26 de abril de 2013

Corea del Sur - Parque Nacional Seoraksan - Hotel Kensington Stars



¿Hemos llegado a Londres?

Tras nuestra visita bajo la lluvia al templo Sinheungsa es hora de ir al hotel, para registrarnos, dejar las maletas, y que tanto Sonia como el conductor descansen ya que en ocasiones los viajeros turistas el verbo descansar no lo utilizamos en vacaciones muy a menudo. 

El hotel está situado en el Parque Nacional Seoraksan y tiene su propia idiosincrasia como para dedicarle unas palabras y unas fotografías. Se trata del Kensington Stars Hotel. En el vestíbulo nos encontramos con unos viejos conocidos de New York en Navidad, los soldados de El Cascanueces.

 
En casi todo el hotel las paredes están paneladas en madera, una auténtica oda (o atentado a la naturaleza o a la estética) a este material. 


En la planta baja hay una cafetería, al estilo de un pub inglés pero con mucha luz, donde hay un piano de cola, y también hay un rincón que llaman la biblioteca, realmente se trata de dos mesas con cuatro butacones, con el fondo de una boiserie llena de libros; y por cierto, los butacones nada cómodos, desgastados en tapicería y prestancia. 


En las plantas del hotel, aparte de mucha madera, hay infinidad de fotografías de visitantes que han pasado por él, desde políticos a cantantes, actores, deportistas, que además de dejar una fotografía firmada, en otras ocasiones han dejado algún objeto de recuerdo.

Hay habitaciones de varios tipos, la que nos ha correspondido está decorada en puro “british style”, paredes empapeladas con papel pintado de flores, colchas y cojines con flores; la primavera en la habitación, que era pequeña pero cómoda. El cuarto de baño también era algo pequeño, donde destacaba la grifería dorada, tal cual si fuera Buckingham Palace. Lo siento, no hicimos fotografías ni de los pasillos ni de la habitación, así que sólo son mis letras.

Recorrido el interior, más o menos, nos fuimos a dar un paseo por el exterior, las vistas a Seoraksan merecen la pena, y si despeja algo más seguro que nos encandila más todavía. 

A la entrada del hotel destaca el típico autobús de dos pisos londinenses, de los que ya no existen, creo que sólo dejaron dos líneas de recuerdo y homenaje a estos magníficos autobuses. 



Supongo que en el cartel de presentación del autobús cuentan la historia de cómo llegó hasta aquí. 


El punto final de la línea del autobús era uno de los puntos clásicos en Londres, Piccadilly Circus. Aunque más que el propio autobús, lo que destaca son las montañas del Parque Seoraksan que le valen del llamado "marco incomparable". 


Se puede subir a él, y dado que en nuestra visita a Londres sólo tomamos el Underground (metro), aprovechamos la oportunidad que nos dan, encontrando a la entrada la papelera que tantas risas nos provoca en la cabecera de entrada de la serie Un hombre en casa






El primer piso del autobús está decorado, creo que porque se alquila para eventos y fiestas, pero a lo mejor sólo es una decoración para darle más vida turística. 


Sin embargo, el segundo piso está limpio de decoraciones y flores, así que da más sensación de empezar ruta.


Seoraksan se quiere descubrir algo más ante nuestros ojos, pero poco. 


Continuando por el camino de salida del hotel hay otro autobús, de nuevo con un destino típico en una visita a la ciudad británica, Notting Hill. 


En este caso su interior está sin decorar, tanto en el primer piso como en el segundo. 


Andamos algo más pero no demasiado, preferimos subir a la habitación para montar las maletas, mañana volvemos a Seúl y queremos dejar la poca ropa limpia que nos queda separada y casi preparadas las maletas para el día de salida, al fin y al cabo esta tarea hay que hacerla tarde o temprano y tiene que entrar todo lo que trajimos y todo lo que hemos ido adquiriendo, y eso que todavía no hemos terminado de comprar. 

Tras esta tarea y una ducha reparadora buscamos un restaurante para cenar, la alternativa de la cafetería de la planta de abajo no puede ser, pensábamos en un sándwich, pero parece que aquí no los sirven, y la hora no es tardía cómo para que estuviera cerrado. Como no tenemos consenso en si acudir al restaurante coreano o al occidental, y dado que tampoco queremos tener una cena opípara subimos al piso nueve, donde hay un restaurante de comida algo más ligera (si se quiere), y donde con buen tiempo habría buenas vistas a Seoraksan y a las estrellas del cielo, pero hoy no va a ser una de esas tardes y una de esas noches. Eso sí, el nombre del lugar sigue la estela british, Abbey Road, con una decoración en blanco y negro, en paredes y mobiliario. 


Por supuesto el restaurante está adornada con fotografías relativas a The Beatles, como el rincón de los baterías: Pete Best, el primero, y Ringo Starr, el definitivo. 


La carta sigue en sintonía con el ambiente discográfico. 


Pedimos para compartir un plato de quesos con fruta, abundante y muy rico, y una pizza, que era de las congeladas y de supervivencia. 


Cena que acompañamos con un vino australiano, volvemos a jugar a la ruleta rusa vitivínicola australiana, pero en esta ocasión no estuvo malo del todo. Había que brindar por el casi finalizado tour, durante el que hemos pasado tan buenos momentos, descubriendo la cultura coreana en todas las facetas posibles y saboreando su maravilloso gastronomía.