21 de diciembre de 2015

Uzbekistán - Tashkent - Amir Timur Maydoni - Estaciones de metro - Restaurante Afsona


La vuelta en metro

Tras la interesante y didáctica visita del Museo de Artes Aplicadas nos montamos en el coche, y ahora Oyott le da las instrucciones necesarias al conductor para poder bajarnos en la plaza de Amir Timur, Amir Timur Maydoni, la otra plaza principal de la ciudad junto a Mustaqillik Maydoni, ya le quedó claro que su visión desde el coche no nos bastaba. La plaza es amplia, ajardinada, siguiendo la tónica de las avenidas, por lo que parece que el adjetivo para todo lo que se ve a primera vista o lo que enseñan es amplio. 



La plaza está presidida por la estatua ecuestre de Amir Timur o Tamerlán, montado a caballo con la mano hacia el cielo, como si bendijera la ciudad y el país, obra del escultor Ilkhom Jabbarov. En el país hay otras dos estatuas, una de pie en Shahrisabz, y otra sentado en el trono en Samarcanda.


Es nuestro primer encuentro "directo" con el legendario Amir Timur, al que la historia uzbeka (más bien los dirigentes políticos del país) ha adoptado como héroe nacional, sin tener en cuenta su origen mongol, y del que además aligeran de su carga de destrucción, así como de las sangrientas invasiones en su afán de conquista –nuestro guía pone el énfasis en que Tamerlán no ejecutaba cuando la historia muestra que sí lo hacía, pero no es nuestra labor entrar en una discusión histórica-. Las palabras escritas en tres idiomas en el pedestal fueron pronunciadas por Amir Timur, “El poder es la justicia”.

En mis notas figuraba que el caballo había sido despojado de sus genitales en un acto vandálico, acto del que nunca descubrieron a sus autores ni los motivos, pero estaban allí bien colocados ellos, con lo que han sido restituidos a su lugar. 


En la plaza no pueden faltar las fuentes -aunque no tan espectaculares ni numerosas como en Mustaqillik Maydoni-, pero lo que nos parece tremendo es que en el 2010 se remodeló, talándose árboles centenarios, plátanos orientales que cobijaban del sol, y ahora toca esperar a que crezcan nuevos árboles (no tenemos el dato que fueran talados porque estuvieran enfermos). 



Alrededor de la plaza destacan varios edificios. Por un lado, el Forums Palace -o Dom Forum-, un edificio construido en 2009 con ocasión del 220 aniversario de la ciudad, blanco reluciente, con arcadas acristaladas, que presenta en su fachada las típicas columnas uzbekas de las mezquitas pero en este caso realizadas en mármol y no en madera. Se cree que la tala de árboles realizada en la plaza fue ordenada por Karimov para tener vistas de este edificio, y supongo que esos pinos plantados en lugar de los plataneros se irán recortando para que no crezcan si quiere seguir teniendo buenas vistas. 


En la fachada del edificio destacan a cada lado dos relieves de dos caras, caras que se encuentran en la fachada de la madraza Sher Dor en Samarcanda. Dom Forum se utiliza para recibir a las delegaciones de gobiernos extranjeros. 


Para tener una visión más amplia, colocarse junto a la estatua de Timur, ya que desde aquí se ve la cúpula central coronada por una pareja plateada de cigüeñas, cuestión de ángulo. 


La torre a la derecha de la fotografía superior es una de las Tashkent Chimes, dos torres famosas en la ciudad, que ostentan un reloj. La primera torre se construyó en 1947, un proyecto de I.A. Eisenstein, relojero, que participó en la Segunda Guerra Mundial, que desde la ciudad alemana de Allenstein (otras fuentes mencionan la ciudad de Königsberg) se trajo el mecanismo del reloj, y para alojarlo se diseñó la torre. En 2009 se añadió otra torre gemela, de modo que ambas marcan la hora oficial de la ciudad. 

 
A la izquierda del Forums Palace, el Hotel Uzbekistán, de clara arquitectura soviética, que a pesar de su frialdad no nos disgusta, es más, me recuerda en cierto modo a algunos hoteles, con sus diferencias obvias, que se construyeron en la costa mediterránea en España. 

