27 de julio de 2016

Uzbekistán - Shahrisabz - Palacio Aksaray


El espectacular palacio blanco

Shahrisabz se encuentra a 90 km al sur de Samarcanda, situada en un valle fértil entre montañas, por lo que su nombre significa "ciudad verde". Aparte de su bonito enclave, la ciudad es importante por ser el lugar de nacimiento de Amir Timur, aunque realmente este hecho ocurrió a 13 km al sur, en el pueblo de Hoja Ilghar, el 9 de abril de 1336, pero el clan aristocrático al que pertenecía, los Barlas, tenían su feudo en Shahrisabz, que en aquel momento se llamaba Kesh, y cuando Amir Timur ascendió al poder le dio el actual.

En nuestra primera parada, nos quedamos impresionados, alucinados, estupefactos, y todos aquellos adjetivos que puedan utilizarse para nuestros ojos abiertos de par en par a juego con nuestra boca, igualmente abierta. Estamos ante la formidable ruina del palacio Aksaray, conocido como el palacio Blanco, el palacio de verano de Amir Timur, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2000. Solo faltaban hombres con turbantes por los balcones, mujeres con cabellos negros y largos paseando, y caballeros con espada en la entrada, para completar la estampa histórica. 



El palacio se comenzó a construir en 1380, tras la exitosa campaña en el Khorezm, y es la obra encargada por Amir Timur de mayor envergadura, tardando 25 años en su construcción, para la que se desplazaron muchos artesanos a trabajar. Cuando el español, ¡sí, un español!, Rui González de Clavijo pasó por aquí en 1404 todavía seguía en construcción, y supongo que se quedaría como nosotros, estupefacto, pero eso sí, con la ventaja de verlo casi terminado, con el ajetreo de trabajadores y artesanos. 


Sin lugar a dudas el palacio tuvo que ser I M P R E S I O N A N T E en sus dimensiones si ya lo es con lo que queda en pie. Su pishtaq tenía ¡38 m! de altura y ¡22,5! m de anchura, y ante el arco roto te sientes aún más pequeño de lo que eres, y con imaginación, hasta sientes la presencia amenazante de Tamerlán, como un espíritu atrapado entre estos altos muros, un alma perdida entre sus perdidos dominios, y en su habitación, con sus paredes cubiertas de mármol blanco. 


El palacio fue destruido parcialmente por el emir de Bukhara, que ordenó derribar los edificios construidos por Amir Timur, y posteriormente por el ejército ruso cuando entró en el país; posiblemente todas estas acciones, junto con el deterioro por el paso del tiempo, llevó al colapso del pistahq y del palacio. Todavía se conserva parte de su decoración en azulejos, a la que ya deberíamos habernos acostumbrado, pero que hoy y aquí nos resulta más bella, más espléndida, sobresaliendo entre los lienzos medio derruidos. 




Un artista ha plasmado en papel la mitad del arco de entrada con su altura y decoración, en comparación con la parte que queda en pie.



En una explanada frente al palacio, la estatua de Amir Timur, que parece decir: “Soy Amir Timur, y estos son mis dominios, póstrate ante mí!" Con esta esta, ya hemos visto dos estatuas de este caudillo, la primera en Tashkent, montado sobre un caballo, victorioso y altivo, en Amir Timur Maydoni, nos falta la tercera, en Samarcanda, sentado en su trono. 



Durante la cena de este día en Samarcanda, hablamos con el guía de otro grupo, y no pude menos que mostrarle nuestra admiración por el palacio Blanco, como ya había hecho con nuestro guía Oyott, diciéndole que nos había encandilado y maravillado, detalle que nos agradeció, sobre todo porque nos comentó que no todos los visitantes entendían esta visita a unas ruinas. Para nosotros, uno de los grandes momentos en Uzbekistán sin lugar a dudas.