29 de octubre de 2013

Chile - Isla de Pascua - Hanga Roa - Iglesia del Sagrado Corazón - Mercado de Artesanía



La ciudad de la isla

Hemos terminado con el tour contratado para hoy, tras nuestro paso por la cueva Ana Te Pahu, Ahu Akivi y finalizando en Puna Pau. En lugar de que nos dejen en el hotel a casi la hora de comer, pedimos que por favor lo hagan en la ciudad de Hanga Roa (mirar mapa), por la que hemos pasado únicamente en vehículo, con lo que es hora de darnos un paseo por ella y conocerla un poco. 




Tras hablar con Rosita, nuestra guía, bajamos en la avenida Atamu Tekena, donde nuestra primera visita es a la Feria de Artesanía, donde empezamos la ronda de compras, aunque seguimos sin ver nada especialmente bueno o llamativo o sencillamente, acorde a nuestros gustos. 




Durante el paseo aparte de intentar conocer la ciudad, con aproximadamente 6.500 habitantes, miramos las posibilidades de restaurantes para comer, y seguimos con las típicas compras de turistas (que no falten nunca las camisetas, para regalo o para uso personal). 

Las edificaciones albergan casi todas un restaurante, una tienda, un local de arrendamiento de coches, una agencia de turismo para contratar excursiones… pocas viviendas parece que se encuentran en el centro de Hanga Roa. 




Al final de la avenida Te Pito O Te Henua se encuentra la iglesia del Sagrado Corazón, que originalmente era una construcción sencilla, y aunque ahora no es ostentosa, es el resultado de la remodelación realizada en 1982. Lo más llamativo y diferente es que su fachada muestra figuras de la imaginería rapanui, como el hombre pájaro o tangata-manu, peces, aves, tortugas y palmeras. 





A un lado de la entrada a la iglesia hay cuatro tumbas, una de ellas (a la derecha en la fotografía)  de Sebastian Englert, un cura capuchino que estudió la cultura de la isla. Junto a ella la tumba del primer misionero de la isla, Eugène Eyraud. Englert escribió el libro La tierra de Hotu Matua, sobre la historia, etnología, cultura y escritura rongo rongo, y el párroco recibió el sobrenombre de rey sin corona de la isla de Pascua por Thor Heyerdahl





En la iglesia se celebra el domingo de Pascua, en teoría con la llegada del párroco a caballo según mis fuentes, pero puede que esto ya no se mantenga en la actualidad. Los actos terminan con cánticos en rapanui, que tienen ritmos polinésicos, que sin duda merecen la pena escucharse, finalmente cristianos y rapanui unidos en lugar de enfrentados, o los segundos reprimidos por los primeros, aplicándose el refrán de que la fe mueve montañas. 




Lo que más destaca en su interior son las tallas de madera, en las que se mezclan los símbolos cristianos con los símbolos rapanui.



 



Una de las tallas que llama poderosamente la atención es la de un ángel como un hombre pájaro o tangata-manu… muy extraño, muy curioso, y muy satisfactorio de ver por la sintonía y respeto de creencias y ritos. 




Otra imagen es la de un sacerdote (puede que se trate de la representación de San Francisco de Asís, al que siempre se le representa con pájaros) con un pájaro en su mano, un gaviotín apizarrado o manu tara, del que buscan el primer huevo en el islote Motu Nui




En los terrenos que rodean la iglesia vemos las hojas que formaban el collar con el que nos recibieron a nuestra llegada a la isla, y efectivamente comprobamos que no son de plástico, aunque lo siguen pareciendo. 




Frente a la iglesia se encuentra el mercado de artesanía, donde entramos pero muchos de sus puestos estaban cerrados, era la hora de comer y todos tienen derecho, aunque alguna adquisición conseguimos hacer; tiene algo más de variedad que la Feria de Artesanía, pero también es demasiado típico tópico. 




Tenía la idea, y bastante entroncada, de comprar una talla de madera, un moái kavakava, una figura humana con una nariz y unas orejas enormes, el falo erecto y un físico escuálido con costillas prominentes, que según la leyenda fue tallada originalmente para ahuyentar dos fantasmas que miraban al rey Tuu-ko-ihu mientras dormía al pie de un barranco. Desde entonces para combatir a los demonios se colocan figuras a la entrada de la casa. Mi marido no sucumbió a la idea de tener una de estas esperpénticas figuras en casa, y yo al verlas al natural tampoco me sentí muy proclive a su compra; pequeña no tenía sentido, y grande provoca demasiado miedo . Vosotros juzgáis. 




Continuamos nuestro paseo por la ciudad, entrando en cuanta tienda vemos abierta (nunca se sabe donde se puede encontrar la compra perfecta), que normalmente tienen casi todas lo mismo: camisetas, pareos, imanes, joyería, estatuas de piedra o madera imitando moái, etc, creo que en el made in mucho sería de China y poco de fabricación propia. 





Pasamos por la puerta de la Biblioteca Pública, escrita en la escritura rongo rongo, la escritura rapanui, de la que se sabe muy poco o casi nada. 




Se ha inventariado un alfabeto de 120 signos básicos y 1.200 signos compuestos que se encontraron en tablillas de maderas, incluyendo figuras de animales y humanas. Cuando en 1865 los europeos vieron las tablillas ninguno de los pascuenses que quedaban en la isla sabía leerlas. Hasta el momento los intentos para descifrar el rongo rongo apenas han dado resultados, lo que provoca más misterio en la historia de esta isla. 


Para complicar la cuestión, hay conjeturas sobre su procedencia, que van desde el valle de Indo, en Pakistán, hasta los Andes; en el caso de la primera, porque son sorpresivamente coincidentes en un número apreciado de símbolos, lo que no puede ser coincidencia ¿o sí?




La escritura rongo rongo la vimos a nuestra llegada a la isla, en el cartel de bienvenida del aeropuerto.



También pasamos al lado del cine, donde la película que proyectan no podía ser otra:




La película narra parte de la historia de la isla, concentrándose principalmente en el rito del hombre pájaro o  tangata-manu, y también muestra una gran parte de los lugares que os he ido enseñando. Aparte de un semifinal algo extraño y una “ida de olla” de los guionistas, creo que merece la pena su visionado. 


Nos hemos dejado de tiendas, es hora de comer y estamos buscando entre los locales recomendados por Rosita, nuestra guía estos días por la isla, donde sirven empanadas de atún, y en estas vemos a una de las compañeras del grupo, una alemana que reside en Venezuela desde hace muchos años, ella está terminando su comida pero nos sentamos en su mesa para compartir charla y compañía, aunque sinceramente nosotros por nuestra cuenta nunca hubiéramos elegido este local. 




Decidimos pedir una empanada de atún para cada uno, y ver que tal va la cosa, si nos gusta y si nos parece suficiente, porque tampoco queremos comer demasiado, la tarde se presenta para caminar y mejor no ir demasiado pesados. Sin ser una maravilla culinaria, la empanada está muy rica, y por supuesto llena de queso. Puede parecer poca comida, y en condiciones normales lo sería, pero entre el queso y la masa, la empanada llena un montón. Hago una mención especial al cocinero-camarero y supongo que propietario del establecimiento, un hombre de una gran y afable sonrisa.




Tras la comida continuamos el paseo por la ciudad de Hanga Roa.