26 de noviembre de 2014

Canadá - Rivière à Mars


¡Davy Crockett! 

Hoy tenemos por delante un día completo de naturaleza, actividades y conocimientos, que en el tour llaman "Superviviencia con David Crocket". Desde Saguenay vamos a la localidad de La Baie, pasando junto a la base militar del Tercer Escuadrón de Bagotville, donde vemos a los soldados realizando sus ejercicios, además de aviones y helicópteros, ya que creo que además la base funciona como museo militar, ya que algunos de estos aparatos aéreos estaban mas colocados para exposición que para volar.  


Durante la amplia excursión estaremos en manos de la empresa Okwari Aventures. Volvemos a cambiar de transporte, de nuevo nos toca un school bus, en esta ocasión decorado con dibujos de niños, por lo que su uso está claro. Entramos en la Rivière à Mars, la ribera del río Mars, y nuestro guía es Lavall, ejerciendo Ángel de traductor.


Realizamos un pequeño paseo junto al río, por el cañón del río, y se agradece este paseo, este contacto con la naturaleza que vamos haciendo a sorbos pequeños en este inmenso parque natural que es Canadá.




En el río Mars se pescan salmones, salmones del Atlántico, que supongo que es lo que están haciendo los pescadores en la orilla, aunque también hay truchas, pero los primeros son los de la fama. Y aprendemos algo sobre ellos, pero realmente no los llegamos a ver aunque eso nos hubiera gustado, ver su lucha para remontar el río, o al menos verlos en el río, pero para eso teníamos que haber estado por lo menos en su orilla. Nos enseñan una incubadora de huevos, donde puede llegar a haber 5.000, pero su posibilidad de supervivencia es mínima cuando eclosionan y se dirigen hacia el mar, siendo positivos de dos a tres huevos (tremenda la cifra). 


Durante el otoño, los salmones hembras depositan sus huevos en un agujero que hacen en la grava del cauce del río con sus colas para que sean fertilizados con esperma por los salmones machos –aunque desde este primer comienzo su vida no es nada fácil, ya que otras hembras llegan y quitan los huevos de la hembra anterior para colocar los suyos, siempre hay quién se aprovecha del trabajo de los demás-, y en primavera nacen los alevines, condición que mantienen durante 2 o 3 años. Cuando alcanzan el tamaño de 12 a 15 cm, comienzan el largo descenso hasta el mar, donde se convierten en salmones adultos y se les despierta su instinto reproductor y durante el verano retornan al lugar donde nacieron, remontando el río.

A diferencia de los salmones del Pacífico, los del Atlántico no mueren después de poner los huevos –los osos y las aves se alimentan de estos salmones muertos-, muerte que se produce porque al remontar el río no se alimentan y van consumiendo sus fuerzas y reservas: El salmón del Atlántico puede llegar a vivir nueve años.

Los salmones del Pacífico son más grandes, llegan a pesar hasta 34 kg y tienen una vida agitada: nadan contra corriente, viajan 1.000 km hasta el río Fraser, pasan a riachuelos y en los saltos se los comen los osos grizzlies, y los que no son comidos finalmente mueren exhaustos.

Dicen que los salmones tienen una gota de agua en el cerebro, y que eso es la memoria (una explicación bonita rayando el romanticismo), pero la realidad es que se guían por la temperatura del mar para regresar a su lugar de nacimiento. 


La cuenca del río Mars tiene una superficie de 600 km2, con una longitud de más de 65 km y una anchura que varía de 5 a 15 kilómetros. El río nace en Las Laurentides, donde la precipitación anual es la más grande de la provincia de Québec, por lo que a menudo las lluvias torrenciales provocan que el río sufra grandes inundaciones, especialmente durante el deshielo. 


Las lluvias torrenciales en el centro y oeste de Québec durante los días 19, 20 y 21 de julio de 1996 causaron daños considerables materiales y en la geografía del lugar. 


Tras este pequeño tramo de cañón, el agua es calma y el paisaje invita a sentarse a disfrutarlo (¡unos bocatas!). 


Volvemos a nuestros autobuses escolares para ir a una cabaña donde recibimos una lección interesante sobre los osos negros (un documental oral y en folleto). En el centro de la provincia de Québec hay aproximadamente 60.000 osos, siendo su hábitat desde Alaska a México, encontrándose en casi todo Canadá, menos en la isla de Anticosti y en la isla del Príncipe Eduardo, donde los mataron y aniquilaron.

