29 de abril de 2016

Uzbekistán - Khiva - Madraza Dost Alama - Madraza Musa Tura - Madraza Emir Tura - Puerta Bogcha Darvoza - Murallas


La bella y mágica Khiva

Descansados y sobre todo refrescados, salimos a darnos un paseo por la tarde antes de la cena, nos quedan varios lugares por conocer y queremos intentar solucionarlo. Oyott se ha ofrecido a acompañarnos, nosotros solo le pedimos que nos dijera como llegar por si teníamos algún problema con el mapa, que no es muy específico, y que por favor nos volviera a dar la hoja mágica que permitía entrar a los monumentos para no tener que pagar nada, pero él prefirió acompañarnos.

Atravesamos la ciudad, pasando junto al minarete de la madraza Islam Khodja (al fondo) y el minarete de la mezquita Juma (en primer plano), dejándolos atrás. 


Nos dirigimos hacia el norte de Itchan Qala, pasando junto a la madraza Dost Alama, construida en 1882, que parece que tiene instalado algún taller de artesanía en su interior, pero no asomamos ni un poco la nariz.


También pasamos junto a la madraza Musa Tura


Saliendo de la calle principal entre la puerta Ota Darvoza y la puerta Polvon Darvoza comienzan a surgir las viviendas de los habitantes de Khiva, y con ellas la vida cotidiana de la ciudad, no la dedicada al turismo y la venta de artículos de todo tipo, y que con toda su sencillez y precariedad nos parece llena de encanto. 



Llegamos hasta la madraza Emir Tura, construida en 1870 por orden del hermano de Mohammed Rakhin Khan. 



Y seguimos caminando entre viviendas de adobe, no siempre en buen estado. No es la cara más bonita de la ciudad, ni la que gusta enseñar a los guías, pero es la que hay que conocer porque no todo son monumentos impresionantes e increíblemente bellos, aquí también hay belleza, pero de otro tipo, porque la historia de esta ciudad también se encuentra entre estas calles.



Llegamos hasta la puerta norte de la ciudad, Bogcha Darvoza, la Puerta del Jardín, que recibe su nombre de los jardines cercanos; de esta puerta a la puerta sur, Tosh Darvoza, hay aproximadamente 600 m, es decir, un corto paseo. Con esta puerta ya tenemos el cuarteto de puertas de las murallas



Llegar hasta aquí tiene dos propósitos, y ninguno como hemos podido ver es las madrazas por las que hemos pasado, por las que no hemos asomado la nariz. El primero es subir a la muralla, ya que desde esta puerta se tiene acceso, y desde que la vimos nos tiene cautivados, sobre todo su onda arenosa desde La Torre Del Vigía.


Así tenemos la visión superior de la puerta Bogcha Darvoza, sus cúpulas y sus adornadas torrecillas. 


Las vistas desde la muralla no son las mejores, son como un complemento.  La ciudad, con el minarete de la madraza Islam Khodja, el minarete de la mezquita Juma, la cúpula del mausoleo de Mahmud Pahlavon, y sobre todo, ese mar de antenas de televisión que le resta encanto a la ciudad pero que aporta diversión a sus propietarios; Aladino no se sentiría orgulloso ni vendrá a sorprendernos, su alfombra "pincharía". 


La vida en la ciudad se realiza en la calle, la comida, el descanso, las charlas, la familia… 


Caminamos junto a la muralla, por un camino ancho pero desnivelado, con lo es mejor estar un poco pendiente de dónde se pone el pie y no solo de donde ponemos los ojos humanos y fotográficos. 



Podemos entrar en las almenas sinuosas y mirar el paisaje a través de sus ventanas defensivas y de custodia. De nuevo las sonrisas asoman continuamente en nuestros rostros, esta ciudad tiene algo tan especial que tú te sientes especial. 




Hacia delante, la Torre del Vigía de la fortaleza Kunha Ark, el minarete Kalta Minor, y la madraza Mohammed Amin Khan



Una visión mejor de los minaretes, las cúpulas y la madraza Mohammed Rakhim Khan


Llegamos junto a la Torre del Vigía, aquí el paseo se corta. 



Y volvemos hacia atrás, que Oyott estará aburrido ante nuestra tardanza, ya que al estar sin él estamos a nuestro aire, ritmo y disfrute. 



25 de abril de 2016

Uzbekistán - Khiva - Madraza Kutluq Murad Inaq - Madraza Allah Kuli Khan - Mezquita Ak - Hamam Anusha Khan


Juego de madrazas

Desde el palacio Tash Hauli caminamos hasta la terraza donde se alza la madraza Kutluq Murad Inaq, donde han colocado un tenderete para fotos infantiles o para fotos románticas de parejas.


Bajo la terraza hay instaladas tiendas y talleres, y entramos a uno donde trabajan el metal.




