10 de noviembre de 2015

Boston - Back Bay - Boston Public Library


De libros y otras especies

Frente a Old South Church, la fachada lateral de la Boston Public Library en Boylston St (custodiada por John Hancock Tower) La biblioteca fue construida entre 1887 y 1895 por quedarse pequeño el edificio original. El diseño es del arquitecto Charles McKim imitando el Palacio de  la Cancillería de Roma.  Contiene más de 15 millones de libros y es la tercera biblioteca más grande de EEUU, por detrás de la del Congreso y de la de la Universidad de Harvard.  


La bibiioteca fuen fundada en 1848, siendo la primera biblioteca del país y además la primera pública gratuita del mundo. La fachada principal da a Copley Square, con la inscripción Free to all (Gratis para todos) sobre el arco central de la entrada. 




En el exterior, dos esculturas en bronce dan la bienvenida, Art y Science, realizadas por Bela Lyon Pratt. 



Tras las primeras puertas de entrada, en hierro y cristal, un vestíbulo con la escultura de Sir Henry Vane, gobernador de Massachusetts en 1632, defensor de la libertad, incluso de la libertad de religión, que consideraba que Dios, la Ley y el Parlamento estaban por encima del Rey. 


En el vestíbulo hay tres puertas de bronce, la del medio es la que está abierta para entrar. En estas puertas están esculpidas por parejas las imágenes de la Música y la Poesía, el Conocimiento y la Sabiduría, la Verdad y el Amor, realizadas por Daniel Chester French. 


El vestíbulo interno de naves abovedadas fue diseñado por el arquitecto español Rafael Guastavino, y la biblioteca fue su primera gran obra en Estados Unidos (otras obras suyas son Oyster Bar en Grand Central Terminal, el Bridgemarket en E 59th St, la estación fantasma de metro de City Hall, el hall del edificio de inmigración de Ellis Island, la catedral St John the Divine, todas ellas en NYC), con su método de bóvedas tabicadas (resistentes al fuego y menos costosas de construir) y decoradas con mosaicos de mármol. En las bóvedas hay inscritos nombres de bostonianos célebres. 




En el suelo de mármol algunas inscripciones doradas en alusión a la creación de la biblioteca, rodeadas por los símbolos del zodíaco grabados en bronce. 


Del vestíbulo parte una escalera, Grand Staircase, custodiada por dos leones, dos lindos y nada fieros leones, obra de Louis de Saint-Gaudens. Con ellos se conmemora a los Regimientos Segundo y Décimo de Infantería de Massachusetts que participaron en la Guerra Civil. 




La escalera y el pasillo de la segunda planta están decorados con murales realizados por el pintor francés Puvis de Chavannes, del que recibe el nombre el espacio, Chavannes Gallery. En estos murales quería captar los tesoros intelectuales reunidos en la biblioteca, con representaciones de poesía, historia, astronomía, filosofía, química, y física. Su título, en francés por supuesto, Les muses inspiratrices acclament le génie messager de lumière




Desde las escaleras vemos el bonito patio interior de la biblioteca, un espacio que no teníamos ubicado y que en este momento lo incluimos en lugares a visitar. 


En la segunda planta pasamos a la impresionante y alargada sala de lectura Bates Hall, con un techo artesonado con bóveda de cañón; sus medidas son 218 pies de largo (66,44 m), 42 pies de ancho (12,80 m) y 50 pies de alto (15,24 m). La sala termina en sus extremos en ábside, lo que le aporta sensación de basílica, además de por los casetones del techo. La sala recibe el nombre del primer gran benefactor de la biblioteca. 

Curioso resulta conocer que esta sala se puede alquilar para la celebración de eventos, incluso para bodas (no me imagino yo esto en la Biblioteca Nacional de Madrid, y ahora es cuando tendría que descubrir que ya se hace, y es que el mantenimiento y rehabilitación de estos edificios no son precisamente baratos, y de alguna manera se tiene que costear, aparte de las subvenciones públicas). 

Silencio, por favor. 


Desde Chavannes Gallery entramos en otra pequeña sala, Elliot Room, cuyo techo está decorado con mural, obra de John Elliot, titulado Triumph of Time que contiene 13 figuras aladas, 12 femeninas que representan las horas y una masculina simbolizando el Tiempo; los 20 siglos se representan por este número de caballos. Más que el arte, como se puede ver por la fotografía incompleta, nos llaman la atención varios de sus ocupantes, en especial un homeless y un hombre con algún tipo de desequilibrio mental, ya que continuamente realizaba garabatos en un cuaderno, sin parar, círculos enmarañados; teníamos la sensación de estar molestando. 


En la segunda planta nos queda por visitar la Abbey Room, sala de préstamos que actualmente no tiene esta actividad. Tiene un techo artesonado y unas paredes en las que destacan los dieciséis murales de estilo prerrafaelistas obra de Edwin Austin Abbey, La búsqueda y el logro del Santo Grial



En la sala se puede bajar una app para la interpretación del mural (la verdad es que es una ventaja tener estos cuadritos psicodélicos a nuestra disposición y no tener que cargar de papeles). Intentamos seguir las explicaciones durante un rato, pero deberíamos llevar cascos (elemento que ya hemos echado en falta en otras ocasiones y visitas) para no molestar a los otros visitantes, además el inglés hoy parece que se nos hace más duro, con lo que finalmente disfrutamos de esta sala especialmente bella pero sin explicaciones.