Los osos negros pueden llegar a medir 2 m de altura; los machos pesan de 115 a 270 kg; las hembras de 90 a 140 kg, y los recién nacidos pesan de 120 a 280 grs. En libertad pueden llegar a vivir 20 años, y en cautividad, 30.

A pesar de su nombre-adjetivo, negros, no son siempre de este color, algunos tienen el pecho blanco, y algunos son de color canela; no tienen joroba, como la que presentan los grizzlies; el hocico es largo; las huellas de las patas traseras son más parecidas a las humanas, y las delanteras dejan una huella más corta, como si fueran de puntillas.

El espacio vital de las hembras es de 5 a 50 km2 y el de los machos de 60 a 175 km2.

Los osos negros son buenos deportistas: llegan a correr con una velocidad de 50 km/h, son buenos nadadores y suben a los árboles con agilidad.

No es el mejor contacto que podemos tener con uno de estos osos, una calavera de plástico. 


El 75% de los osos negros son herbívoros, no cazan ni comen salmones (estos se los comen los grizzlies) y comen un 15% de insectos, entre ellos abejas (y su rica miel que diría Winnie the Pooh), además de hojas de arce. Al día comen de 5 a 8 kg para almacenar reservas de grasa (en los arándanos encuentran mucho potencial). Pasan seis meses de letargo (no de hibernación), durante los cuales su metabolismo se vuelve más lento, no orinan, no defecan y llegan a perder hasta el 30% del peso.

La procreación de los osos resulta curiosa, por implantación diferida (nunca lo había escuchado pero claro mi cultura sobre la naturaleza, los animales y seres vivos en general nunca ha sido buena, y estos datos me impresionan a la par que amplian mis conocimientos). La inseminación se produce entre junio y julio, la época de celo, pero la gestación de la hembra comienza realmente en diciembre, tiempo de espera entre estos meses en el que acumulan grasas para el letargo y paren durante este proceso (podríamos decir que sería como una epidural natural).

Los osos machos huelen la placenta a 1 km de distancia y les gusta comerse las crías, así como también las crías de alces; supongo que sería como acabar con un posible competidor a futuro. Así que el primer depredador del oso negro es el propio oso negro, y otros depredadores son los osos grizzlies, los pumas, los linces y los lobos.

Más gracioso resulta el momento en que nos pasan un osito de peluche, que una persona del grupo relaciona acertadamente con el osito de Mr. Bean y la risa es general. 


Nuestra siguiente parada es en un escenario, la recreación de un campamento de un coureur de bois (un trampero estilo Davy Crockett o Daniel Boom -¡madre mía!, dos series que nos transportan a la infancia). Dos personas representan los papeles por un lado de un francés coureur de bois, que se hace llamar Pierre, y por otro de una indígena (no recuerdo que dijera la tribu), de nombre Chicowee (lo transcribo tal y como lo escuché así que no tendrá nada que ver). Los dos nos cuentan una historia de amor –el francés la tomó como mujer, pero no dejó a su mujer francesa-,de negocios y pieles durante los primeros años de la Nouvelle France, alrededor de 1700. Además recibimos una clase de alimentos, remedios y trucos indígenas para la supervivencia.

Chicowee lleva una trenza porque es una mujer casada, las solteras llevan dos; lo mismo se aplica para los hombres. Los flecos de su chaqueta de cuero sirven entre otras cosas para espantar a los mosquitos, y lo más útil, es que en una situación de emergencia, con ellos se puede hacer una cuerda. Además los indios llevaban en ocasiones campanas para hacer ruido, de modo que asustaban a los animales (eso de los indios sigilosos va a ser de las películas de vaqueros). 



Pierre, el actor que lo encarna, es muy simpático, hace el papel de marido gruñón, como una lucha de sexos, con muchos gestos que nos desvían la mirada y la concentración de lo importante, lo que Chicowee nos cuenta, pero es que era un poemario gesticulante y divertido. 



