9 de abril de 2013

Corea del Sur - Hahoe - Acantilado Buyongdae - Lago Chungju



Con forma de “S” y de bandera coreana

La última visita del día tras nuestro paseo por Hahoe Folk Village y el Museo de Máscaras es subir al acantilado Buyongdae (mirar mapa), al que ya habíamos visto desde abajo y que pensábamos que dada la hora no haríamos, pero Sonia nos preguntó si subíamos y al preguntar si era un camino corto y tener una respuesta afirmativa, lo hicimos.


Tras el pequeño paseo ya nos encontramos donde se encontraba el grupo de personas que veíamos desde el pueblo Hahoe Folk Village, del que se dice que desde aquí se asemeja a una flor de loto flotando en el agua, al estar rodeado por el río Nakdong; y también se dice que puede ser una barca deslizándose por el agua o que la aldea tiene forma de dos espirales conectadas, como el símbolo taegeuk, porque el río realiza dos curvas y toma la forma de una "s". Yo no sé si se parece a alguna de estas dos alternativas, pero ese mundo de tejados acompañado del paisaje montañoso se ve precioso desde arriba. 



El río Nakdong y el embarcadero de barcas de paseo. 



En el camino de descenso vemos parte del complejo de Hwacheon Seowon, que a la subida nos pasamos de largo, porque mirábamos hacia delante y al pasar al lado del muro no pusimos mucho interés, concentrados en el camino de pinos. Es una escuela confuciana construida en 1776 para guardar y venerar la tableta funeraria del erudito Ryu Seong-ryong, cuya casa vimos en Hahoe Folk Village


Después de este corto paeo ahora sí se han terminado las visitas y sólo queda carretera por delante, con la eterna compañía del paisaje montañoso, de los ríos, puentes, campos de cultivo, a los que se unen la lluvia y la noche. 



La pena de esta nocturnidad acompañada de lluvia es que no nos permite disfrutar del bonito paisaje, porque una parte del camino dejamos las autopistas y entramos en las típicas carreteras comarcales, en una zona que a priori nos parecía menos desarrollado turísticamente pero increíblemente hermosa, seguramente llena de senderos para recorrer. 


Llegamo a nuestro destino, al Lago Chungju (Chungjuho), en la provincia de Chungcheongbuk-do (mirar mapa), que como hemos ido viendo es muy montañosa y agrícola, en la que se han creado algunos lagos artificiales, como es este, formado por una importante presa, y que sólo se encuentra a 126 km de Seúl. 


Chungju es la ciudad donde se crió el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y aparte del lago la otra razón para visitarla es acceder al Parque Nacional Woraksan, actividades que nosotros no podremos realizar, en nuestro caso es solo una parada técnica de descanso lo que estamos realizando. 

El hotel que eligieron, porque fue totalmente delegado, es el Cheongpung Resort, que en letras suena bien lo de resort pero no deja de ser un hotel anticuado en líneas generales, aunque con un servicio muy amable, aunque la mayoría no habla inglés.


Al haber anochecido cuando llegamos no podemos salir a dar ni una pequeña vuelta por el lago, que es lo máximo que hubiéramos podido hacer si en lugar de parar a visitar Hahoe hubiéramos venido directamente desde el templo Haeinsa, y no creo que hubiéramos tenido tiempo de realizar alguna excursión por las ocho maravillas paisajísticas con la que publicitan la ciudad y su entorno.

Nuestra habitación es una suite, supongo que les parecería demasiada pequeña la normal y prefirieron no asustarnos, aunque el hotel se veía con bastante ocupación, turismo local y chino principalmente, no diría que estuviera completo como para haber tenido que reservar una habitación tan grande para dos. La suite resultó impersonal pero más o menos cómoda: dos baños, un amplio salón con una gran pantalla de television y una nevera (síntoma de ser utilizada por familias con avituallamiento propio) y el dormitorio.

Exploramos el hotel, descubriendo una tienda de alimentación donde se puede comprar comida y bebida -un buen uso para la nevera-, y tras una larga lucha en la tienda para encontrar algo que no sea muy desconocido al paladar desistimos de esta opción de autoservicio. 

Pasamos a buscar un restaurante, el de estilo coreano está cerrado, y el restaurante general, donde también sirven el buffet de desayuno, es donde finalmente decidimos cenar, o por lo menos quitar el hambre, que la sed fue un poco más difícil quitar por no pronunciar adecuadamente “cerveza” para ser entendidos y no llevar la chuleta donde estaba escrito. Somos dos almas solas y en compañía durante la cena.

Tras la cena, las vistas nocturnas del lagodesde la habitación.



Ahora las diurnas, que por una parte, la de las construcciones, son menos evocadoras que con iluminación nocturna, y el inmenso lago. 





En el desayuno volvemos a estar solos, además no han comenzado a montar el buffet, lo van haciendo sobre la marcha y a toda prisa ante nuestra llegada. Finalmente llegó una familia, creo que china, para hacernos compañía en el gran salón.