La
fortaleza atacameña
Tras nuestra excursión a los géiseres del Tatio, con baño y lección de Ciencias incluidos, Marcelo nos deja en el hotel de San Pedro de Atacama,
donde comemos con tranquilidad, en principio no tenemos prisa e incluso nos dará
tiempo a descansar un poco, que nuestros cuerpos de lo merecen. Para mi marido,
un ají de gallina, que cuando ayer vio mi plato y le realizó una pequeña cata le
encantó –y es que es un copión-, y para mí una ensalada César, que estaba bien cargada
de pollo, con lo que de quedarse con hambre nada. La comida va acompañada de la
rica cerveza Kunstmann y de un jugo de ricas frutillas (fresas),yo sigo sin alcohol aunque ya el mal de altura no me afectará.
Había varias alternativas
para la última tarde que pasábamos en San Pedro de Atacama: las termas de Puritama (unos
baños calientes y un gran paisaje, pero el baño ya lo he tenido en los géiseres del Tatio, aunque sinceramente desde Madrid no contaba con ello); la laguna Céjar, que forma parte de la Reserva Nacional de
Flamencos, en la que te puedes tomar un baño de sales y en la que flotas por la
cantidad de sal (pero ya hemos estado en la laguna Chaxa y en las
lagunas altiplánicas de Miscanti y Miñiques), con lo que a pesar de que seguramente serán bellos paisajes y experiencias también fue descartada. No hay tiempo para
acercarse al valle del Arco Iris, con formaciones rocosas coloridas, y a los
petroglifos de Hierbas Buenas, que sería una buena opción diferente, así que la alternativa que me pareció más
adecuada para terminar de conocer la cultura atacameña fueron dos visitas
arqueológicas, la primera al pukará de Quitor (mirar mapa de localización).
Como parece que nuestro paso por San Pedro de Atacama está algo gafado desde el comienzo, con el lío de las
excursiones y sus horarios, hoy me toca a mí meter la pata. Yo me confundo con
el horario, la recogida es a las 15 h, pero me dio por pensar (y lo que es peor
creer a pies juntillas) que era a las 15.30 h, así que tras una pequeña siesta
(yo le llamo haciendo honores a mi padre, “pegaete”) por mi parte, a las 15.15
h, y creyéndonos sobrados de tiempo, bajamos a recepción.
A la persona
encargada de recepción se le enciende la bombilla al vernos, han venido a
buscar a dos personas para una excursión y se han marchado, consulto los
horarios y ¡voilà!, está claro que somos nosotros. ¿Porqué no hemos sido
avisados en la habitación?, porque la reserva del viaje está a mi nombre, pero el
registro del hotel está a nombre de mi marido exclusivamente, con lo que al
preguntar por mí, yo no existo.
Desde recepción
llaman a los de la agencia para saber si estamos a tiempo de hacer la
excursión, que suponía yo que iríamos solos, con lo que problemas no debería
haber. Al cabo de un rato aparece Marcel, sí, el que nos acompañó por la
caverna de sal, las curiosas formaciones rocosas de Las Tres Marías, la Duna Mayor y atardecer en el valle de la Luna. Le ofrecemos mil perdones, fustigándome repetida y públicamente por no comprobar la
hora. Lo peor y lo mejor se encuentra en el coche: lo peor, hay dos personas
más con las que vamos a hacer la excursión, a los que hay que presentar también
las disculpas por las vueltas por el pueblo que les están dando –si no me gusta
que me lo hagan, no me gusta hacerlo, llegar tarde es de mala
educación y una falta de respeto si no hay una justificación realmente seria-; lo mejor, es una pareja que conocimos el día anterior en la
visita a la laguna Chaxa y a lagunas altiplánicas, y con los que pasaremos una visita
entretenida sin lugar a dudas, su conversación era amena y muy interesante.
El pukará de Quitor (1.500 CLP) se
encuentra a sólo 3 km de San Pedro de Atacama y está datado en el
siglo XII. Los pukarás son fortalezas atacameñas y precaincas, construidas en
el norte de chile entre 1000 y 1450, tras la caída del pueblo Tiahuanaco/Tiwanaku.