Nos pasan unas hojas que saben a pepino (¡y sabían!); unas hojas que curan la gota del pie; una hoja para hacer infusiones; unas flores rosas para los problemas urinarios; unas flores blancas para la fiebre (en tisana); unas raíces para las quemaduras; resina de abeto para hacer bálsamo, que funciona como antiséptico y cicatrizante muy rápido; té con resina para la tos, que además se puede utilizar como cataplasma; la resina de las piceas como remedio contra el escorbuto y las enfermedades de la boca, además fija el pintalabios –tiene vitamina C-; la grasa de oso como impermeabilizador (para mocasines o canoas por ejemplo), además es bueno para la piel y ralentiza la caída del pelo. La piel del mapache se usa para evitar el mal augurio.Si nos quedamos perdidos en el bosque algo podríamos poner en práctica, siempre que lleve el cuaderno donde he ido apuntando todo esto.

Lo que más me llama la atención es que los indios transportaban el fuego en un bolso de piel de alce; sobre una corteza de abedul y con unos hongos para conservar las brasas. Hay que tener en cuenta que la resina de abedul prende fácilmente. 



La época buena para la caza de animales y sacar su piel es de septiembre a mayo. Por los pelos se sabe la calidad, y en verano suelen tener manchas azules. El intercambio de pieles se realizaba en Tadoussac. Los indios (y los tramperos) cargaban con las pieles en la espalda para que con el movimiento se cayeran los pelos y fueran de mejor calidad.

El puercoespín los indígenas lo comían crudo (supongo que sin las púas... que servirían de buenos mondadientes…).

Nos pasan el hueso del pene de un oso, y nos lo pasamos los unos a los otros con la mayor naturalidad al tiempo que con el mayor asombro por ser lo qué es y por su tamaño. 


Las raquetas de nieve que utilizaban eran diferentes según la estación del año (invierno, otoño o primavera), ya que la nieve es distinta en ellas y adecuaban los materiales para andar mejor.

Con una infusión de hierbas y con unos palitos impregnados de jarabe de arce finalizamos nuestra instrucción en el campamento del coureur de bois, aunque antes todo el que quiera se puede colocar el gorro de Davy Crockett y hacerse las fotografías junto a Pierre y Chicowee, mientras cantan canciones. 




A la salida del campamento paramos junto a una trampa para osos, una trampa benigna, ya que sólo atrapa la pata del oso cuando la introduce en busca del manjar que le han dejado en su interior, pero no le produce heridas. Lavall intenta probarla en el brazo de un niño de nuestro grupo pero la trampa no funcionó por muchos intentos que probó. 



Las trampas del pasado por supuesto no estaban fabricadas con plástico, sino con troncos, aunque dudo que estas no quisieran dañar al animal en los tiempos de Davy Crockett


También están las trampas más conocidas, las que atrapan en el suelo a lobos, osos, zorros…y que si lastiman sus patas. 


Los tramperos obtenían de la naturaleza sus recursos, como la corteza de este árbol plateado para confeccionar cuerdas por ejemplo (imaginación, supervivencia y práctica). 


Dejamos esta zona, con un bucólico paisaje y con algo más de sabiduría natural pero no creo que yo fuera capaz de aplicar estos principios de supervivencia. 



La zona del río Mars por la que más o menos estuvimos. 


24 de noviembre de 2014

Canadá - De Val Jalbert a Saguenay


Paisajes de carretera 

NOTA: Pido perdón porque las fotografías de esta entrada son muy malas, con malos encuadres y reflejos en los cristales del autobús en el que viajábamos, y es que están realizadas por las que escribe, pero con ellas quiero que podáis de alguna manera ver lo que nosotros veíamos, con el paisaje de "hasta el infinito y más allá" de Canadá, con lo que en parte tendréis que tirar de imaginación, porque lo fácil será sentir cómo viajáis en autobús por lo movidas que están la mayor parte de ellas. 

Desde Val Jalbert y su cascada Ouiatchouan partimos por la carretera 169, para luego tomar la 170, y con ello nos adentramos en la región de Saguenay-Lac Saint Jean (lago que finalmente pudimos contemplar a lo lejos y en su inmensidad después del fiasco de dormir en un pueblo a sus orillas, Roberval y no tener la posibilidad de verle ni de tocar su agua, lo que se dice "ni haberle olido"). 

