28 de septiembre de 2016

Uzbekistán - Samarcanda - Mausoleo Ishrat Khana


Explorando unas ruinas

Es nuestro ultimo día en Samarcanda, y como estamos acostándonos más bien temprano para nuestro horario español, y sobre todo durmiendo como almas benditas, nos despertamos temprano, con lo que mucho antes de la hora en la que hemos quedado con Oyott para realizar las últimas visitas en la ciudad, ya estamos preparados, desayunados y con las maletas preparadas para hacer el check-out, aunque éstas se quedarán aquí hasta la hora de salir. Con el tiempo libre del que disponemos decidimos dar una vuelta por los alrededores, que no es que hayamos visto grandes lugares, pero bueno, en algo hay que pasar los minutos, y así llegamos hasta lo que creíamos un pequeño centro comercial, en cuyo exterior hay un gran silbato de arcilla, como los que vimos en el Museo de Artes Aplicadas de Tashkent


Lo que presuponíamos centro comercial (ya nos parecía raro) es un auténtico bazar, pero no de comida como los que hemos visto, es un bazar al estilo chino, con cantidad de artículos variopintos de todos los materiales y para todos los usos. 


Tras el paseo infructuoso volvemos al hotel y nos vamos fijando en pequeños detalles, tanto de arquitectura, como los pequeños tejados de hierro que preceden a las mansiones, como los publicitarios.




Aparte de las visitas que tenemos programadas para la mañana, la noche anterior le pedí a Oyott si nos podía llevar a un lugar que preparando la información me había llamado la atención. Así que según nos encontramos en el hotel tomamos un taxi, que por supuesto su coste correría de nuestra cuenta.

Llegamos al Mausoleo Ishrat Khana, construido en 1464, rodeado con una verja de hierro incompleta y oxidada -una puerta igualmente corroída que los dos hombres se empeñaron en abrir en la dirección contraria a la suya, y claro, aquello no se abría-, y por una maleza seca de vegetación crecida a su libre albedrío. Un espacio bucólico e idílico así escrito ¿verdad? 


Y este es el mausoleo, o lo que queda de él, una buena parte derrumbado y otras partes restauradas de mala manera y sin rigor arquitectónico, más bien han sido realizadas para evitar su derrumbe total.

La leyenda sugiere que Bibi Khanym lo construyó como su tumba, pero que se convirtió en palacio de recreo, pero ni por fechas ni por situación nos parece que concuerde el edificio. Bibi, esposa china de Amir Timur, que  tiene su propia mezquita y enfrente, su mausoleo.


Nos cuenta Oyott que es la segunda vez que unos turistas le hacen venir hasta este mausoleo, lo hace con una cara de descrédito ante nuestras sugerencias y gustos, él es más de arquitecturas ostentosas que de piedras en ruinas, otra cosa es que este lugar hubiera sido restaurado con el esplendor que un día tuvo, y del que quedan pequeños rastros en los muros exteriores e interiores, entonces sí estaría orgulloso y contento de llegar hasta aquí.

Pasar el arco de entrada es un acto de fe, islámica o cristiana, confiando en que no se mueva ni un ladrillo, en que no se oiga ningún ruido de animales correteando en su interior... 



El interior es un juego de andamios, como el juego de Mikado pero colocado a propósito y no según caigan los palos; además se ha colocado un nada estético techo de chapa para protegerlo. La cúpula turquesa no resistió el terremoto de 1904.

Otra leyenda cuenta que el mausoleo fue abandonado porque Ulugbek, vió en el horóscopo (es que era astrónomo él aparte de emir, que construyó su propio observatorio) que su abuelo, Amir Timur, corría un gran peligro durante una fiesta que se celebraba en él (¿pero no era un mausoleo? ¿porque se celebra una fiesta? ¿será una ceremonia funeraria?). Ulugbek, espada en mano sacó a los participantes de la fiesta, y cuando todos hubieron salido, se escuchó un gran ruido en el interior de la tierra, un terremoto devastador derrumbó parte del edificio, que cayó justamente en el salón donde estaba Amir Timur. Esperamos que no se caiga el edificio sobre nosotros.