(Conocer
el pukará es comenzar a ascender por el camino abierto para tal fin)
El pukará, en
general, servía en caso de peligro para concentrar a la población dispersa del
Salar de Atacama (donde se sitúa la laguna Chaxa) aunque también mantenía una población
estable, con actividades de subsistencia, como la recolección de chañar (fruto
dulce del árbol de mismo nombre) y de algarrobo, con agricultura y pastoreo.
Además se realizaban actividades como cerámica, metalurgia en cobre, textiles,
cestería, artesanía en madera y piedra, lo que muestra un alto nivel técnico y
una organización social y económica avanzada para la época.
(El
sol es justiciero y nos cae a plomo, después del frío de esta mañana en los
géiseres del Tatio, un verdadero contraste de temperatura)
El pukará de Quitor
era principalmente de defensa, ante eventuales asedios bélicos, con una labor
económica subsidiaria, para proteger las rutas comerciales, por lo que su
situación era importante. Este pukará se sitúa en la ladera sur de la quebrada
en la Cordillera de la Sal, por la que fluye el río San Pedro. Está construido
en una piedra rojiza, que con el sol y la arena se ve hasta blanquecina. En
época de paz los pukarás eran utilizados por los caudillos atacameños para
imponer su autoridad sobre las aldeas circundantes.
La altura máxima del
cerro en el que se ubica alcanza 80 metros, desde esta altura se podía
controlar el avance de los enemigos, y el espacio en el que se distribuyen las
construcciones abarca unos 24.000 m2. El pukará está rodeado por un muro
serpenteante, que servía de primera línea defensiva.
El pukará se extiende
por el cerro a modo de terrazas, sirviendo las empinadas (y doy fe que era
empinada) laderas de defensa adicional.
(El
sol, la arena, las rocas resecas y el polvo que se levanta producen un ambiente
de sequedad extremo; la vida aquí parece más allá de lo imposible)
Los pukarás se
construían en laderas de cañones rocosos y valles, en este caso del río San
Pedro.
(La
visión del agua parece que nos hace respirar mejor, efecto placebo, y es la que facilita la vida en el lugar)
Las construcciones,
circulares o cuadradas, constaban generalmente de un solo ambiente, aunque en
algunos casos estaban divididas en dos, y en la mayoría había una estructura
más pequeña, que se cree que era utilizada como silo, donde almacenaban maíz,
madera y otras provisiones. Se han registrado alrededor de 200 estructuras que
forman conjuntos arquitectónicos separados por vías de acceso y espacios entre
los recintos. Las estructuras de mayores dimensiones probablemente eran plazas,
espacios de uso comunal o corrales.
(Marcel
más que contarnos la historia del pukará sigue concentrado en sus
extraterrestres y el proyecto ALMA así como en desgranarnos sus historias
personales amorosas; ninguna de las dos nos molesta, tenemos buenas orejas y
oídos, para escuchar o para oír -que no siempre es lo mismo-)
No se sabe con
certeza porque las diversas etnias del altiplano entraron en disputas políticas
y territoriales (yo supongo que como en todos los lugares y épocas del mundo,
por el poder y la ambición del mismo). Puede que quisieran producir bienes que
les faltaban en sus tierras de origen y comenzaron a anexionar territorios. Es
cuando los aymara comenzaron a ejercer presión sobre los señoríos de los valles
del Norte de Chile, y además el señorío atacameño disputó territorios con las
etnias del noreste argentino. El pukará de Quitor nace para defenderse precisamente de la
expansión aymara.
Frente al pukará hay
otro cerro por el que asciende un camino, desde el que se tendrán vistas del
terreno circundante y del propio pukará, aunque también daba la sensación de
ser otro camino para llegar al propio pukará, pero nosotros no tuvimos tiempo
de caminar por él, quizás si hubiéramos ido por libre lo habríamos intentado,
como se dice, “ya que estábamos allí”. Puede que este camino sea de libre acceso y no de pago, si no se entra en el pukará.