La región ocupa 250.000 km2 y su población asciende aproximadamente a 233.000 habitantes (dato de Ángel, según la wiki, 275.000); además es la única de la provincia de Québec que tiene su propia bandera desde 1938, con los colores que representan los elementos que definen la región: verde por los bosques, amarillo por la agricultura, la cruz central en gris por la industria y el comercio, y el rojo por la naturaleza activa de sus habitantes. 


Fuente: wikipedia.orga
 
La región se divide en cuatro municipios, pero principalmente hay dos zonas diferenciadas: la primera discurre paralela al río que le da nombre, Saguenay, formada por pequeños pueblos en sus orillas; la segunda es una zona preferentemente industrial, cuyo eje es la ciudad de Chicoutimi, que fue sepultada en 1985 por un gran diluvio; ambas dominadas por el fiordo del río Saguenay. Las industrias de la región son las del aluminio, la madera y la leche.

Saguenay es una palabra indígena que significa “estrecho”, y es precisamente por el fiordo del río por el que recibe su nombre.

En la región tienen un dialecto único porque su francés se quedó anclado y no evolucionó al quedar la región desconectada de la provincia de Québec; el 90% de la población es francófona.

Un dato importante para los viajeros es que en la región se pueden ver auroras boreales de junio a julio (tiene que ser una experiencia increíble).

Comencemos con esas malas fotografías. El intento de captura fotográfica de un granero, que nos recuerda al de la serie The walking dead, donde estaban encerrados muchos zombies… 


Al ser poblaciones junto a la carretera no es extraño pasar junto a sus cementerios. 


Casi a punto de aterrizar sobre el techo del autobús, un viajero en parapente a motor. 


La vida funciona plácidamente en los cientos (o miles) de los lagos (grandes, medianos y pequeños) o de los embarcaderos. 





Infinitos campos de cultivo (imágenes de praderas, series y películas que vienen a la mente). 


Posiblemente un viaje en tren sea más visual, más acorde al paisaje tranquilo. 


No vimos muchos animales ganaderos, o no fueron correctamente capturados, pero al menos uno tenemos para el recuerdo. 


Pasamos por pequeñas poblaciones, donde siempre destacaba la torre de la iglesia. 


Lo que más nos gusta es la placidez y calma que se siente en las casas junto a los pequeños lagos con embarcaciones con las que pasear y con toda seguridad con las que disfrutar de jornadas de pesca (conozco a alguno que disfrutaría muchísimo con esta actividad). 


El arco iris sale entrecortado para saludarnos (en un día que ha sido soleado y caluroso). 


Algunas de las explotaciones ganaderas y agrícolas son visitables, y posiblemente sea una interesante visita, como lo fue en nuestro caso a La Finca de Jiménez Barbero, para luego disfrutar de una estupenda comida en el restaurante


Nuestro viaje continúa hasta llegar a la localidad de Saguenay


La localización del hotel en Saguenay, el Delta Montreal, vuelve a ser, como en Roberval, de difícil acceso al río o a un lago más lejano que cercano, pero por lo menos había algún sendero por el que caminar. Otras ventajas eran que al estar en una especie de polígono, había un centro comercial (nada destacable), y varios lugares alternativos de restaurantes (tampoco nada destacables), aunque la mayor ventaja es la categoría del hotel, con habitaciones amplias y cómodas, al estilo del hotel en Montréal; que además cuenta con una piscina exterior y que en esta ocasión disfruté. 


Tras un pequeño recorrido por la zona, pero nada de paseos, y por el centro comercial –donde aprovechamos para comprar agua y algún artículo necesario- decidimos cenar en el hotel, la mejor opción posible. De primero yo tomé una sopa de tomate, que estaba buena y picante.

De plato principal, él se decanta por un surf’n’turf, un solomillo acompañado de ancas de rana (que daba la sensación que estaban a punto de caducar y se las habían plantado todas en el plato); un plato contundente para hambrientos. 


Para mí, salmón, si estoy en un país de salmones había que probarlo, en este caso de la zona, del cercano Atlántico. 


El viaje en mapa:

 

19 de noviembre de 2014

Canadá - Val Jalbert


Canadá, años veinte 

Después de nuestra pequeña excursión por la cascada Ouiatchouan y sus alrededores, aún tenemos un poco de tiempo para pasear por el pueblo de Val Jalbert (mirar mapa de localización), no demasiado o no lo que nos gustaría, con lo que en lugar de hacer un recorrido completo solo paseamos por su calle principal de camino hacia la salida.  


