18 de octubre de 2013

Chile - Isla de Pascua - Playa de Anakena - Ahu Nau Nau - Ahu Ature Huki



 Moái playeros


La última visita del tour tan completo del día, en el que hemos pasado por Ahu AkahangaRano RarakuAhu TongarikiAhu Te Pito Kura - Te Pito Te Henua, es en ¡la playa!, pequeña pero paradisíaca con su fina arena blanca y sus palmeras, situada en Anakena (mirar mapa). 





¡Ah, la playa!, algunos directamente se lanzan a ella, pero nosotros nos quedamos atrapados por un nuevo ahu con sus moái, y es que con las piedras en general tenemos una atracción irresistible, pero con los moái es pura admiración y asombro.




Sobre ese pequeño promontorio en la arena se alza el Ahu Nau Nau (mirar mapa). En la fotografía se ve perfectamente la construcción del ahu o plataforma, con su rampa inclinada y su muro posterior vertical. 




Tiene su parte de magia y de encanto el encontrarse con los moaí poco a poco, girando para ir teniéndolas de frente. 




Nos encontramos con la sorpresa de lo que nos parece un reportaje o actores para fotografías, pero nos dicen, alguien que pregunta y no somos nosotros, que realmente se trata de la celebración de una boda, y si nosotros posamos en iglesias, castillos, conventos… los rapanui lo hacen en sus monumentos… entrañable, emotivo, original a nuestros ojos, colorido y hasta pintoresco por sus trajes. 




Hay siete moái, cuatro de ellos con pukao (sombreros), uno sin él y los otros dos se encuentran en peor estado, uno de ellos casi desaparecido. 





Los moái se conservaron bastante bien al haber estado enterrados en la arena de la playa. Fueron restaurados en 1979 bajo la dirección del arqueólogo pascuense Sergio Rapu. Están decorados con relieves y se cree que fueron tallados para miembros de la realeza rapanui.




Durante su excavación y restauración se descubrió que los moái no eran ciegos, tenían ojos realizados con incrustaciones de coral y piedras: un disco de escoria roja a manera de pupila. Con los ojos se representaba el aringa ora, el rostro vivo de los ancestros, de modo que así proyectaban el mana, la energía, sobre sus descendientes. Por desgracia no quedo ningún moái en la isla con ojos, los que se pueden ver (creo que solo uno) es una reconstrucción, el Ahu Ko Te Riku, dentro del complejo de ahu que llaman Ahu Tahai




Alrededor del ahu hay fragmentos de moái, torsos y cabezas esparcidos en la arena. 





Tras el ahu hay otra entrada a la playa, que nos incita a entrar en ella. 




Pero nuevamente somos desviados, a la izquierda de Ahu Nau Nau hay otro ahu con un moái solitario. 





Se trata del Ahu Ature Huki, que Thor Heyerdahl levantó con ayuda del nativo Patero Atamu y con los materiales de los que hubieran podido disponer los primitivos isleños. Tras arrastrar el moái hasta el ahu el equipo pasó sogas bajo el abdomen del moái, mientras tres o cuatro hombres tiraban del extremo de cada una de las cuerdas al tiempo que otro iba colocando pequeñas piedras bajo la cara del mismo. Poco a poco el moái comenzó a levantarse; una docena de hombres tardaron nueve días hasta colocar el moái a 45 grados del suelo; tras otros nueve días ya se encontraba casi en posición vertical; y finalmente, tras veinte días, fue colocado en su ahu

Tanto trabajo para un solo moái y no de los más grandes, pensar en los mas de mil moái de la isla, tallarlos, levantarlos, colocarlos... una tarea de dioses más que de humanos.




¿Hora de playa?, no, todavía no podemos. Estamos viendo el Ahu Nau Nau a su nivel, pero frente a él hay una pequeña elevación de terreno con palmeras, con lo que supuestamente su visión, aunque lejana, puede resultar interesante, además con el océano de fondo, que siempre le da un toque más especial. 







Durante la visita al ahu entablamos conversación con un asiático que estaba en el grupo, con el que ya jugamos a hacer fotos de "quince más uno" en Ahu Tongariki, y al preguntarle de dónde era, asombro para todos, ¡Corea del Sur! Le contamos que el año pasado realizamos una increíble visita por su país, que nos deja maravillados, y su cara de asombro bien hubiera merecido una fotografía, no salía del estupor que le producía que dos españoles hubieran estado de viaje en Corea del Sur… y es que el mundo sí que es un pañuelo, hasta en esta diminuta isla. 




Bajamos de la pequeña elevación y hacemos otro guiño de sumas de moái. 




Ahora sí nos dirigimos a la playa.




La playa de Anakena se encuentra a tan solo 16 km al noreste de Hanga Roa, donde según la leyenda de fundación de la isla desembarcó el rey Hotu Matu'a, viviendo en una cueva mientras le construían su casa, hare paenga o hare vaka. 




La playa cuenta con instalaciones para pasar el día, como vestuarios donde cambiarse, y aunque esa era mi intención, al haber disfrutado de Ahu Nau Nau y Ahu Ature Huki, el tiempo se nos ha agotado, con lo que lo único que puedo hacer, y había sido precavida en ello, es quitar la parte de debajo de mis pantalones, que tienen una cremallera estratégica y disfrutar hasta un poco del agua, que estaba bien fresquita pero muy apetecible (y por un momento estuve tentada hasta de nadar con la ropa puesta)




¿A que parece un paraíso? y eso que el sol ya no estaba iluminando y calentando, elemento que siempre le da el color y el tono apropiado. 




Con un atardecer el conjunto de Ahu Nau Nau, la playa, el sol escondiéndose, el espectáculo tiene que ser una gozada visual y espiritual.