30 de mayo de 2016

Uzbekistán - Bukhara - Cena en una tienda textil


Vodka, cura de males digestivos

La plaza Lyabi-Hauz es extensa, porque no solo se circunscribe al estanque y su perímetro, sino que podría considerarse que la calle por la que continúa forma parte de ella, por la que circula un canal que supongo alimentar el estanque. 


A la derecha de esta plaza, según estamos situados en la fotografía, saliendo del bazar Toki Sarrafon surgen unas callejuelas, donde viven los ciudadanos de Bukhara, que no tiene nada que ver con la ciudad monumental, y por allí entramos porque se encuentra el restaurante que nos toca esta noche. Esta es la que nosotros llamábamos la cara B del país, que en una ciudad occidental nos asustaría, pero hay que ponerse otro chip mental para ver las calles y casas de Uzbekistán y de Asia en general.


A la entrada del restaurante, un zaguán abierto que huele que alimenta, y una señora terminando de hacer el plov, plato que nos encantará repetir y así vamos conociendo su diversidad. 


De aperitivos: berenjena rebozada tipo sándwich, en su interior una rodaja de tomate; ensalada de berenjena, calabacín, pimiento rojo; coliflor rebozada; y para acompañar una crema de queso (supongo que requesón, pero no me acerco a este tipo de productos ni por curiosidad bloguera). 


El mantel, con diseño típico uzbeko a aguas, telas que hemos conocido en la madraza de  Margilan y en la  fábrica de seda Yodgorlik de la misma ciudad; la vajilla bonita, de las que hemos ido conociendo durante el viaje, en nuestro paso por Rishtan



Para beber, agua y cerveza nacional o rusa que es casi lo mismo a pesar de la independencia. 


Como en el local había concentración de grupos turísticos, también la había de guías. En la habitación donde estábamos nosotros afortunadamente solo había una pareja de alemanes más, con lo que estuvimos tranquilos. Oyott nos pidió permiso para sentarse con otros guías a compartir cena y conversación, en compañía del dueño del sitio; que se quedaron es esta misma sala.

Y llegó el rico plov, que estaba muy bueno, pero que muy bueno. El dueño, amable y sonriente, nos ofreció vodka para acompañarlo, que era lo que estaban tomando en la mesa con los guías de modo compulsivo; yo decliné el ofrecimiento, más viendo la cara del alemán que estaba bebiéndolo como podía, pero mi marido se lanzó a por él, si ya tenía el estómago sueltecito, peor no podría acabar, y es más, al final de la noche ya se encontró mejor, ¡el vodka cura! 


De postre, el típico chak chak, realizado con harina, azúcar, huevos y miel, y para terminar, té, que intento servir como se debe, con los tres vuelcos. 


La cena no se ha desarrollado en un restaurante típico, al igual que en Rishtan comimos en una fábrica de cerámica, este local es una tienda donde encontrar artículos maravillosos, textiles, manteles, alfombras, pañuelos... que nos parecieron de buena factura, aunque no somos especialistas precisamente en estos menesteres; en este local se puede aplicar el refrán de no dar puntada sin hilo, un todo en uno, comida y compras. Tal y como tal estaban las salas, parecía un auténtico bazar; y a la entrada, un almacén de zapatos descontrolado, porque había que descalzarse y éramos muchos allí dentro. 



Otras salas eran más coquetas, con las típicas vitrinas uzbekas y sus objetos decorativos en ellas, como si estuvieras comiendo en el comedor de una vivienda, y no se puede negar su encanto. 


Tras la cena, dejamos que Oyott que haga su vida junto a sus compañeros, y nosotros nos volvemos caminando tranquilamente al hotel, pasando de nuevo junto a la plaza Lyabi-Hauz, tremendamente bulliciosa de lugareños, que está iluminada tenuemente, lo justo para no tropezarse con nada ni con nadie. 


27 de mayo de 2016

Uzbekistán - Bukhara - Plaza Lyabi Hauz - Nadir Divanbegi Kanaka - Madraza Kukeldash - Madraza Nadir Divanbegi


Pavos y corderos

Una de las puertas del bazar Toki Sarrafon, sin lugar a dudas una de las que más veces hemos utilizado durante nuestros paseos por la ciudad, conduce a la amplia plaza Lyabi-Hauz, el corazón del centro antiguo de Bukhara, que se articula alrededor de un estanque de aspecto verdoso, sombreado por algunas moreras. Una plaza siempre concurrida, a todas horas del día y de la noche. 


En el agua, o junto al estanque, hay tres maquetas de tres importantes monumentos de la ciudad: Chor Minor, el minarete Kalon (entre la mezquita Kalon y la madraza Mir-i-Arab), y el mausoleo de Ismail Samani.