Desde enero de 2015 sale desde el hotel el autobús Tashkent City Tour (20 $ para los extranjeros, ticket válido durante 24 horas), al estilo de los Citysightseeing, de dos pisos y con diferentes audios, entre ellos el castellano. Creo que es una buena ayuda para visitar esta gran ciudad y además poder verla, porque la otra gran ayuda, y sorprendente visualmente, es el metro, que tiene algunas buenas visiones internas pero no externas. 


Otro edificio alrededor de la plaza, aunque desde ella no se distingue, es el Museo de Historia de los Timúridas, por el que pasaremos en varias ocasiones, pero siempre en coche, por lo que las fotografías no hacen justicia a este bonito edificio de forma circular, con una cúpula turquesa. El museo fue inaugurado en 2006, celebrando el 660 aniversario de Amir Timur, y su forma circular asemeja a una yurta -tienda de campaña usada por los nómadas en Asia Central, y concretamente en Mongolia, de donde originario Amir Timur-, pero ricamente decorada su fachada con columnas. 


En la plaza de Amir Timur tomamos el metro, y es que al igual que en Moscú o San Petersburgo, Tashkent cuenta con algunas de sus estaciones decoradas, así que es un objetivo turístico. En ellas se han utilizando materiales locales: mármol rosado y gris, granitos, dioritas, cerámica vidriada, cristal. 

En 1972 comenzó la construcción del metro y en 1977 se puso en funcionamiento, tras superar dificultades geológicas, ya que el terreno tiene una tierra húmeda y además existe la alta posibilidad de sufrir terremotos –ninguno de los sufridos ha provocado daños en él-, por lo que no es muy profundo.

Hasta el momento cuenta con tres líneas, con un total de 47 km y 29 estaciones. Pagamos el billete, que se trata de una ficha, un token, al precio de 1.000 soms (compramos otro para poder quedarnos con uno de recuerdo y enseñarlo). 



No recuerdo si fue antes o después de introducir el token en el torno, pero tuvimos que pasar por un control de seguridad con policías, en el que enseñamos nuestras mochilas, aunque no nos pidieron el pasaporte, hecho que es muy habitual pedir a los extranjeros, pero supongo que al ir con un guía uzbeko este trámite se lo saltaron. Oyott nos avisa que no podemos hacer fotografías, con lo que la cámara estaba guardada, aunque luego no vimos presencia policial en los andenes, pero como con la policía no se juega, ni con cámara ni con móvil hicimos fotografías.

La primera sensación del metro es ambiente retro, nada moderno, pero ninguna sensación de antigüedad (y suciedad) como ocurre en Londres o New York. Los vagones también son retro, para ellos sí puedo utilizar también el adjetivo antiguo. 


La estación de Amir Timur (línea roja) comparte entrada con la de Yunus Radjabiy (línea verde), y esta última es a la que accedemos, con mármol gris en paredes y columnas, columnas que imitan de alguna manera a las columnas de las mezquitas, coronadas con lámparas a modo de cuencos gigantes. 


 Fuente:marcopolo.uz

Hacemos un trasbordo a la línea azul, y la verdad es que sin creer que fuera la cosa más difícil del mundo, mejor haber ido con Oyott, porque el paso fue rápido, de otra manera tendríamos que haber ido con paciencia, tranquilidad e incluso preguntando, ya que las indicaciones estaban en ruso o uzbeko, nada de inglés en ningún sitio.

La estación que más nos cautivó, aunque también tenía un aspecto de decorado de cartón piedra es la Kosmonavtlar, dedicada a los viajes espaciales soviéticos, con las imágenes en círculos de astronautas, conociendo entre ellos a Yuri Gagarin y Valentina Tereshkova. La iluminación tenue en azul con algo de plateado es un punto, para que te sientas como en el espacio; muy simpático. Tengo que reconocer que no viendo policías en el andén, sentí la tentación de sacar la cámara, pero me contuve, no sé si tontamente o no, pero si nosotros teníamos un problema, otro mayor lo podría tener nuestro guía y no queríamos provocarlo


Fuente: steppemagazine.com

La siguiente estación está adornada con preciosas cúpulas, según el mapa es la estación Uzbekiston, aunque yo anoté como nombre Habonn (claro que latinizado y no en ruso). 