Otra información dice que el mausoleo se construyó como tumba de las mujeres y niños de la corte timúrida, por la hija favorita de Abu Said, bisnieto de Amir Timur, y su nombre significa “casa del placer”, nombre que no se refiere a lo que nuestra mente piensa en un primer momento, ni tampoco al hecho del placer de estar muerto; hace referencia a las ricas decoraciones que ostentó en su momento, de las que no queda casi rastro: algunas pinceladas, algunos trabajos de estalagmitas en esquinas… 





Protegido, o intentando estar protegido, por una verja de madera se encuentra una de las zonas donde su decoración está siendo completamente restaurada/realizada, y que no sé si se completará o quedará como un simple ejemplo de aquello que fue.


El acceso a la cripta está cerrado, supongo que para evitar accidentes, aunque también es posible que por respeto a sus moradores, y era un lugar al que nos hubiera gustado bajar, y que a pesar de todo el aspecto del lugar creo que hubiéramos hecho. 


Después de la exploración interior damos la vuelta al edificio, ya que hemos llegado hasta aquí mejor dar una vuelta por completo. 


¿Qué nos traído hasta aquí?, pues frases como “estilo Tomb Raider”, “la cripta es el escenario para grabar una película de terror”, que hacen que se salga de los estereotipos de la belleza turquesa y que por supuesto suscitaron mi intriga e interés, y además desborda la imaginación. Las expectativas se cumplieron parcialmente, ya que esa cripta prometía mucho, pero la expedición ha merecido la pena. 


26 de septiembre de 2016

Uzbekistán - Samarcanda - Gastronomía


Comida y cena

Con la visita al Siyob Bazaar ya hemos tiempo y sobre todo hambre, con lo que Oyott nos lleva hasta una parada de taxis y tomamos uno para ir al restaurante que nos toca hoy para comer, Platan, cuya entrada y terraza exterior es mucho más bonita que la sala interior, por lo menos en la que estuvimos nosotros, que ya hemos ido viendo que cuando el edificio es grande suele haber diferentes salas y diferentes estilos decorativos, y puede que nosotros estemos en el "comedor de diario".


Ensalada de berenjenas, pimientos y zanahorias.


Ensalada de patatas, zanahorias y tiras de carne. 


Ensalada de judías, ¡agradecemos las legumbres! 


Ensalada agridulce de repollo con zanahoria (parece que la zanahoria estaba de oferta en el mercado).


Una crepe de requesón. 


De plato principal, una brocheta de pollo al fuego acompañada de patatas. Fue una sorpresa el modo de llegar a la mesa. 


De postre, una crepe dulce, de la que no recuerdo el relleno con seguridad, algo similar al dulce de leche.


Curiosamente no tenemos foto de la cerveza, supongo que la rusa Sarbast y por eso no se realizó, ni del pan, que esto sí que es extraño, y aquí supongo o que estaba muy bueno, cosa que dudo mucho, o que fuera regular, y por eso su omisión.

La razón de elegir este restaurante, aparte de por estar en la lista que los guías deben de tener, supongo que fue por su cercanía al hotel donde estamos alojados, posiblemente si no estuviéramos en este habríamos comido en otro local, así que caminamos hasta el hotel, pasando por mansiones espectaculares de llamativas fachadas, que supongo que en este caso estará destinado al tema lúdico, que parece que cenas y fiestas van muy unidad en el país y en esta ciudad.


Y esta es la razón de no querer a salir a pasear andando por la noche desde el hotel, las calles, no la calle principal por supuesto, por las que se llega a él no están asfaltadas, las aceras brillan por su ausencia, la iluminación es anecdótica -con lo que un traspiés puede resultar el fin de las vacaciones-, hay una vegetación inhóspita para nosotros pero que seguro que es muy hospitalaria con otro tipo de animales... Por la seguridad no nos preocupamos nunca, aunque por supuesto sin bajar la guardia totalmente, pero nunca vimos ni una mala mirada ni un mal gesto. El taxi es el mejor aliado para llevarte, pero los pies son los mejores para las vistas y el conocimiento.


Aprovechamos la tarde para hacer las maletas con algo más de orden, ya que el viaje se está acabando, y pretendemos facturar si es posible las tres maletas de mano que llevamos, y solo llevar una mochila con lo básico, por aquello de una emergencia.

Por la tarde-noche hemos quedado con Oyott para cenar, esta noche dice que nos invita él a una cena de despedida (no entro en si salió realmente de su bolsillo o del presupuesto, me gusta confiar en la gente hasta que me demuestran lo contrario), detalle que le agradecemos y agradeceremos del modo que él espera, así que llega en un taxi con el que vamos hasta el restaurante, que más parece la entrada a un garaje. ¿El nombre?, no lo pregunté, ¿la dirección?, tampoco la pregunté pero fue un viaje largo desde el hotel, atravesando la ciudad.


