23 de mayo de 2016

Uzbekistán - Bukhara - Mezquita Maghoki-Attar


Bajo la arena

Frente al hotel Asia Bukhara en el que nos alojamos está la mezquita Maghoki-Attar, la mezquita más antigua de Asia Central, que data del siglo IX según unas fuentes, y según la placa que la identifica del siglo XII. Fue restaurada en el siglo XVI, siglo en el que temporalmente los judíos que vivían en Bukhara la utilizaron como sinagoga. 

Para tener una visión más global de ella, precisamente desde la calle donde se encuentra el hotel, ya que parcialmente está a un nivel más bajo que ella.


La entrada lateral presenta el típico pishtaq, aunque no es de gran altura y está limpio de decoración, quedando algunos azulejos azules junto a la puerta. 




La mezquita curiosamente presenta dos niveles, y la fachada frontal está a un nivel más bajo, nivel que corresponde al que presentaba la ciudad en el siglo XII. Durante la realización de una excavación en 1930 se encontraron bajo la mezquita trazas de un templo zoroastriano del siglo V, que fue destruido por los árabes, y de un santuario budista aún más antiguo. 

Según la leyenda, la mezquita sobrevivió a los mongoles porque fue sepultada en arena por los ciudadanos, y de hecho, solo parte superior de la mezquita era visible cuando se comenzó la excavación.



Destacables en esta fachada son los grabados en la piedra porque de su mayólica queda bastante poco. 



En la actualidad aloja un museo que exhibe alfombras, mostrando las diferencias entre las realizadas en el país.




Dos detalles de la mezquita, por un lado, el mihrab, que está decorado con un faldón en su parte superior. 


Y las escaleras de acceso de la fachada lateral, que están cubiertas de telas utilizadas en la decoración de las yurtas. 


Frente a la mezquita y como resultado de las excavaciones se pueden ver los restos de un antiguo caravanserai y de un hamam, datados en los siglos XVIII-XIX. 



En un lateral de la amplia plaza donde se encuentra la mezquita y las excavaciones, hay un soportal con columnas de madera, donde se encuentran varios comercios. Un taller en el que elaboran principalmente navajas, que por supuesto tienen a la venta, pero cuyo precio, incluido el regateo, no nos convenció, y eso que el trabajo era espectacular y no dudamos de que ese fuera su precio... para los turistas, y un pequeño colorido y oloroso mercado de especias.