10 de octubre de 2016

Uzbekistán - Samarcanda - Complejo Memorial Shah-i-Zinda


El Rey Viviente

Desde la mezquita Hazrat Hizr volvemos a tomar como transporte un coche particular, ahora ya sin pasajero extra en su interior. El destino no es nada lejano, de hecho su ubicación se ve desde la terraza de a mezquita, pero hay que ahorrar energías que el sol y el calor aprietan. Llegamos al Complejo Memorial Shah-i-Zinda, conocido como "la “avenida de los mausoleos”, fundado en los siglos XI-XII y ampliado en el XIV, cuya traducción es El Rey Viviente. 



Llegamos justo a la hora de la oración, dirigida por un imán que habla con un micrófono y altavoz al público congregado. Yo intento subir lo más rápido posible las escaleras de acceso para no llamar la atención demasiado, un lugar sagrado y de nuevo esta occidental en camiseta de tirantes y con el pelo suelto sin tapar por un pañuelo. Impresiona la multitud, impresiona la voz del imán, impresiona todo el ambiente.



Esta necrópolis es una de las más ricamente decoradas del mundo islámico, conteniendo mausoleos y tumbas de miembros de la familia real y otros personajes notables de la época de Amir Timur y de su sucesor, su nieto, Ulugbek, el sultán astrónomo. En 2005 fue restaurado, por lo que gran parte de la decoración que podemos ver es de ese año; y esto ocurre en la mayor parte de los monumentos del país, de la destrucción total se han reconstruido por completo.

A la entrada hay un mapa para conocer los mausoleos, tumbas y edificios, pero en la mayoría de ellos hay un hay un panel informativo sobre su habitante, con lo que es más efectivo.

Lo que es innegable es que un lugar con mucho encanto, ya que el pasillo al inicio de los mausoleos está en curva, lo que provoca una mayor sensación de amplitud y de visión. Oyott nos dice que este es uno de los lugares que más le gustan de su país, y ahora entendemos porqué el mausoleo Dakhma-i-Sokhon de Kokand se lo quería saltar alegremente de las visitas, pero no son comparables, cada uno a su manera tiene su encanto. Este mausoleo de Samarcanda está lleno de lujo y esplendor, el de Kokand es mucho más sencillo, pero no por ello menos bello.


Si asomamos la cabeza entre los mausoleos, se ve la mezquita Bibi Khanym y el mausoleo homónimo. 


Los mausoleos del principio son una sinfonía en azulejos donde predomina por supuesto el color azul. El primero es el mausoleo Tuglu Tekin, construido en 1376 para la madre de Amir Hussein, un comandante de Amir Timur; y posteriormente, el propio Amir Hussein fue enterrado aquí. De su decoración interior no queda nada, sus paredes y su cúpula son blancas; y en en suelo hay cuatro piedras, igualmente blancas, señalando las tumbas. 



Enfrente, el mausoleo Amirzade, “el hijo de Amir”, construido en 1386. 


A continuación, el mausoleo Shodi Mulk Oko, erigido en 1372 para la hermana de Amir Timur, Turkon, y de la hija de esta, Shodi Mulk; del que dicen que es uno de los edificios más bonitos del complejo, con un exquisito trabajo de cerámica y terracota. 


Su interior sí presenta una elaborada decoración en paredes y cúpula, por lo que es entendible su calificación de bello; sobre las piedras que marcan las tumbas los fieles dejan billetes como ofrendas. 



Enfrente, y a continuación del mausoleo Tuglu Tekin, el mausoleo Shirin Beka, construido en 1385 para la hermana de Amir Temur, Shirin Beka. Su interior también está ricamente decorado, rompiendo la predominancia del azul con blanco y dorado. 






Tras este mausoleo hay una construcción octogonal abierta, el Octaedro, la maqbara (necrópolis) Mussamon, construido en la segunda mitad del siglo XV, de la que no vemos su interior, porque la terraza desde la que tendríamos acceso tiene el paso cortado. 


Frente a ella, un mausoleo cuyos moradores no se conocen, aunque su construcción se ha datado en la segunda mitad del siglo XIV. Si bien su decoración exterior es de ladrillos limpios, el interior presenta una piedra marcando la tumba decorada con azulejos, aunque ha perdido una gran parte de ellos. 


Tras estos mausoleos, el pasillo se abre, a la izquierda continúa la fila de mausoleos, algo más distanciados unos de otros que en esta primera tanda, y a la derecha hay una explanada con más tumbas. 


A la izquierda, la primera construcción es el mausoleo Usto Ali Nasafi, construido a mediados del siglo XIV. 



No sabemos nada de sus moradores, por lo menos no estaban escritos en el panel informativo, pero su interior sí conserva su decoración. 



A continuación otro mausoleo con moradores desconocidos, construido en la segunda mitad del siglo XIV, que además tiene sus puertas cerradas. 


El pasillo abierto termina con dos mausoleos a la izquierda, y un arco pistahq en el centro. 


El primer mausoleo de la izquierda es el de Amir Burunduk, construido a finales del siglo XIV sobre la tumba de un general de Amir Timur. En el interior, un friso bajo de azulejos, y unas tumbas blancas.



Finalmente un último mausoleo, de morador desconocido, y el arco de entrada que conduce hacia la derecha a la tumba de Qusam ibn-Abbas, primo de Mahoma y uno de los primeros en llevar el Islam a Asia Central en el siglo VII. Es un complejo que consta de mezquita, sala de oración y tumba, construido en los siglos XI-XII, alrededor del cual comenzó a construirse este conjunto de Shah-i-Zinda en el siglo XIV, como lugar de enterramiento de nobles. 