A nuestro joven guía le gustan las brochetas, los pinchos como les llama él, y supongo que sobre todo sabe que es lo que mejor comen los turistas, a no ser que sean vegetarianos, así que nada más entrar, elige la ración para la cena, y como durante todo el viaje, mejor no parar a preguntarse por normas higiénicas, de tratamiento o de conservación; al menos estos pinchos están semi-tapados por una tela.


El local es muy sencillo, pero no le falta una fuente decorativa de buen tamaño. En este restaurante no se ven turistas, son los locales los que acuden.


De aperitivo: pepino con requesón, y ensalada de tomate, pepino y cebolla; menos aperitivos y muy sencillos.


Pero esta cena, de alguna manera especial, se caracteriza porque la haremos con vodka, ¡como los hombres!. Oyott sirve tres chupitos, de cantidades iguales, nada de diferencias entre hombres y mujeres, y nos dice que en Uzbekistán se bebe de un trago, vamos, el chupito de toda la vida. Pues la única que se lo bebió de golpe fui yo, con lo que Oyott se quedó con los ojos a cuadros y saltones, porque durante todo el viaje no me ha visto beber alcohol, unos chupitos de cerveza pero sobre todo he bebido litros y litros de agua. Ya le cuento que me he comedido, pero que esta noche soltaré la fiera “alcohólica” que llevo dentro, a lo que no tiene más de otra que reírse. 


En las mesas del restaurante solo hombres sentados en ellas, la única mujer yo: occidental, en camiseta de tirantes (¡que calor!) y bebiendo vodka en compañía de dos hombres. No quiero pensar la suma que realizarían con estos factores, pero creo que el orden de los factores no alteraría el resultado.

Una cena amena, intentando más ser amigos que guía y turistas, hablando más de la vida que de los monumentos, intentando conocernos entre nosotros más que tener información del país. Estuvo muy bien.

Tras la cena salimos de la calle pequeña en la que se sitúa el restaurante a una avenida más grande, pero es de noche y por supuesto poco iluminada, así que Oyott para un taxi mientras nos mantiene a resguardo -los turistas pagan más a primera vista-, para volver al hotel.

21 de septiembre de 2016

Uzbekistán - Samarcanda - Siyob Bazaar


Samarqand

Junto a la mezquita Bibi Khanym se encuentra el bazar Siyob, al que como ya va siendo una costumbre durante este viaje, entramos a curiosear. Ya sabéis: madraza, mezquita, mausoleo, mausoleo, mezquita, madraza y bazar.


Nada nuevo bajo su tejado, los mismos productos que en otros bazares,  y aunque no puedo decir que en ninguno de los bazares visitados hubiera suciedad, quizás algo de caos en algunos, aquí hay un ambiente más limpio todavía. Como ya es normal se divide en secciones y productos, y así la compra es más fácil de realizar, o eso parece. 



En este bazar nuestra visita no les sorprende tanto a los vendedores ni a los compradores, están más acostumbrados a los turistas y a su procedencia, yo creo que más de uno por nuestra fisonomía y nuestro idioma al hablar entre nosotros gritaría ¡Hispania!. La visita es algo más fría, sobre todo comparándola con la calidez del bazar de Margilan, donde las sonrisas nos parecieron más naturales y de sorpresa, de miradas de complicidad entre las vendedoras; e incluso con el bazar de Bukhara, donde continuamente nos ofrecían mercancía para probar, y había que sonreír mucho para agradecerlo, sabiendo que no compraríamos sus productos y que por eso no los tomábamos, pero ellos no podían saberlo, su función es vender.


Los productos se ofrecen bien ordenados; frutas y verduras, con unos tomates con los que debe salir un rico gazpacho porque su sabor siempre ha sido buenísimo, de los que cuando los compras en Madrid te hacen decir, ¡un tomate como los de antes! (porque es que ya hasta en los pueblos de España los tomates han perdido su sabooooor); frutos secos, pilas de ellos, bien colocados. Por la sección de especias no pasamos, porque siempre resulta ser una de los más fotogénicas y no hay más que una solo fotografía de un vendedor fuera del mercado con un pequeño saco. 



