25 de octubre de 2013

Chile - Isla de Pascua - Ahu Akivi



Los siete exploradores

Hacia el interior de la isla desde Ana Te Pahu se encuentra Ahu Akivi (mirar mapa), construido en tres fases a partir del siglo XV (creo que es el único moái datado). 




Se trata del yacimiento que se restauró primero en la isla, por el antropólogo norteamericano William Mulloy (cuya tumba se encuentra en la isla) y el arqueólogo chileno Gonzalo Figueroa en la década de 1960.  




Se ve la rampa inclinada del ahu formada por piedras separadas y la plataforma sobre la que se alzan los moái. 




Como ya va siendo costumbre, giramos alrededor del ahu y sus moái, descubriendo su característica peculiar que lo diferencia de casi todos los demás, ¿la veis? 




Antes de descubrirla, si no lo habéis hecho ya, tengo que contar que se dice que estos siete moái representan a los siete exploradores enviados por el rey Hotu Matu'a para viajar a la isla soñada por el sacerdote Haumaka, y de la que volvieron contando su inhospitalidad. 




La diferencia es que los moái miran hacia el mar, se dice que probablemente mirando en la dirección en la que llegó Hotu Matu'a, aunque él desembarcó en la playa de Anakena. Además miran directamente al sol durante los equinoccios, lo que indica el importante significado astronómico que tenían (una visita durante un equinoccio los reviste aún más de magia y misterio). 




Los moái erectos que hemos visto en Ahu TongarikiAhu Nau Nau y el solitario Hanga Kio'e miran hacia el interior de la isla y nunca hacia el mar. 

Terminamos de darles la vuelta completa, como intentamos en cada ahu y sus moái. Les hacemos una ficha policial: de perfil, de frente, de perfil, y si es posible, de espaldas.




Los ojos de los moái, de los que emanaba el maná, están en paradero desconocido. Sobre los ojos seguiremos hablando más adelante, en la visita al Ahu Tahai. Así, parecen más calaveras que figuras humanas vivas.






Por un momento con la emoción del momento y el lugar casi me subo al ahu para hacerme la foto, pero afortunadamente me di cuenta de la barbaridad y me pare sin necesidad de ser reprendida por mis acciones. 




Aunque no se podían abrazar volvemos a intentar a jugar con el efecto óptico (aunque me faltan brazos para que pudieran verse palmenados en sus espaldas), como en el Ahu Tongariki.




Desde Ahu Akivi se emprende la ascensión al volcán Maunga Terevaka (mirar mapa), apagado hace 3.000 años, el punto más alto de la isla, con 507 m de altura, a la que se puede ascender a pie o a caballo -por lo menos lo divisamos a lo lejos desde Puna Pau-. Sus vistas panorámicas tienen que ser impresionantes, toda la isla al alcance de la vista y el horizonte curvo en su totalidad. A nosotros nos faltó tiempo material para hacerla, tendríamos que haber pasado un día más en la isla, ya que hay informaciones contradictorias en cuanto a la tardanza de la excursión, pero no creo que subir y bajar lleven menos de tres horas, teniendo en cuenta el éxtasis que se tiene que tener en la cima y con él la pérdida de la noción del tiempo, y además es preferible afrontar la caminata a primera hora de la mañana, y nosotros sólo tenemos la tarde de hoy. En fin, habrá que volver a la isla de Pascua Encantada.

¡Hasta siempre exploradores!