27 de enero de 2014

Chile - Historia de la Región de los Lagos



La tierra de la lluvia

La Patagonia chilena en su acepción más extensa ocupa los territorios comprendidos desde el río Bío Bío hasta Tierra del Fuego, incluyendo el archipiélago de Chiloé. En su parte norte, estaba dividida en las regiones administrativas IX (Araucanía) y X (Los Lagos) - mirar mapa de localización-. En 2007, la región de Los Lagos se subdividió con la creación de la XIV región chilena, la de Los Ríos, con Valdivia como capital. 


La región de Los Lagos, capital Puerto Montt, hace referencia a la sucesión de lagos que la ocupan, con frondosos bosques, volcanes humeantes, manantiales termales y turbulentos ríos y cascadas. Su clima es húmedo y lluvioso, muy lluvioso durante todo el año, tanto que aunque las lluvias son menores durante el verano (nosotros estamos visitando la región en invierno) no se puede hablar de una estación seca... veremos que suerte nos espera. 


En Chile hay 2.085 volcanes, 55 de los cuales se consideran activos, formando parte del cinturón de fuego del Pacífico; y en esta zona se encuentran algunos de los que recientemente han erupcionado y causado desastres humanos y naturales. Los volcanes de Chile son doblemente peligrosos, ya que al entrar en erupción las nieves perpetuas se derriten, lo que ocasiona devastadores aludes de barro y rocas; la lava avanza mucho más despacio, pero abrasa todo lo que encuentra a su paso. El hombre propone y la naturaleza dispone. 


Los lagos son de origen glaciar, cuyas cuencas fueron excavadas por el avance del hielo y posteriormente se llenaron con el agua derretida de los glaciares. 


En época precolombina la región de Los Lagos estaba habitada por los mapuche. Los españoles llegaron en 1552, avanzando desde Santiago motivados por los rumores sobre sus riquezas. Establecieron las ciudades de Valdivia, Osorno y Villarrica, sin embargo, gran parte de la zona se mantuvo como bastión mapuche hasta la independencia de Chile, cuando el país emprendió las Guerras Araucanas para acabar con la resistencia indígena. 


Los intentos de conquista españoles concluyeron en 1641, con el Acuerdo de Quilín, donde se reconocía la soberanía mapuche sobre su territorio; este acuerdo fue ratificado en 28 tratados posteriores, el último en 1803. 


A comienzos del siglo XVII se fijó la frontera entre la colonia española y los territorios indígenas en el río Bío Bío, cuya desembocadura se encuentra en lo que hoy es la ciudad de Concepción; pero ambos bandos violaban la tregua con incursiones periódicas. Los españoles buscaban apresar nativos mapuche para venderlos como esclavos, y los mapuche robaban ganado y otros bienes. Las conferencias de paz solían concluir con grandes festejos donde abundaba la comida y la bebida, y en la que se comprometían a reconciliarse, pero esta supuesta reconciliación duraba muy poco, uno u otro banda volvía a las hostilidades. 


Finalmente, el comercio logró apaciguar los ánimos, se comenzó a traficar con ganado, paños de lana, cuchillos, armas de fuego y licores, y con ello se reducían los enfrentamientos violentos, que se seguían produciendo, al tiempo que aumentaba la población mestiza. (Lo que el dinero no pueda…)


A finales del siglo XIX, con Chile ya independiente, los ejércitos chileno y argentino masacraron a más de 100.000 mapuche. Además, la población nativa, espantada por las actividades de los volcanes Osorno y Calbuco, que fueron frecuentes entre 1730 y 1830, la última descrita por Charles Darwin, huyó a la costa. 


En 1845 el gobierno chileno aprobó una ley de inmigración para hacer frente al control mapuche en la región. Unas 150 familias católicas alemanas aceptaron la invitación del gobierno para poblar la zona; entre 1846 y 1875 llegaron un total de 66 barcos a Valdivia desde Hamburgo. 


Vicente Pérez Rosales, el promotor de la colonización del sur de Chile, fundó formalmente la ciudad de Puerto Montt, organizando una solemne ceremonia con un grupo de alemanes recién llegados, que por supuesto no se enteraron de nada ya que no comprendían el español.