La sección de dulces se ha instalado en lo que parece una nueva construcción, con columnas de madera, evocando la arquitectura monumental del país. A primera vista nos parece un "chute" de azúcar en toda regla, y no nos sentimos tentados a comprar alguno para probar. 



Y por supuesto la sección de panes, de ricos panes, que en esta ocasión resultan ser muy coloridos.



19 de septiembre de 2016

Uzbekistán - Samarcanda - Mezquita Bibi Khanyn


La gran Bibi

Desde la plaza Registan seguimos paseando en dirección nordeste, hasta llegar a la grandiosa e imponente mezquita Bibi Khanyn, con un alto pistahq de 19 m, que nos recuerda por supuesto al magnífico pistahq del palacio Aksaray de Shahrisabz



El edificio original se construyó a finales del siglo XIV y principios del XV, terminándose a los pocos años de la muerte de Amir Timur, proyectado con la intención de ser la mezquita más grande del mundo, por lo que las técnicas de construcción fueron llevadas al límite. Con él se quería reflejar una de las máximas de Amir Timur: “Si dudas de nuestro poder, mira nuestros edificios”, pero el todopoderoso gobernante no vio su derrumbe, ya que la estructura no aguantó por sus imponentes dimensiones. Posteriormente sufrió sucesivos derrumbes, hasta que fue destruida en el terremoto de 1897, y lo que vemos hoy es una reconstrucción de la década de los setenta del siglo XX, erigida sobre los cimientos originales.


Se entra a un enorme patio (en esta mezquita el adjetivo siempre es enorme), originalmente enlosado con plaquetas de mármol y cerámica y rodeado por un corredor de arcadas con 400 columnas de mármol blanco. Además estaba custodiada por cuatro minaretes. 


Bibi Khanym era la esposa de origen chino de Amir Timur, y la leyenda-historia cuenta que ella encargó la construcción de esta mezquita para darle una sorpresa a su esposo tras la vuelta de una de sus expediciones. Pero el arquitecto que dirigía el proyecto se enamoró de ella y se negó a terminar el trabajo si Bibi no le daba un beso. Tras algunos dimes y diretes, ella finalmente accedió, con la mala suerte que el beso  le dejó una marca en la mejilla, y Amir Timur al verla, ordenó ejecutar al arquitecto y también ordenó que todas las mujeres deberían usar velos desde ese momento para evitar la tentación de otros hombres, aunque otra versión es que el velo fue idea de Bibi para tratar de ocultarle a su esposa la marca del beso...(¡ay ese Corán!). 



Se cuenta que los constructores tuvieron que utilizar elefantes para subir los ladrillos durante la construcción del pistahq, dada su altura. 



A ambos lados del patio dos salas de lectura o bibliotecas de aspecto bastante deteriorado, con cúpulas bulbosas. 


El acceso a la sala de la izquierda según se entra al patio está cerrado por una cinta roja ya que en teoría está en proceso de restauración, y además así se evitan accidentes por caídas de materiales, aunque ya hemos caminado por y bajo lugares en peores condiciones. 



El acceso a la sala de la derecha según se entra al patio no está cerrado, y mantiene algo más de la decoración que un día tuvo. 



En el casi centro del patio hay un enorme Corán de mármol, abierto por una de sus páginas. La tradición dice que cualquier mujer que pase bajo él tendrá muchos hijos.


Frente al pistahq de entrada  y al Corán de mármol se sitúa la mezquita, cuyo acceso está cerrado por una puerta de madera calada. 



Detalle de la decoración del pistahq, también con una altura considerable, destacando un friso con caligrafía árabe en el interior, grabado en piedra. 




Uno de los laterales de la mezquita, tremendamente deteriorado, que no produce ninguna sensación de tranquilidad, con grietas en los muros y en los minaretes. 


Desde el exterior del complejo de la mezquita se puede observar con otra perspectiva el juego, casi lucha, de cúpulas de la mezquita. Esta mezquita es un lugar donde sentirte pequeño ante sus imponentes dimensiones, que no necesita estar reconstruida fielmente para sentirlas.


Frente a la mezquita, el mausoleo Bibi Khanym, construido en el siglo XIV y restaurado en 2007, pero no lo visitamos. 


Desde la explanada en la que se sitúa la mezquita se tiene una buena visión, bastante completa, de la bonita mezquita Hazrat-Hizr, junto a la que hemos pasado en varias ocasiones en coche y nos había llamado la atención.