1 de diciembre de 2014

Canadá - Rivière à Mars - Lac Côme


Une Due, Une Due, Une Due…

Después de nuestro paseo por la Rivière à Mars y de las lecciones sobre superviviencia, salmones y osos es hora de hacer la parada para comer, para lo que nos llevan a una cabaña a orillas del lago Côme, aunque al principio, que parecemos osos hambrientos, el agua solo la vemos en los vasos. De primero una sopa de verduras, con mucho verdura, que lo peor hubiera sido que llevara más caldo que condumio, que esto no quita el hambre. 



En la mesa hay una botella de vino tinto, que decidimos probar, y aunque no era malo malísimo, yo le hubiera acompañado con una gaseosa. 


Muchos deciden pasar del vino, sin necesidad de probarlo, y directamente piden cerveza canadiense, tipo Blonde, una de las variades y marcas de la fábrica Molson. 


De plato principal, una tourtière, un pastel de carne picada de la provincia de Québec, pero que se ha deshecho tanto que parece cualquier cosa; un plato típico canadiense que me apetecía probar pero desde luego este no era el mejor lugar, aunque por lo menos daba la idea de su sabor e ingredientes, y no decepcionan. Le acompañan la también típica ensalada de col y unas patatas con salsa (la patata que no falte nunca). Algunos hambrientos, aunque no estuvieran encantados con el plato, aprovecharon la oportunidad de repetir hasta acabar con la tourtière.


De postre, un pastel de azúcar, una tarte au sucre, así que tremendamente dulce, aunque creo que se hace con azúcar moreno que es menos dulce, pero la sensación era de masticar un terrón de azúcar. 


Ahora si nos acercamos al lago, el Lago Côme, un paraje y paisaje idílicos, de los que nuestra mente considera puramente canadienses. 



Entre las hojas que flotan en el lago se pueden ver ranas (hay que tener buena vista porque están muy bien camufladas). Amplío la fotografía porque la rana Wally en la primera de ellas está difícil de localizar.



Lo que vamos a hacer en el lago es un pequeño viaje en rabaska, canoa  que era realizada con corteza de árboles por los algonquinos, y que en los siglos XVII y XVIII ayudó a los exploradores franceses en su descubrimiento de Canadá. Por supuesto vamos a remar nosotros para que se mueva, y ejercerá de timonel en nuestra rabaska el joven Jêrome, que al finalizar la excursión será canonizado por el grupo de locos que le tocó. 


En cada canoa vamos nueve o diez personas, contando con el timonel, sentado en la parte trasera. Aparte de nuestros remos, navegamos con chalecos salvavidas, que siempre hay que tener en cuenta la seguridad. 


Con esfuerzo y nada de sincronización comenzamos a navegar por el lago. 


En ocasiones ni a la derecha ni a la izquierda, directos a embarrancarnos, un total descontrol de remos y movimientos. 


Nos acercamos hasta las casas de los castores, pero ellos están dentro y no les vemos ni la cola. Realmente desde aquí parece más una maraña de troncos amontonados para ser transportados como leña que una guarida. 



Tengo que confesar, pero no me produce ninguna vergüenza, que mi aportación al remo fue nula, mi tendinitis de hombros me tenían con una actividad de cuatro palazos si, cuatro palazos no, y además mi torpeza al maniobrar con el remo era tremenda, por más que recibía lecciones magistrales para intentar hacerlo bien con el mínimo esfuerzo, mi resultado era el mayor de los esfuerzos con el mínimo resultado. 


Una italiana de nuestra canoa quería mantener el ritmo para realizar una buena maniobra, y todo el viaje teníamos en nuestros oídos, “Une, due, une, due…”, era como una generala que además quisiera ganar una competición de rabaskas, cuando los demás queríamos disfrutar del momento, del paisaje, para lo que nos gustaba parar para disfrutarlo. Otra italiana pedía silencio y tranquilidad. Risas, muchas risas, aunque en algún momento creo que ella me hubiera atizado con el remo para que yo remara con brío y continuidad, y yo la hubiera tirada a ella al agua… Pesadilla en el lago. 


Daba incluso pena romper la placidez del agua con los remos y la tranquilidad del lugar con nuestros gritos y risas, que hacíamos todo a la vez (el hombre anti natural, aunque en este caso, en la canoa éramos mayoría de mujeres, uppppsss). 


Música del grupo canadiense Barenaked Ladies para acompañar. Este grupo es el autor de la cancion de la serie, extraña serie, The big band theory.


Es hora de volver al embarcadero, nuestra canoa salió de las primeras y volvió de las últimas, pero eso que nos llevámos en paisaje. La verdad es que un chapuzón en el lago hubiera estado bien ya que el día ha vuelto a ser de demasiado calor. 


Esperamos a la última rabaska, que no es la última por lentitud sino porque este grupo tuvo que esperar a que volviera una (no la nuestra por supuesto) para comenzar su singladura.


Dejamos nuestros chalecos salvavidas, los remos, el paisaje junto al lago y la rabaska. 



Situación del Lac Côme