La madraza fue construida entre 1804 y 1812, y los minaretes a ambos lados están labrados en su totalidad y no solo en su parte superior, lo que la diferencia de otras madrazas. Kutluq Murad Inaq era consejero (la palabra Inaq hace referencia a este título) y era tío de Allah Kuli Khan. En la actualidad la madraza aloja un museo de arte.



Kutluq Murad Inaq quería ser enterrado en la madraza, pero murió fuera de las murallas de la ciudad y una costumbre local dictaba que los muertos fuera de la muralla no podrían ser enterrados en el interior. En el momento de su muerte, los muros del este de la muralla, junto a la madraza, estaban caídos y técnicamente podía considerarse que el muerto no estaba fuera de la muralla, así que transportaron el cuerpo y fue enterrado no dentro de la madraza, pero si en la terraza de la misma, y jugando con el filo de la ley no se incumplieron las leyes locales. 


Frente a esta madraza, la madraza de Allah Kuli Khan, construida en 1834-1835, de la que dicen que es una de las más hermosas de la ciudad, que contenía una importante biblioteca y que en la actualidad aloja un restaurante y un pequeño museo de naturaleza. 




Frente a ambas madrazas, la blanca mezquita Ak, construida en 1657 por Anush Khan, ahora ocupada por una tienda de alfombras. 



Salimos de Itchan Qala por la puerta Polvon Darvoza


Pasamos junto a las cúpulas bóvedas del hamam Anusha Khan, construido en 1664, cuya parte interna en ladrillo rojizo, junto a la puerta, no es nada llamativo y pasa desapercibido a no ser que se quiera disfrutar de la experiencia de un baño turco y se vaya buscando expresamente.


Momento de una historia o leyenda. Abulgazi Khan solo tenía hijos y cuando nació el noveno, confesó que le gustaría tener una hija. Al nacer el décimo, se le dijo que era una niña, que recibió el nombre de Anousha, el de su concubina favorita. Años después, Abulgazi Khan fue hecho prisionero por el emir de Bukhara, pero sus hijos mayores no tenían prisa por ir a liberarle, y sólo Anousha fue a Bukhara. El emir le preguntó ¿Cómo con nueve varones viene la hija a ayudarle?, a lo que Anousha respondió, promete que si te sorprendo le pondrás en libertad y nos dejarás ir. El emir acepto, Anousha se desnudó y el emir comprobó que era un varón, tras lo cual cumplió su promesa. Abulgazi ordenó construir una mezquita y el hamam en honor a su hijo. 


Bordeamos las murallas de Itchan Qala por el exterior.


Hasta llegar a la puerta Tosh Darvoza. Hoy nos fijamos en las murallas que rodeaban la ciudad exterior, Dishon Qala, aunque solo se trata de una mínima parte, que está siendo reconstruida (desconozco los planes totales), murallas en las que hay una puerta.



La comida hoy la realizaremos en el hotel, y desde que Oyott nos lo comentó no me apetecía nada, un pálpito podríamos decir, supongo que condicionada por ese desayuno sin pena ni gloria (tampoco esperábamos el buffet del Ritz, y de supervivencia no estaba mal). La ventaja es que comiendo en el hotel, podríamos descansar o hacer uso de la piscina hasta que el sol fuera más condescendiente y poder salir a dar un paseo por la ciudad, por lo que admitimos la opción, aunque sin gran convencimiento.

El milagro del rico pan en la mesa. 


Cerveza nacional.


Ensalada de berenjena, pimiento rojo, zanahoria y una hierba que no era cilantro; dados de remolacha encurtida (¡con guisantes!); ensalada de pepino, tomate, cebolla y dados de queso (esto es una novedad), con esa hierba que no recuerdo ni reconozco; y algo así como una ensaladilla española-rusa-uzbeca, con unas patatas fritas y pepinillos, pero no recuerdo más porque solo la probamos, no nos dio ninguna confianza que estuviera en la mesa cuando llegáramos, por mucho que Oyott siempre llamaba antes para avisar que estábamos en camino a todos los restaurantes, y su aspecto tampoco era muy saludable. 

 



Sopa con patata, zanahoria y un trozo de carne. 


Dos tortitas o crêpes finas rellenas de carne picada, arroz blanco (sin nada aderezante) y unas patatas fritas realmente terribles, con una gota de ketchup para mojar. 


De postre, fruta, pero variamos del melón y la sandía, tenemos manzanas, fresquillas y uvas. 


Terminada la comida, descansamos algo en la habitación, pero yo rápidamente desaparezco en la piscina, no me apetece entrar en coma de siesta y sería lo que al final me pasaría; y mi pareja no se encuentra bien, una indisposición estomacal a la que parecíamos inmunes, pero que finalmente a él le ha llegado (echar la culpa a algún alimento o preparación o restaurante sería una barbaridad, supongo que se juntaría un poco de todo, acompañado de esa ola de calor y esa ola de aire acondicionado, todo hace un buen caldo de cultivo).