Pero en el agua hay también niños disfrutando de un refrescante baño (supongo que de fresca tendrá poco este agua tras el día de sol justiciero), que además no tengo muy claro que sea muy higiénico, aunque esto será más bien para estos cuerpos occidentales. Supuestamente el baño está prohibido, así que entran y salen rápidamente para no ser cazados durante su acto. 


Alrededor del estanque se suceden las chaijanas, casas de té tradicionales, que no sólo sirven este líquido alimento, también son restaurantes, y según va cayendo el sol, sus mesas se van llenando hasta no quedar ni una libre.

En un lateral de la plaza y del estanque, una escultura rodeada de personas ávidas de realizarse un fotografía junto a ella. Se trata de la estatua de Hoja Nasruddin, un místico sufí que aparece en todos los cuentos de enseñanza a modo de fábula y moraleja, con historias cargadas de humor. Nasruddin era un mulá, un maestro, al que le ocurren un sinfín de aventuras, que en estos cuentos adopta diferentes papeles (agricultor, comerciante, sabio, maestro, e incluso tonto), y ligeramente se asemeja a nuestro Don Quijote, ya que ambos personajes realizan en confines tan lejanos una crítica de la sociedad, y lo que es más extraño en el caso de Nasruddin, de los comportamientos inadecuados del islamismo (bendito sea Alá que no ha permitido que el fanatismo extremo haya llegado aquí y este buen hombre mantenga su estatua). 



A la sombra los hombres se reúnen para jugar al dominó. 


Por la noche el estanque se ilumina con luces de colores, y por supuesto también hay pequeños juegos de surtidores de agua, una tónica general en todas las ciudades, hasta el momento vista siempre en las fuentes. 


La plaza y el estanque son lugares elegidos por los novios para realizar sus reportajes, ¡Vivan los novios!. Una corte de familiares, amigos, el fotógrafo y curiosos les acompañan. 


Alrededor del estanque hay varias construcciones destacables. Nadir Divanbegi Kanaka, en el extremo oeste, es una sala de reuniones de sufíes, usada para ceremonias religiosas, debates y enseñanza de los derviches. Su construcción fue ordenada en el siglo XVII por Nadir Divanbegi, del que recibe su nombre, que era ministro de finanzas del kan Abdul Aziz. El primer día que llegamos sus puertas estaban abiertas, y teníamos que haber aprovechado para entrar, pero hicimos caso a Oyot y nos esperamos para los días siguientes, y al final nos encontramos siempre con sus puertas cerradas y con las ganas de entrar (creo que alberga una exposición de fotografías y pinturas). 



La entrada a la kanaka está flanqueada por dos columnas-torres-minaretes, y por supuesto tiene su pistahq



La plaza y el estanque son lugares por los que interesa pasar de noche, ya que se iluminan y se tiene otra visión de los mismos, y es que no todos los gatos son pardos a estas horas, y los monumentos adquieren otras tonalidades. 


Separada de la plaza por una calzada, la madraza Kukeldash, ordenada construir en 1569 por el emir Abdullah II, y en su época fue la mayor escuela de Asia Central. 



Ya no es utilizada como madraza, por lo que su acceso es libre. 


Curioso resulta, a pesar de su uso laico, que en sus paredes haya pinturas de figuras humanas (Uzbekistán nos sorprenderá en varias ocasiones con estos detalles que contravienen los preceptos islámicos). 


En su interior se realizaban (no sé si siguen haciendo), espectáculos de marionetas, lucha y pelea de gallos. Lo que se puede ver ahora es un sinfín de puestos de venta, principalmente de tejidos: manteles, suzannis, camisas, alfombras… el último día de nuestra estancia en la ciudad compramos un precioso mantel, porque la vendedora tuvo su desparpajo para venderlo. 


Salimos al patio, donde se encuentra la mayor parte de las celdas o de la madraza, que tiene un total de 99. 





Secándose al aire están las cabezas de las que serán marionetas.


Frente a Nadir Divanbegi Kanaka, al otro lado del estanque, la madraza Nadir Divanbegi, un edificio destinado originalmente a caravanserai, mandado igualmente construir por el ministro de finanzas Nadir Divanbegi. El kan al ver la construcción pensó que era una madraza y se cambió su uso en 1622. 




La fachada destaca por la decoración de su arco de entrada, tanto por su belleza y colorido como por las figuras que se pueden ver en ella, contraviniendo el precepto islámico de no representar criaturas vivas: un par de pavos reales sujetando con sus patas unos corderos, y a cada lado, un sol con cara humana. 