Val Jalbert es una villa histórica, una recreación del pueblo que se creó en 1901 junto a la fábrica y molino de pulpa de papel, que comenzó a florecer cuando las empresas forestales obtenían del gobierno de Québec el derecho de explotación exclusiva de algunos bosques. A finales del siglo XIX, Damase Jalbert obtuvo 240 km2 de bosque en los municipios de Dablon y Dequen, junto al Lac des Commissaires, bosque que constituyó la reserva inicial de la Ouiatchouan Pulp Company. Los sucesivos propietarios de la fábrica de pulpa de papel adquirieron nuevas concesiones, y al inicio de la década de 1920, la Chicoutimi Pulp Company poseía los derechos de 327 km2, además de los 63 km2 de los que ya era propietaria. 


Se han construido algunas casas como alojamiento, cuyo interior pudimos ver a través de las ventanas sin las cortinas corridas, y era muy coqueto; pero la verdad, el camino en el que se localizan es un rosario de gente paseando, de ida y vuelta de la catarata, con lo que si se quiere pasar una mañana o una tarde de tranquilidad es totalmente imposible, aunque como lugar para realizar recorridos por la zona resulta coqueto, y por la noche debe ser de una tranquilidad extrema y natural. 


Todo está tan bien colocado en el pueblo que parece el set de rodaje de una película. 



A la derecha, la General Store, donde comprar souvenirs, helados, bebidas, dulces; nosotros compramos unos regalices que estaban buenísimos. Cuando funcionaba como el típico almacén para la villa también ofrecía habitaciones como un hotel (¡la casa de la pradera!). 


Una de las casas reconstruidas es visitable; cada construcción albergaba a dos familias de trabajadores. Casi 1.000 personas llegaron a vivir en el pueblo, en casas que pertenecían a la compañía papelera, alquilándolas por 8 $ al mes. 



Teniendo en cuenta que son recrean casas de trabajadores, la decoración de su interior es austera, como debía ser su vida, pero eso sí, sus habitantes disfrutaban de la electricidad y el agua corriente antes que en el resto de Québec, comodidades a tener en cuenta. 



Otras de las casas alojan un museo o la oficina de correos. 


El paisaje acompaña para pasear con calma, para aprovechar los bancos en el camino, para disfrutar del río, de la vegetación, de los senderos por el bosque; a pesar del turismo es fácil encontrar paz. 




Como el tiempo apremiaba no pudimos dar la vuelta completa por la villa, menos mal que el trolebús hace el recorrido completo y durante el viaje hacia la cascada Ouiatchouan tuvimos la visual óptica aunque no la fotográfica.

La fábrica de papel cerró en 1927 porque no pudo competir con otras fábricas de su clase, y el pueblo fue abandonado, de modo que el paso del tiempo y la acumulación de nieve en sus tejados han provocado el derrumbe de la mayoría de las casas, y las que no se han reconstruido muestran este deterioro. 



Al comienzo de la villa se encuentra el convento-escuela St George, de las Hermanas del Buen Consejo, cuya iglesia fue demolida. 



Todos los días se realizan diferentes espectáculos con personas vestidas de época para recrear la vida en la villa, y a nuestra llegada estaba la monja con alumnas en el jardín de la escuela, quedaban perfectas, pero cuando visitamos la escuela se había terminado su jornada laboral y no quedaban ni los hábitos. 


Entramos en la escuela, donde descubrimos que las manoplas de invierno no sólo son útiles para combatir el frío. 


Más de uno aprovecha la pizarra para dejar su impronta, que durará bien poco pero que es gratificante en el momento. 


Han amueblado y recreado los dormitorios de las monjas, por supuesto muy austeros. 



En el baño hay una lavadora de las antiguas, de las que la ropa se pasa por un rodillo. 


En la cocina algunos cacharros, teteras y un fregadero que más de una seguro que nos llevaríamos a casa. 



La última sala que vemos es la capilla. 


Y salimos de esta bonita villa histórica, que no por ser una recreación deja de ser interesante, ya que cuenta la historia de la zona, además de estar situada en un paraje de gran belleza.