Fuente: openuzbekistan.com

La siguiente estación es Pakhtakor, la segunda estación es construirse, donde se pueden ver mosaicos con dibujos con la flor de algodón, base de la economía del país para desgracia del mar de Aral. 


 Fuente: travelshort.com

Volvemos a cambiar de línea, ahora tomamos la roja, haciendo parada en Mustalliqik Maydoni, la primera estación construida, con columnas de mármol blanco, enormes arañas de cristal y estrellas en el suelo que representan la contribución de Ulugbek (nieto de Amir Timur y soberano) a la astronomía. 


Fuente: orexca.com

Finalmente terminamos en la estación de Amir Timur. Posiblemente en solitario, es decir, sin guía y horario, y con la posibilidad de realizar fotografías, así como teniendo un día más de viaje en Tashkent, sí que hubiéramos ido estación tras estación, con mayor o menor fortuna, con mayor o menor sonrisa, con mayor o menor admiración. Solo me queda comentar que en ninguna estación y en ningún vagón había aglomeración de gente, incluso nos dio por pensar que serían hasta actores que bajaban y subían para dar animación al medio de transporte. 


 Fuente: openuzbekistan.com

Saliendo a la plaza nos espera nuestro coche como había convenido Oyott, ya es hora de comer, o por lo menos así lo ha decidido nuestro guía, así que continuamos nuestra visión de la ciudad y sus amplias avenidas.

Tenemos todas las comidas y cenas pagadas en el tour, así que vamos a ver que han elegido por nosotros, porque además el menú suele estar cerrado a priori, a no ser que se tenga alguna alergia o algún antojo o si no gusta la elección intentar cambiarla. Por supuesto, las bebidas si se pagan.

El elegido es el restaurante Afsona, en una zona muy nueva y moderna, situado en la amplia avenida Shevchenko. 

Dentro del restaurante no se pueden realizar fotografías, y casi no las hacemos, pero al local, porque además está lleno y no es cuestión ni de sacar a los comensales ni de recibir una reprimenda, así que nos reservamos solo para fotografiar la comida y recurro al mágico mundo de internet para enseñaros su bonito y cuidado diseño interior. Oyott no nos acompaña, en esta ocasión, durante la comida y se queda fuera con el chófer (o eso creemos). 


Fuente: visituzbekistan.travel

El restaurante sirve típica comida uzbeka con un toque moderno. De primero, unas verduras semicocidas, al dente, muy ricas por sí solas: zanahoria, pimiento verde y rojo, cebolla, berenjena. 


Lo que comienza hoy es la fiesta del pan que tendremos durante todo el viaje, un pan riquísimo siempre, contundente y sabroso, con el que hay que tener cuidado para no comerlo entero y sin necesidad de acompañamiento. En la mayoría de las ocasiones siempre aderezado con semillas de sésamo. 


De segundo plato, samsa (empanadilla aunque no se parece en esta ocasión a las nuestras y a otras que comeremos en posteriores ocasiones) con espinacas y queso blanco, y yo sin ser una gran seguidora de este último ingrediente, me lo como con satisfacción y alegría. Sin duda, las verduras son la estrella de la cocina. 


De tercer plato, dimlaya con pollo, una especie de sopa o guiso, por supuesto con verduras y patatas -tengo algo de confusión y lío con las sopas y los guisos, a veces son una cosa y a veces otra, pero en plato parecen casi lo mismo-. A pesar de los 40º en el exterior y del calor de la sopa, un plato muy rico, con un caldo muy sabroso, que nos comimos contentos. 


De postre, chak-chak, un postre típico uzbeko que es algo así como la rosca de Utrera de mi pueblo, Herencia, postre que es típico del carnaval, así que me siento como en casa. Sus ingredientes son: huevos, harina, azúcar y miel, con los que se forma una masa que se fríe, y a pesar de que pueda parecer pesada es realmente ligero al comer, eso sí, si se come demasiado ya no es tan ligero. La tierra de Don Quijote ha llegado a Asia Central o viceversa.