20 de octubre de 2014

Canadá - Montréal - Oratoire Saint Joseph - Parc Mount Royal - Île Sainte Hèléne


Cruzando la ciudad


Hoy conocemos a nuestro guía para el tour por el país y para el día de hoy por la ciudad, Ángel, que resultará ser un fantástico guía, con el que aprenderemos sobre la historia, la política y la economía del país, también conocemos a parte del grupo con el que compartiremos días por Canadá. Decidimos apuntarnos a realizar este paseo por Montréal porque llegaremos con el autobús a lugares a los que no llegaríamos por nuestra cuenta, por falta de tiempo y elección, así que nos conformamos con esta pequeña toma de contacto.

Desde el hotel, situado en la Avenue President Kennedy, tomamos Rue Sherbrooke Ouest, una calle realizada por los británicos, y desde esta el Chemin de la Côte des Neiges, donde se encuentra una de las entradas al cementerio de Notre Dame des Neiges, católico, que desde fuera tiene buena pinta, sí, ya sé, es un cementerio y esto no tiene buen color pero es que en estos sentimentales lugares se encuentran rincones de paz y belleza, aparte de una arquitectura simbólica y en ocasiones excepcional. 


Continuamos por el Chemin de la Côte des Neiges para llegar al Chemin Queen Mary, donde se encuentra el Oratoire Saint Joseph, situado en el monte Westmount. En 1904, el hermano André, portero del cercano Notre Dame College, construyó un pequeño santuario dedicado a Saint Joseph para acoger al creciente número de enfermos que acudían en busca de sus poderes curativos (creer o no creer, esa es la cuestión). Los peregrinos comenzaron a aumentar y en 1924 comenzaron las obras para construir un gran oratorio donde acogerlos.


La cúpula octogonal de cobre tiene unas medidas de 38 m de diámetro y 44,5 m de altura, siendo una de las cúpulas más grandes del mundo. El arquitecto fue el monje Dom Paul Bellot. Desde la terraza se tiene una buena vista del norte de la ciudad, pero no podemos acceder a ella, y tampoco al interior, esta es una parada rápida, al ir en tour hay horarios establecidos y el poco tiempo disponible no daba para hacer ninguna de las dos cosas ni a la carrera. 


Al oratorio muchos peregrinos suben de rodillas, y para ello está habilitado el carril central, 99 escalones en los que pedir la bendición del santo, cuya dificultad creo yo que no es sólo subirlos, sino cruzar la carretera que separa un tramo de otro (la cabeza pensante aquí no estuvo muy lúcida por mucho paso de cebra y respeto de los conductores a los peregrinos). 


Frente al oratorio hay un jardín muy bien cuidado -casi todos los jardines de Canadá, e incluso el campo y los bosques están en perfecto estado de exhibición-, y en su extremo una estatua de Saint Joseph (tomada fotográficamente a toda contraluz). 



Frente al santuario el colegio donde era portero el hermano André, Notre Dame College. 


El oratorio se encuentra al oeste del punto más alto de la ciudad, Mount Royal, de 234 m, sobre el que se creó un parque para preservarlo del corte masivo de árboles para leña, y el responsable del proyecto fue Fredrick Law Olmsted, paisajista norteamericano que diseñó nuestro amado y añorado Central Park, aunque no se terminó de completar su idea. Olmsted construyó varios miradores intercomunicados para poder disfrutar de la naturaleza y las vistas. A Olmsted nos lo volveremos a encontrar en las Cataratas del Niágara, sin lugar a dudas un paisajista medioambiental comprometido.

Nuestra primera toma de contacto con el arce, cuya hoja es símbolo del país. Escondida entre los árboles hay una ardilla, ¿la encontráis?. 


Nosotros no tenemos tiempo para caminar por los senderos, para disfrutar de los árboles, de las ardillas, de la naturaleza ni de todos los miradores, nos tenemos que conformar con el mirador de Kondiaronk


Hacia detrás del amplio mirador está el pabellón Chalet du Mount Royal, construido en 1932 y que alberga diversos eventos, pero que por tener que consultar algunos datos con Ángel (cuanto antes mejor) al final no pudimos ver su bonito interior. 


Cuando Jacques Cartier llegó a esta montaña la bautizó con el nombre de Mount Royal, y de ahí derivó el nombre de la ciudad, Montréal, aunque en aquellos tiempos “royal” se escribía “real”.

Las vistas sobre la ciudad son muy amplias, además se ve que el “cogollo” no es realmente grande, por eso se puede recorrer a pie como lo estamos haciendo en su mayoría. 



El skyline de la ciudad, con los rascacielos que hemos visto a pie de calle ahora los tenemos a vista completa desde arriba; de izquierda a derecha: Altitude, 1501 McGill College, 1000 Sherbrooke Ouest, Place Ville Marie, Tour Scotia, Sun Life, 1000 de la Gauchetière, Cathédrale Marie Reine du Monde, Tour CIBC y Tour IBM


No hay tiempo para perderse un poco por la montaña, y además todos tenemos preguntas para Ángel, con lo que el tiempo es menor. Nosotros preguntamos para volver al atardecer-anochecer, que presuponemos interesante, con las luces de la ciudad y sus edificios, pero finalmente decidimos no volver, con otra noche más en la ciudad no hubiera habido escapatoria, pero el cansancio al final del día pasaba factura, sobre todo a mi dichosa fascitis plantar. 

