3 de febrero de 2014

Chile - Puerto Varas - Lago Llanquihue



El lugar sumergido

Puerto Varas es la principal y más grande ciudad a orillas del lago Llanquihue, situada en su orilla sur. Fue fundada en 1854 por inmigrantes alemanes. 


En la ciudad hay un dicho: “Si no vemos la cordillera es porque llueve, y si la vemos, es porque lloverá”. Hoy no llueve, luce el sol espectacular, y hemos visto los volcanes de la cordillera, con lo que habrá que pensar en que mañana la lluvia puede hacer acto de presencia. Los habitantes de la ciudad están tan familiarizados con la lluvia que celebran en el mes de junio el Festival de la Lluvia (buena iniciativa; o al mal tiempo buena cara). 

Un mapa de situación de la ciudad y sus alrededores. 



Desde el hotel bajamos por la calle Santa Rosa, y es bajar de verdad porque la calle tiene una cuesta considerable, que de camino de ida no nos parece mal, pero a la vuelta ya no nos hará tanta gracia. 




La calle desemboca en la pequeña pero coqueta plaza de Armas




La plaza está rodeada de tiendas y hoteles. 
 




La plaza da acceso a la avenida Costanera, alzándose en la esquina de ambos un hotel, cuya construcción ya nos habla de ese origen alemán de la ciudad, ¿estamos de verdad en Chile? o en ¿alguna estación de esqui alemana-suiza-austriaca?



En la Costanera, al comienzo del muelle Piedraplen, hay un mapa con las calles y puntos de interés de la ciudad. Siempre es agradable encontrar estos mapas e información aunque ya estén en nuestras manos por obra de internet o de las guías, pero es como una confirmación de "todo va bien".




También hay una oficina de información, a la que entramos para buscar algún mapa, y sobre todo uno sobre el que llaman circuito patrimonial, que adquirimos previo pago. 


La Costanera es el paseo que bordea el precioso lago Llanquihue, lugar sumergido en mapudungun, la lengua mapuche. Es el segundo lago más grande de Chile, después del lago General Carrera, compartido por Argentina en la Patagonia; y es el cuarto más grande de Latinoamérica. Tiene una extensión de 877 km2 y casi 50 km de diámetro, con una profundidad de 350 m y cuya agua no supera los 15ºC en verano, así que fría está. 




El lago se formó cuando una erupción del volcán Osorno cegó el paso del adyacente lago de Todos los Santos. Si no fuera por la estrecha franja de tierra entre Puerto Varas y Puerto Montt, el lago formaría parte del océano Pacífico. 


El primer europeo que vio el lago fue Pedro de Valdivia) en 1552, pero los continuos ataques de los mapuche lo dejaron fuera del alcance de los españoles. 




Pasear por la Costanera ofrece un paisaje magnífico del lago y de los volcanes que se alzan en el horizonte, majestuosos y nevados. En Chile hay 59 volcanes activos, un número que asusta, y que se traduce en el 10% de los volcanes activos en el mundo. Como en todo el país, nos quedamos atrapados en este paseo; y es que da lo mismo que sea una isla de vegetación inexistente, un desierto salino, un lago o un volcán nevado, Chile es pura energía natural. 




A la derecha, el volcán Calbuco (2.003 m), que significa aguas azules, el más activo de la zona, al que una erupción en 1893 hizo saltar su cima, dejando un cono quebrado. La última erupción ocurrió en 1961. 




A la izquierda, el volcán Osorno (2.652 m), con una cima de cono perfecto que conserva esta forma porque sus erupciones han tenido lugar en los 40 cráteres que se agrupan alrededor de su base. Una carretera asciende por la ladera hasta una estación de esquí situada a 1.240 m. La última erupción del volcán tuvo lugar en 1835. 




Desde la Costanera vemos el edificio que aloja el casino de la ciudad (vamos de casino en casino, porque en Calama también hay uno). 




En la orilla del lago hay restos de un barco oxidado que marca la distancia hacia un museo, y el único museo de Puerto Varas que tengo registrado es el de Pablo Fierro, con una colección de objetos variados. Pero al día siguiente recorrimos la Costanera en coche y no me parecieron 758 m solamente, me parecieron muchos más metros. 




Caminar por la Costanera es caminar con la maravillosa visión del lago y los volcanes.




El atardecer es pura magia sobre las cimas nevadas de los volcanes. 






Caminamos por la calle Santa Rosa, la Costanera hacia la izquierda recibe este nombre, el de la calle por la que hemos bajado desde el hotel; y seguimos encantados y emocionados con los colores del atardecer y las postales visuales y fotográficas que se tienen.





Al continuar el paseo por la calle vamos teniendo otra visión de lago, así como vemos la Costanera, la ciudad y las cúpulas rojas de las torres de la iglesia católica del Sagrado Corazón. 





El volcán Osorno y el cielo más parecen más una pintura al óleo que un paisaje real con esos colores tan vivos y púrpuras. 




La noche llega con las luces reflejadas en el lago, fotografía típica pero siempre bonita. 




Algunos valientes, y no lo digo por el agua que estará fría, sino por la hora, se van a practicar kayak (y no creo que sea a la luz de las velas). 




Dejamos el lago, pero no muy lejos, y callejeamos un poco por la ciudad, miramos restaurantes por si nos gustará alguno, aunque es temprano para entrar a cenar, y si volvemos al hotel con toda seguridad no volveremos a salir, pero si no es para hoy, puede ser para otro día. Aunque mi objetivo principal es encontrar una tienda, la de la americana Vicki Johnson, una tienda muy coqueta en el escaparate y en el interior, en la que se puede encontrar de todo: artesanía, bufandas, jerséis, artículos de decoración, jabones, vinos, pero hay algo que la hace muy especial y codiciada, sus chocolates y dulces. 




Hacemos compras de todo tipo, me siento desatada en la tienda, y por supuesto compramos ricos y sabrosos chocolates, clásicos o rellenos de manjar (dulce de leche chileno), con los que luego haremos una merienda. 


Cuando salimos nos dimos cuenta de un cartel en su fachada de “Se vende”, pero no sé si porque se retira del negocio o porque lo aumenta y necesita un local más grande, ya no entramos para preguntar, que además creo que sería de mala educación. 




Frente a la tienda de Vicki hay otra tienda también llamativa, aunque con menos artículos de comer, más dedicada a la ropa de montaña, artículos varios, souvenirs, todo parece de calidad.




Cargados con las bolsas de las compras y con la llegada de la noche se acaba el paseo, volvemos al hotel y desde la calle Santa Rosa tenemos la visión iluminada de la iglesia del Sagrado Corazón. 



Como ya era de suponer, merendamos los chocolates comprados (no todos, somos glotones pero con algo de conocimiento), descansamos, ponemos algo de orden en nuestras maletas y nuestros cuerpos, por lo que definitivamente no volvimos a salir a cenar, lo hicimos en el hotel, pero bajamos tan relajados que nos olvidamos la cámara de fotos y en este momento no recuerdo lo que pedimos, aunque si lo he olvidado es porque no sería memorable (aparte de la frágil memoria que los años me van provocando).

Un mapa de la ciudad para ubicarse:

Fuente: moon.com