28 de enero de 2014

Chile - Vuelo de San Pedro de Atacama a Puerto Montt



Rumbo a la Patagonia

Nuevo madrugón, nos recogen a las 6.30 de la mañana, y como habíamos tenido la desorganización del horario del traslado y las excursiones, sinceramente estamos en recepción con las maletas con algo de intriga y preocupación. Pero no, a la hora señalada aparece Gonzalo a buscarnos, es el mismo joven conductor que realizó nuestro traslado desde el aeropuerto de Calama a San Pedro de Atacama

En el camino de San Pedro de Atacama a Calama disfrutamos de nuevo del bonito paisaje de montañas que nos rodean, y del amanecer, aunque hacemos pocas fotografías, el cansancio se nota en nuestros cuerpos, y en nuestras bocas, que permanecemos gran parte del viaje en completo silencio, con lo que para contemplar este paisaje hay que mirar el viaje de ida


Nuestro vuelo sale a las 9.15, y antes de las 8 estamos en el aeropuerto, en el que ya hay bastante tráfico, tanto aéreo, no paran de salir aviones, como humano. Facturamos las maletas y afortunadamente (o no, eso ya lo veríamos) se puede hacer directamente a destino, ya que haremos una parada y cambio de avión en Santiago, que era una de nuestras preocupaciones, porque la conexión era muy justa para recoger maletas y volver a facturar. 

En la espera para que abran la puerta de embarque hacemos algunas compras en la tienda, y como no hay una sala para espera, sólo el pasillo donde se encuentran los mostradores de embarque y la tienda, donde todos los asientos están ocupados, subimos a la cafetería, y aprovechamos para desayunar, compartiendo un sándwich Barrros Jarpa, un sándwich de jamón y queso. 


En la carta figura una nota muy curiosa.


El embarque, como lo fue el desembarque es directamente desde la pista. 


Comenzamos el vuelo sobre el desierto de Atacama.



LAN nos ofrece un tentempié o aperitivo, el único que ofrecen en todos sus vuelos, pero no hay que quejarse, en otras compañías no ofrecen ni agua, y además hoy variamos un poco, tenemos una cookie de chocolate y almendras. 


El desierto nos ofrece sus últimas imágenes de las explotaciones e industrias instaladas en él. 


Comenzamos a sobrevolar las montañas, pero ahora no tengo la bonita visión de los Andes nevados, como en el viaje de ida, estamos sentados para poder contemplar el paisaje del otro lado, por aquello de tener las dos visiones. 



Comienza a aparecer el agua en la costa. 


Y el verde en el paisaje. 


Llegamos a Santiago con unos pocos minutos de retraso sobre el horario previsto. 


Son las 11.30 y el siguiente vuelo es a las 12.45, con lo que tenemos una hora para deambular por el aeropuerto, y encima damos gracias por ser solo una hora, porque la alternativa de más tiempo hubiera consumido nuestra energía y nuestras fuerzas, después de tres días de madrugones.

Tras pasear algo por el aeropuerto, confirmar la puerta de embarque y localizarla, nos sentamos a esperar la llamada de embarque, que se produce al final con algo más de media hora de retraso. 

Volamos sobre Santiago. 


Si bien la aridez del desierto de Atacama nos ha cautivado, el verde y el agua siempre producen paz, y sus alturas montañosas no parecen tan ariscas que cuando están tan peladas de vegetación. 



Nos toca de nuevo tomar un aperitivo por gentileza de LAN, y en estos momentos ya le empiezo a coger manía a la cajita con el brownie, los frutos secos y la galleta (gracias por el detalle repetitivo). 


El verde comienza a apoderarse plenamente del paisaje, y afortunadamente el azul le acompaña limpio de nubes amenazantes de lluvia, ya que esta zona central se caracteriza por tener sino todos los días, casi todos los días una lluvia generosa y abundante; el verde tiene una razón de su existencia. 



Aterrizamos en el aeropuerto El Tepual de Puerto Montt, a 2.592 km de Santiago, con solo quince minutos de retraso respecto al horario previsto, a pesar del retraso en la salida. 


Vamos a recoger las maletas y afortunadamente en la cinta transportadora aparecen las nuestras, con lo que salimos del bonito aeropuerto de Puerto Montt, donde nos espera Apolo, un corresponsal de la agencia de viajes que se hará cargo de nosotros durante nuestra estadía en la zona. Al contarle el problema con las excursiones que hemos tenido en San Pedro de Atacama enseguida nos pasa su número de teléfono móvil para posibles incidentes, comprobando además que podemos llamarle y que no nos quedaremos en el limbo telefónico.