20 de enero de 2016

Uzbekistán - Kokand - Mezquita Jami


Casi las 100 columnas

Desde el palacio del kan Khudayar nos dirigimos en coche hasta la Mezquita Jami (también recibe los nombres de Jome o Djoume o de los Viernes -la grafía de los monumentos en Uzbekistán es un auténtico caos porque se encuentra de diferentes maneras, aunque todas se asemejan-). Se trata de la principal mezquita Kokand, mandada construir por el kan Umar, durando su construcción entre 1812 y 1818. El dato asombroso es que en Kokand llegaron a existir 230 mezquitas. 


Tras la entrada un amplio patio, con un jardín bien cuidado, en cuyo centro se alza un minarete de 22 m de altura, construido en 1852. 



A la derecha surge un imponente iwán, un pórtico abierto sostenido por 98 columnas de madera roja -madera que fue traída desde India- labradas artesanalmente. El iwán es un elemento característico en la arquitectura persa y en Asia Central, y este es uno de los muchos y diferentes/similares pórticos que veremos durante nuestro recorrido por Uzbekistán. 


Entrar en el iwán es entrar en un bosque de hermosas columnas, que no nos dedicamos a contar para verificar la información, seguro que ya lo han hecho por nosotros. 



En las columnas hay que fijarse en los detalles del labrado. 



Y por supuesto también hay que fijarse en el techo de madera, muy colorido y con decoraciones diferentes en los “casilleros”, así como el trabajo de los capiteles de algunas columnas.



En la mitad del iwán se ubica la sala de oración, una construcción de paredes blancas, a la que se entra por unas puertas especialmente pequeñas (y decirlo yo tiene mérito). 


La sala es un espacio no muy grande, con columnas y techo artesonado, porque en Kokand las mezquitas abandonan el sistema de bóvedas y se cubren con retículas planas de madera, apoyadas en salas columnadas. Además, al acercarse esta parte del territorio uzbeko geográficamente a China, la madera comienza a desplazar al ladrillo en las construcciones. 




Como toda mezquita cuenta con su mihrab, el lugar orientado a La Meca hacia el que se mira durante la oración; y su minbar, el púlpito desde el cual el imán de la mezquita se dirige a los fieles, ya sea leyendo el Corán o tal cual los sacerdotes dando los sermones –normalmente el imán no utiliza el sitio más alto, que debería ser ocupado por Mahoma y se queda en los escalones-. 


Oyott nos recomendó que entráramos y saliéramos rápidamente, pero eso es imposible para nosotros, si estás dentro aprovechas el tiempo para ver. Así que al final del iwán nos esperaba una funcionaria para cobrarnos por el derecho de ejercer la fotografía. 



Finalizamos la visita entrando en una sala que se ha habilitado como museo, en el que se exhibe cerámica y por supuesto, los bonitos suzannis, y definitivamente los diseños de Dsigual nos parecen cada vez más una clara imitación de estos tejidos uzbekos (para no ofender, llamémoslo inspiración). 



La primera mezquita que hemos visitado en Uzbekistán ha presentado características especiales y diferentes, aunque por supuesto con elementos comunes al resto que iremos viendo por el país; pero sin lugar a dudas su bosque de columnas una auténtica maravilla a nuestros ojos. 


La madraza que existía junto a la mezquita fue demolida durante la época soviética y la mezquita se cerró, entrando en un proceso de ruina, hasta 1982 en la que se comenzó su restauración.