Al momento de la
ocupación inca, alrededor del año 1450, esta pequeña población atacameña cumplía con
algo más de 2.500 años de vida civilizada. Los incas establecieron su
sistema imperial durante menos de
cincuenta años, durante los cuales armonizaron la colonización con la cultura
atacameña, evitando el choque de las dos idiosincrasias, e incorporando la red de
senderos atacameños al Camino del Inca.
En 1536, con la
expedición de Diego de Almagro, se
produjo el primer enfrentamiento entre españoles y atacameños en el
pukará de Quitor. Cien lanceros españoles a caballo no lograron sobrepasar el
muro defensivo del pukará, dando la primera victoria a los señores de Atacama.
En 1540, con la
expedición de Pedro de Valdivia y Francisco de Aguirre, se produjeron varias
batallas menores, que seguían terminando en derrotas para los conquistadores
españoles. En junio de ese año, Aguirre y sus hombres, treinta soldados a
caballo, ayudados por los indios yanaconas (esclavos incas) logran traspasar el
muro defensivo y toman control del pukará de Quitor.
Una vez en manos
españolas, Aguirre ordenó decapitar a más de 300 soldados atacameños, coronando
el pukará con sus cabezas para amedrentar a los subversivos restantes. Es por
esto que el pukará de Quitor es conocido como “el pueblo de las cabezas”.
(Marcelo
antes de subir al pukará nos pregunta si nos sentiremos incómodos por la
historia, que los españoles no somos bien mirados por los atacameños; le
contestamos que no, que las barbaridades cometidas no las aprobamos, pero que fueron cometidos por unos españoles
en una época determinada, que nosotros no podemos sentirnos responsables de sus
acciones, sí podemos condenarlas y reprobarlas, mostrar nuestra solidaridad,
pero en nuestras manos no está hacer nada más, aunque si nos hubieran
solicitado que pidiéramos perdón, no nos hubiéramos sentido humillados por
hacerlo. De todas formas, lo que a los españoles les costó sangre y sudor
durante varios años, a los propios chilenos les costó mucha sangre y menor
tiempo, como fue doblegar a los indígenas mapuche en la Región de Los Lagos y en la Patagonia)
A pesar de la
rendición del pukará de Quitor, los atacameños resistieron veinte años más el
asedio de los españoles. En 1557 se estableció un acuerdo de paz que significó
la rendición de los atacameños, y con él, el proceso de cristianización –son
bautizados con nombres cristianos- e hispanización; se desarticularon los
valores culturales atacameños, la lengua, el kunza fue prohibido, hasta que
desapareció y quedó reducido a unos pocos cánticos ceremoniales. Todo ello
llevó a la desintegración de la autoridad atacameña.
El dominio español y europeo
fue muy violento, tanto por ese proceso de denegación de cultura e imposición
de la propia, como por la implantación de valores mercantilistas, el trabajo de
esclavos en minas o en las guerras españolas en Chile, como por la llegada de
nuevas enfermedades. Todo ello condujo a un proceso caótico en los señoríos
atacameños.
En 1982 el pukará de
Quitor fue declarado Monumento Nacional.
Aparte de no realizar
el camino de la colina de enfrente, desde la que supongo se tendría una visión completa
del pukará, tampoco caminamos junto a la orilla del río, sendero que ha tomado
la pareja con la que compartimos excursión, conversación y experiencias en
general, y que conduce a la llamada plaza Quitor, donde seguramente hay algunos
restos más, además de la cara de un atacameño grabado en la roca (un toque
moderno para dar un toque histórico) y unos paisajes en total contraste con el
desierto y su aridez.
(Así
son las cosas y así se las hemos contado; una frase del popular y carismático
comunicador Jesús Hermida)
Nuestra tarde de piedras y las construcciones realizadas por el hombre con ellas no ha terminado, desde el pukará nos vamos a la aldea de Tulor.