Para llegar a Mount Royal se puede tomar el autobús N.11 desde la estación de metro de Mount Royal para evitarse la subida, que por supuesto se puede hacer andando; además el autobús City Seeighting tiene parada en el mirador.
 
Desde Mount Royal atravesamos la ciudad por Rue Sherbrooke para llegar al Parc Olympique, que nosotros visitamos por nuestra cuenta para poder subir con el funicular por la Tour de Montréal, ya que sabíamos que la parada del tour sería para la foto Kodak y poco más. Desde Rue Sherbrooke se tienen mejores vistas de la torre y de la cubierta del estadio olímpico, porque no está en obras como la Avenue Pierre de Coubertein.


No muy lejos del Parc Olympique hay varias calles muy comerciales, nosotros pasamos en el autobús junto a la Promenade Ontario. 


Más alejado, también pasamos, creo que de nuevo por la Rue Sherbrooke, por el barrio de The Village, donde se ha asentado la comunidad homosexual de Montréal, que se encuentra al este del Quartier Latin, por el que también pasamos así como por el coqueto barrio de Plateau Mont Royal, que afortunadamente ya los hemos disfrutado. 


Nos dirigimos hacia el pont Jacques Cartier, sobre el rio Saint Laurent.



En el puente el grupo canadiense Simple Plan grabó un videoclip, que no creo que les costará mucho parar el tráfico, porque tiene muchísimo y lo normal es quedarse parado en un atasco en él. 



El puente cruza el Parc des Îles, formado por las islas Sainte Hèléne y Notre Dame, donde se celebró la Exposición Universal de 1967, y que fue visitada por más de 50 millones de personas (a mí me parece un dato increíble aunque no he consultado los visitantes de la Expo'92 de Sevilla).

Desde el puente vemos el Fort de L’Île Sainte Hèléne, construido en 1825 por el Duque de Wellington para proteger a Montréal de un posible ataque estadounidense y que fue utilizado como prisión durante la Segunda Guerra Mundial. En él se ha instalado un museo de historia militar. 


Entramos en la Île Sainte Hélène, un jardín verde, como el pulmón de Montréal, además del Mount Royal. Desde ella se tienen vistas del Vieux Port –la TTour de L'Horloge, la Chapelle Notre Dame de Bonsecours, el Marche Bonsecours, la torre del Hôtel de Ville-, y nuevamente del skyline de la ciudad – Tour de la Bourse, Tour IBM, Place Ville Marie, 1501 McGill College, Tour KPMG, torres del Complexe Desjardins-, así como las torres de la Basilique de Notre Dame, el edificio Aldred y la cúpula de la Cathédrale Marie Reine du Monde. Estas vistas hubieran merecido una parada para disfrutarlas mejor. 



Pasamos junto a la Biosphere, que fue el pabellón de EEUU durante la Expo’67, y nos quedamos impresionados por la construcción, es de gran belleza, y eso que le falta el acrílico que la recubría ya que se quemó, pero sin él ya es increíble. 


Ahora la Biosphere acoge un centro de interpretación que estudia el ecosistema de los Grandes Lagos y del río Saint Laurent. Entrar en esta esfera tiene que resultar impresionante por sí sola, es como un aviario gigante, tiene una parte lúdica que no puedo describir, entre la ciencia ficción y la realidad. Hubiera sido una gran parada para disfrutarla de cerca. 



Lo malo de este paseo por la isla es que está colapsada de tráfico, es un lugar al que acuden los montrealenses y los turistas a pasar el día, tanto por lo que hemos visto desde el autobús como por lo que no hemos visto, ya que cuenta con un parque de atracciones, aparte de los senderos que la recorren que seguro que merecen la pena. Así que recorremos los últimos tramos de la isla con la visión del pont Jacques Cartier


Salimos de la Ìle Sainte Hélène por el pont de la Concorde, y no accedemos a la cercana isla artificial de Notre Dame, donde se encuentra el circuito de Fórmula 1 Gilles Villeneuve. Ahora tenemos una visión de los muelles, en este caso del quai Alexandra a la izquierda (el muelle donde atracan los cruceros) y del quai King Edward a la derecha (el muelle desde donde parten los recorridos por el río Saint Laurent, como el que realizaremos en Le Bateau Mouche). 


El puente de la Concorde termina en un malecón que protege el puerto de las corrientes y del hielo, y en él se ha construido un edificio de viviendas original, diseñado para la Expo’67, Habitat'67 es su nombre, y sus viviendas cuestan una fortuna, a pesar de que no son muy grandes, pero su diseño y ubicación le triplican el precio. 


Salimos por la zona portuaria que comunica con el canal Lachine, construido en 1825 para evitar los rápidos del río Saint Laurent, que no produce una buena sensación la verdad, demasiado óxido en las estructuras y almacenes, algunos de ellos ya fuera de uso y nos dirigimos hacia el Vieux Port por la Rue de la Commune. Terminamos el tour en el autobús en la Place Jacques Cartier.