en la que disfrutamos mucho y durante la que me olvidé de mi problema-dolor de pies que me torturó durante todo este viaje. 

Nuestra visita ayer por la tarde a Gulbulsa fue como un pequeño aperitivo para la visita de hoy a este templo.