1 de abril de 2014

España - La Hiruela - Restaurante Ad Libitum (Comunidad de Madrid)

A placer

La razón mundana por la que nos hemos dado un paseo por por pueblos de la Comunidad de Madrid es la comida, en la localidad de La Hiruela hay un restaurante de comida casera (con algún toque moderno en alguno de sus platos) que tiene buenas críticas, así que aprovechando el buen tiempo de sol hicimos un dos por uno: paseos y gastronomía. Se trata del restaurante Ad Libitum, expresión latina que significa a placer, a voluntad, como gustéis... así que vamos a gustar y a degustar.  

El restaurante se aloja en una casa típica con lajas de pizarra, y a la entrada una pandilla de gatos está a la espera de la que caiga, pero eso sí, con respeto y miedo a los movimientos humanos, pero este pobre gatito que tenía un ojo malo, que se mantuvo a nuestro lado valiente aunque no teníamos recompensa para él. 


El interior del restaurante es sencillo pero coqueto, tiene dos pisos y nuestra mesa está en el inferior, junto a la chimenea, que está encendida porque a pesar del sol caliente el interior está frío, y como nadie quiere ser achicharrado, la silla más cercana me la adjudico, ya que en principio la prefiero cerca que lejos, y no me molestó durante la comida. 



Compartimos tres entradas: salteado de habitas baby y jamón ibérico, ensalada de mango con anchoas y garbanzos con callos. Las habitas muy ricas, la ensalada para mi gusto con poco aderezo (pero esto ya es un gusto personal, ya que me gustán fuertes de sabor y se soluciona pidiendo las vinajeras), y los garbanzos muy suaves y tiernos, limpios de pellejo, los callos los que los comieron dijeron que estaban bien (yo no los como), no demasiado picantes (alguno le hubiera dado más toque aunque otro se lo hubiera quitado) y la salsa de ellos para mojar el pan (que esto si lo hago). 





Acompañamos la comida con un vino desconocido, elegido por nombre, Peña el Gato, de uva garnacha vieja. Se trata de un vino de La Rioja, ecológico y elaborado artesanalmente, que nos gusta (yo no paso de esta valoración, mi paladar es bastante reacio a encontrar los sabores básicos a no ser que sean muy claros, con lo que no puedo ofrecer una nota de cata completa y personal). 

De segundo, dos de bacalao a la dourada, con huevo y patatas paja, y por supuesto bacalao, pero lo que no decía la carta sobre los ingredientes es el exceso de cebolla que lleva, por lo que uno de los comensales se encontró con una desagradable sorpresa, para el otro comensal estaba bueno, ya que sí tiene una buena relación con la cebolla. 


Unas albóndigas Ad Libitum, con las que hubo intercambio, cuya carne estaba tierna, nada fibrosa y la salsa muy rica, de nuevo para mojar pan. Las albóndigas, como podéis ver, eran de buen tamaño.


El intercambio de las albóndigas fue con unas carrileras ibéricas estofadas al Oporto, muy tiernas y sabrosas, aunque personalmente me quedo con las carrilleras de ternera. De nuevo con el pan se podían hacer "submarinos" en la salsa. 


Tres postres, cuatro cucharas: mousse de chocolate, flan de queso y tarta de nueces. Una ración de azúcar para compensar la grasa. Buenos los tres, aunque como era de suponer la tarta más pesada y contundente, pero no quedó rastro de ella. 




Resultado, un estupendo precio/calidad/cantidad, comida casera, buen vino, buena localización; no es de extrañar que los domingueros de sábado o de domingo nos pasemos por allí, ya sea con reserva (recomendable) o sin ella, que con buen tiempo se puede esperar en el pequeño jardín del exterior de la casa a que quede una libre. 


Por mi parte, no me importaría repetir y hacer uso del refrán, "una vez al año, no hace daño" y añadiría ad libitum.