10 de mayo de 2013

Corea del Sur - Seúl - Mercado electrónico de Yongsang



Mundo electrónico

La visita que le debía a mi marido en Seúl, y por la que antes paramos en el War Memorial of Korea al pillarnos bien en la logística de transporte, era el Mercado Electrónico de Yongsang (estación Yongsan; mirar mapa), tal y como hicimos en el distrito de Akihabara de Tokio, y es que hay pequeños gustos que no cuestan mucho satisfacer. 




Al lado de la estación de Yongsan hay un gran centro comercial, I-Park, con todos los departamentos clásicos de ropa, calzados y accesorios, pero gran parte de él está dedicado planta a planta a la tecnología: cámaras de fotos y de vídeo, ordenadores, tabletas, teléfonos móviles, es un puesto tras otro de lo mismo. Curiosamente estaba casi vacío de clientela, y además éramos los únicos guiris que andábamos por allí, con lo que nos convertimos en piezas deseables, pero a pesar de preguntar en algunos stands no nos convencieron con sus precios, ni siquiera los de segunda mano, un mundo infinito de posibilidades (pero el comprador tiene que tener conocimiento y seguridad de lo que quiere comprar y cuánto está dispuesto a pagar). 



Mirando y buscando alguna ganga dentro del centro comercial pasamos gran parte del tiempo y al salir ya había caído la noche, con lo que finalmente no fuimos a lo que la gente llama el auténtico mercado de Yongsan, una vorágine de puestos bajo las vías del tren. Como no había necesidad real de comprar ningún artículo decidimos no explorar el territorio, las indicaciones que llevábamos no nos parecieron suficientemente claras como para aventurarnos a perdernos precisamente por ser de noche -aunque preguntando se llega a todas partes-, otra cosa hubiera sido si la luz del día nos hubiera acompañado, posiblemente hubiéramos callejeado y nos hubiéramos hasta perdido, pero esto es lo que tiene la aventura sin indicaciones y mapas claros. 


Tampoco nos convenció el quedarnos a cenar por la zona, era preferible volver hacia el hotel y allí decidir donde íbamos. 


Una vez en el hotel, el cansancio del viaje, ya que esta mañana salimos del Parque Nacional Seoraksan, haciendo una parada en el Garden of Morning Calm y de nuestro pequeño paseo de tarde, nos decidió a quedarnos a cenar en él, unos sándwiches contundentes, que si bien la cocina coreana nos tiene completamente atrapados hasta casi el punto del hechizo y mucho más que satisfechos, de vez en cuando viene algún clásico de la cocina "más o menos rápida", porque no todos los sándwiches son iguales en todos los sitios. 

En la habitación, sobre la cama nos han dejado una tarjeta con una buena frase: “Dios bendice al inventor del sueño, el manto que cubre todos los pensamientos de los hombres”, que además está escrita por Cervantes. Y con este buen pensamiento entramos en un sueño profundo y reparador (lo de los ronquidos no es tema de este blog...).