Entramos al complejo de Qusam ibn-Abbas, cuyas puertas presentan un fino trabajo de labrado. 



Por el pasillo se bordea la mezquita del mausoleo, a la que no se puede entrar. 


Continuamos por el blanco pasillo y entramos en una preciosa y decorada sala de oración, custodiada por un señor, que periódicamente comienza sus letanías: todos los presentes manos en posición de libro, incluido nuestro guía Oyott, menos estos dos infieles, y luego a pasar las manos por la cara y elevarlas al cielo. 


En este lugar es el primero durante todo el viaje en el que Oyott me pregunta si tengo algo con lo que cubrirme los hombros y la cabeza, y en mi bolso siempre he llevado un pañuelo preparado para este menester si era necesario; así que lo saco y lo utilizo, con lo que comienzo a sudar más de lo que ya lo hacía, cara y cuerpo congestionados, ya que el calor en esta habitación a pesar del ventilador que intenta paliar el ambiente es tremendo.

Oyott habla con el orador entre oración y oración -que eran casi encadenadas- para preguntar la posibilidad de visitar la tumba de Qusam ibn-Abbas, que está tras una ventana con puertas de madera, y tras una puerta custodiada por el subsodicho, que en teoría es el portador de las llaves, pero que tras buscar y rebuscar por su asiento y ropas estas no aparecen. 



Tras varias oraciones, idas y vueltas del orador, conversaciones con Oyott, casi dispuestos a marcharnos y a mí de que me de una lipotimia, ¡aparecen las benditas llaves!, por lo que podemos entrar a ver la piedra decorada que marca la tumba del santo. Por supuesto antes de realizar la fotografía preguntamos si se puede hacer.

La leyenda cuenta que Qusam ibn-Abbas fue decapitado por su fe, pero que cuerpo y cabeza se juntaron por sí mismas, y luego Qusam entró en un pozo profundo, en el Jardín del Paraíso, donde sigue viviendo, y de ahí el nombre de El Rey Viviente.


Oyot entrega una cantidad de soms desconocida para nosotros al orador, y es que en Uzbekistán casi todo tiene su precio, de una manera o de otra, además en esta ocasión es una ofrenda y un agradecimiento a los esfuerzos del personal de este santo lugar por encontrar la llave (a ellos sí que les podían haber cortado la cabeza si no llega a aparecer durante el resto del día).

Saliendo del mausoleo de Qusam ibn-Abbas solo nos queda pasar el último arco que conduce a un patio donde se encuentra el complejo Tuman Oko, ordenado construir por la esposa de Amir Timur, que cuenta con dos habitaciones de servicio, una mezquita y mausoleos. 


Al frente, el mausoleo Khodja Ahman, construido en el siglo XIV, con un interior sencillo y tumbas blancas, con dinero sobre ellas. 


A su derecha, el Mausoleo Kutlug Oko, construido en 1360, donde según algunas fuentes estaría enterrada alguna esposa de Amir Timur. 


En el interior un friso superior decorado, y una tumba blanca, con igualmente ofrendas monetarias sobre ella. 


El detalle curioso lo encontramos en una pequeña ventana de madera, que parece ser el acceso a un minarete, pero eso sí, hay que ser atleta para trepar hasta  allí. 



Oyott nos ha dejado solos desde que salimos del mausoleo de Qusam ibn-Abbas, así que como vemos la oportunidad de salir desde el final de Shah-i-Zinda al cementerio principal de la ciudad, lo hacemos. Este cementerio surgió junto a Shah-i-Zinda porque los ciudadanos querían ser enterrados lo más cerca de los nobles que fuera posible, y desde la calzada llama la atención por su gran extensión.



La recompensa no se encuentra en las tumbas de los ciudadanos de a pie, aunque algunas resultan curiosas, sino por el panorama de cúpulas de los mausoleos de Shah-i-Zinda. 



Tras este pequeño desvío que ha merecido sin lugar a dudas la pena, y que hubiera sido más largo si no hubiera estado Oyott esperándonos, regresamos a su encuentro, y afortunadamente la oración ha terminado, el imán descansa, y los fieles se han disuelto. 



Como el camino ahora está despejado, entramos en este tramo inicial de escaleras a un doble mausoleo, construido en el siglo XV. El primero de los mausoleos es más sencillo, ya que no queda casi nada de su decoración, donde se encuentra la tumba de Kazi Zade Rumi, científico y astrónomo; y el segundo, al que se accede desde el primero, es una sorpresa en decoración y trabajo artesanal, donde yace Ulugh Ulzhaoyim, nodriza en la corte timúrida, construido por Ulugbek, y por eso su ornamentación (menos mal que terminó la oración porque de otro modo no hubiéramos podido entrar sin ser irrespetuosos, acto que posiblemente hubiera terminado en altercado innecesario). 



Las cúpulas del doble mausoleo. 


Y finalmente, el iwán de la mezquita, construida en 1910, que está siendo restaurado. 


Terminada la visita a Shah-i-Zinda compartimos con Oyott que es uno de los lugares con más encanto en Samarcanda y en el país, tanto por la disposición de los mausoleos como por ellos mismos y su decoración, un lugar a no perderse si se visita Samarcanda.