Los primeros colonos llegaron en 1852 desde Osorno y ocuparon el trecho desde lo que hoy es Puerto Octay hasta playa Maitén, en los alrededores del lago Llanquihue. Poco después llegó otro grupo desde Puerto Montt y se establecieron entre Puerto Varas y Frutillar. Hacia 1875 se instalaron al este colonos austriacos de Braunau (pueblo donde nació Hitler). 


Las familias alemanas que llegaron eran principalmente artesanos (herreros, carpinteros, curtidores, fabricantes de cerveza, relojeros, cerrajeros, sastres, etc. Para aprender más sobre esta colonización alemana es interesante visitar el Museo Histórico Colonial Alemán de Frutillar.


Las comunicaciones entre las poblaciones se realizaban por vía lacustre, y Pérez Rosales ordenó construir una balandra que hacía un recorrido semanal por el lago llevando provisiones.


Entre 1885 y 1910 llegó una afluencia de alemanes mayor; y con ellos llegaron los avances tecnológicos, las industrias y el comercio a la región. Además influyeron en la arquitectura, el arte y la gastronomía. 


Poco a poco algunos chilenos se sintieron atraídos por estas nuevas tierras, ya que buscaban un modo de ganarse la vida. Los extranjeros eran la clase dominante, dirigían el crecimiento económico y daban trabajo a los chilenos y mestizos. 



Hablar de Los Lagos es hablar de los mapuche, el grupo indígena más numeroso de Chile; maipu significa de la tierra y che pueblo. Los mapuche son el único pueblo indígena que ha visto reconocido legalmente su soberanía e independencia, tras años de lucha reivindicativa. Los españoles les dieron el nombre de araucanos, del quechua awqa, “rebelde”, nombre que ellos rechazan porque se lo dieron los invasores, los huincas. Ni los incas ni los españoles lograron someterlos a pesar de que su sociedad no tenía una organización política estructurada; aunque finalmente fueron los propios chilenos los que consiguieron arrinconarles y segregarles, aparte de despojarles de sus tierras. 


Es difícil concretar sus orígenes porque los mapuche no tienen escritura, y solo se sabe de ellos por sus cronistas, destacando, irónicamente, un poeta español, Alonso de Ercilla, que cantó su valentía en La Araucana. Hay investigadores que piensan que descienden de los guaraníes de las selvas amazónicas, y que llegaron a Chile por la pampa argentina en el siglo XII. 


De 1965 a 1973 las reformas agrarias emprendidas por el gobierno mejoraron la situación de los mapuche, pero el golpe militar de 1973 dio marcha atrás a muchas de estas mejoras. 


Hoy día, en las reducciones (vocablo chileno para las reservas) viven unos 220.000 mapuche, donde mantienen viva y en uso su lengua. Muchos han tenido que emigrar a las ciudades, en las que han ido perdiendo su identidad cultural en su búsqueda de un trabajo y una mejor vida. Lo que es probable es que de los más de quince millones de chilenos, excepto unos aproximadamente tres millones, todos tengan ascendientes indígenas. 


De los 30 millones de hectáreas que poseían, sólo les quedan 250.000 (y luego solo mencionan el expolio español, que lo fue, que no lo pongo en duda, pero no solo hay que mirar hacia el exterior y "echarbalones fuera"). A los mapuche les queda un largo camino para llevar a buen fin sus reivindicaciones, pero no parece que esto vaya a ser posible ni fácil. 


La leyenda de su origen me recuerda en parte a la de los aborígenes de Australia. Su historia comienza con dos serpientes, Cai Cai, que dominaba las aguas, y Tren Tren, que dominaba el fuego. Un día, Cai Cai se enojó y a coletazos causó un diluvio que inundó la región, por lo que los hombres invocaron la ayuda de Tren Tren, que los montó en su lomo y los salvó. Pero llegó el día en que Tren Tren también se enfadó y puso en erupción a los volcanes, por lo que los hombres tuvieron que refugiarse en los bosques. Esta es la historia que se transmite de padres a hijos mediante el Admapu, la base de su cultura. 


La organización mapuche se basa en la familia y la naturaleza; su religión, en los antepasados y en un espíritu superior, Ngenechen