Como ya podréis imaginar, también se alquila esta bonita sala para eventos. 



Por una escalera algo oscura y sin decoraciones se accede a la tercera planta, donde nos reciben los murales de John Singer Sargent en la homónima Sargent Gallery, que nos dejan con la boca abierta (como nos ocurrió con la Abbey Room, parece que las moscas nos entraran sí o sí en esta biblioteca). Los murales reflejan la historia del Judaísmo –con la historia del pueblo de Israel- y de la Cristiandad. 





Desde esta sala se accede a otras dos. La primera a la que entramos es la Wiggin Gallery, donde nos encontramos con la sorprendente, y bonita, colección de dioramas de Albert H. Wiggin, y que nos parece que no está lo suficientemente publicitada para lo increíble que es. Al concentrarnos en la exposición no nos fijamos en sus características arquitectónicas si eran de interés. En esta sala, concentrándose en los detalles de estos espectaculares dioramas se puede pasar el tiempo sin sentir su paso.




Desde esta sala parten otras puertas que no sabíamos dónde conducirían, con lo que decidimos explorar, para encontrarnos con largos pasillos en los que hay piezas expuestas, como esta imprenta. 


Entramos en la sección de música (con cd’s) y la dedicada al arte, andamos por ella intentando molestar lo menos posible, aunque siempre el ruido de unos pasos a no ser que se tenga una gran concentración puede perturbar; afortunadamente no había muchas personas consultando. 


Desde las ventanas de la sala más elevada tenemos una vista parcial de la torre de la Old South Church y del patio interno, que cada vez nos llama más la atención. 


Seguimos explorando la biblioteca a nuestro aire, ya que nadie nos pregunta nada ni nos detiene el paso, y así llegamos hasta la Koussevitzky Room, una sala de dos alturas, en la segunda hay estanterías con libros pero en la primera muchas librerías cerradas con cristales muestran sus baldas vacías. La sala también acoge la colección donada por la esposa de Serge Koussevitzky, director de la Boston Symphony Orchestra de 1924 a 1949. Y desde esta sala pasamos a la sala que aloja colecciones especiales, como la de William Adison Dwiggins, una preciosa exhibición de marionetas. No nos deja de sorprender esta biblioteca, que seguimos creyendo poco publicitada para todos sus tesoros. 



Hay un acceso a la colección de libros, manuscritos y objetos especiales, con una iluminación tenue y en la que parece que se necesita un permiso especial para entrar, así que ni lo intentamos.

Volvemos a la Sargent Gallery, y menos mal que no había salida por el otro recorrido, porque es posible que nos hubiéramos saltado la otra sala a la que se accede desde ella, Cheverus Room, en la que se realizan exposiciones. 



Bajamos a la primera planta, ahora sí para entrar en el Courtyard, en ese bonito patio que hemos ido viendo desde las plantas superiores, y que en el año 2000 se le devolvió el diseño original de McKim. 


Es un patio rodeado de arcadas (puede que las bóvedas también sean obra de Guastavino pero tengo la información confusa), al estilo renacentista, y en él se puede descansar, leer, o tomar un refrigerio del café de la biblioteca, el Map Room Café, donde también hay bóvedas del arquitecto español, pero este espacio sí que nos lo saltamos desgraciadamente porque no teníamos tiempo de un refrigerio y no sabíamos de su importancia artística.


En el centro del patio un estanque con una fuente, con la estatua de Dancing Bacchante and Infant Faun, obra de Frederick MacMonnies.

No hay duda que se puede alquilar el patio con todo su romanticismo para celebrar eventos, una bonita boda por ejemplo. 



Antes de salir de la biblioteca consultamos el mapa de la entrada por aquello de si nos hemos dejado algún lugar interesante, y efectivamente, de Guastavino no sólo son las bóvedas del vestíbulo de la entrada, y supuestamente las del patio, sino que también hay una sala donde poder verlas, Guastavino Room, pero tristemente está cerrada por reformas y no se puede acceder.

Por supuesto es otro de los espacios que se pueden alquilar. 


Las bóvedas de la sala son muy parecidas al Oyster Bar de Grand Central Terminal de NYC. 

 
 Fuente: editoratlarge.com

El edificio neorrenacentista de la biblioteca creado por McKim fue ampliado con un ala nueva, Johnson Building, construido en 1972 con un diseño de Philip Johnson, en el que se utilizó granito rosa de Milford para que armonizara con el edificio original. Ambos edificios están conectados por el interior en tres plantas, pero nosotros no llegamos a pasar al moderno. Johnson Building, que tiene nueve plantas y un entresuelo, y para que las alturas de ambas fueran iguales se utilizaron únicos sistemas estructurales y mecánicos. 

No es que se vea mucho en la fotografía, pero por lo menos para hacerse una idea de la unión de los dos edificios.