En el patio de la madraza ahora se realizan espectáculos, y además aloja un restaurante, para disfrutar de estos al tiempo. Por supuesto no faltan las tiendas de souvernirs y artesanía. 


25 de mayo de 2016

Uzbekistán - Bukhara - Bazar Toki Sarrafon - Bazar Toki Telpak Furushon - Bazar Toki Zargaron


Puertas y cúpulas

La mezquita Maghoki Attar está situada en una plaza, en la que se encuentran dos bazares cubiertos establecidos en la época de los shaybánidas. Por un lado, el bazar Toki Sarrafon, del siglo XVI, donde se concentraban los agentes de cambio y de préstamo de dinero. La palabra toki deriva de la palabra tok, que significa cúpula.


El bazar consiste en cuatro pasillos que se cruzan bajo una cúpula. Por supuesto, estos pasillos están al completo de tiendas y mercancías, y a pesar del gran número de personas, autóctonas y extranjeras, vendedores y compradores, no resultante agobiante pasear por él, parece que el tráfico está controlado. 








Nos detenemos en una tienda en la que nos llama la atención el trabajo de un ilustrador, tanto por su minuciosidad como por la complejidad y belleza de sus diseños, con unos colores maravillosos y una caligrafía árabe preciosa. Hay láminas de todos los tamaños y finalmente encontramos una adecuada a nuestras paredes y bolsillos (con muy poco regateo por nuestra parte). En un libro que nos enseña vemos, que no aprendemos, las diferencias de escritura entre los idiomas derivados del persa. 


A la izquierda, la puerta por la que entramos, y a la derecha, otra de las puertas, y parece increíble que en tan poco espacio haya tanto producto y vendedor.


La puerta frente a la que hemos entrado. 


Y la última puerta, que es la que más hemos utilizado junto a la primera. Junto a esta puerta se encuentra el hamam Sarrafon, del siglo XVI.


Salgamos de nuevo a la plaza de la mezquita Maghoki Attar, ya que estamos en territorio de compras, completemos el proceso. El lateral que nos queda por ver de la plaza está compuesto por dos o tres caravanserais (el número lo tengo confuso), uno de ellos recibe el nombre de Ulug Beg, cuyas puertas están todas cerradas, aunque creo que alguno era utilizado como casa de té o restaurante. La primera fotografía está tomada junto al bazar Toki Sarrafon, por aquello de que os podáis ubicaros mejor, y al fondo se puede ver parte de la fachada del hotel


Al final de los caravanserais, el bazar Toki Telpak Furushon, que también data del siglo XVI. Su tamaño es mayor que el anterior y presenta una bonita sucesión de cúpulas aparte de la central, que tiene 15 m de diámetro. La teoría es que aquí es donde se pueden comprar gorros, los doppys –típicos bonetes uzbekos que conocimos en el Museo de Artes Aplicadas de Tashkent- y sombreros de piel (los artículos ya están generalizados por doquier y ningún bazar ni mercado está especializado en uno de ellos). 


En el interior, un cruce de pasillos con cúpulas y una cúpula central, con tiendas de todos los artículos: tejidos, pañuelos, alfombras, imanes, gorros, instrumentos musicales… 






No recuerdo el número de puertas del bazar, si también tenía cuatro como Toki Sarrafon, más cuando solo utilizamos para entrar y salir de él siempre las mismas, pero supongo que sigue la tónica de tener cuatro, aunque no en perfecta situación de los puntos cardinales. 


Las tiendas y los puestos de venta continúan en los alrededores del bazar, y por toda la parte más turística y transitada de la ciudad. 


Al norte de estos dos bazares hay un tercero, el bazar Toki Zargaron, del siglo XVI como los anteriores, donde se concentraron los joyeros. Desde el bazar Toki Telpak Furushon se llega en línea recta. 


Una nueva exposición de artículos. 



Nos paramos en una tienda de instrumentos musicales tradicionales de Uzbekistán, y resulta que el “dependiente” es un artista de ellos, con lo que nos va enseñando el sonido de algunos, y finalmente nos enseña un cd grabado por él, que decidimos comprar, no para quedar bien, sino porque realmente nos gustó su música, además de ir acostumbrándonos a su sonido en los vehículos con los que nos vamos trasladando, y sobre todo, porque vienen los instrumentos con sus nombres, con lo que podemos aprender algo –sinceramente no hemos tenido mucho tiempo ni de aprenderlos ni de escucharlos-. 




Saliendo por la puerta de la derecha según entramos. 


Saliendo por la puerta de la izquierda según entramos. 


Juego de cúpulas del bazar, que es importante ver al atardecer, ya que el color dorado que se produce en sus piedras es realmente cautivador. 


Mapa de la situación de los bazares: