Comenzando por el final
Tras haber recorrido
Hermit Road en dirección oeste, a pie por el Rim Trail y en coche hasta Hermit Rest, volvemos a Grand Canyon Village para
acometer ahora en dirección este la Desert
View Drive, pero en lugar de ir parando en todos los miradores, llegaremos hasta la parada final, a 42 km, y de regreso iremos parando en ellos, que además se encuentran en el lado izquierdo de la carretera. La
única parada que realizamos es en Tusayan
Museum, precisamente porque se encuentra al lado derecho de la carretera. Su arquitectura sigue los patrones de la
construcción hopi. El nombre de Tusayan fue dado por los españoles a la zona, y luego los arqueólogos lo aplicaron a estas excavaciones.
Entramos
en la construcción que aloja un pequeño museo con exposiciones sobre la vida
de los pueblos indios de la zona, especialmente de los anazasi y de los
considerados como sus descendientes, los hopi, además de los navajo. Si ya
habíamos visto la visión de Mary Jane E. Colter de una casa hopi en Grand Canyon Village, en
fotografía ahora vemos lo que era un poblado entero. Aun siendo una sala
pequeña resulta interesante, con pequeñas muestras de objetos, útiles, y sobre
todo palabra escrita sobre estos pueblos.
Desde el museo se
accede a un pequeño sendero que muestra las Tusayan Ruins, las ruinas de un poblado pueblo de más de ocho
siglos de antigüedad, que fue habitado aproximadamente por una treintena de
personas durante unos 25-30 años.
Las construcciones fueron realizadas con bloques de piedra caliza que se unían con
barro. Como construcción no queda nada, es más una reconstrucción de la base de
las mismas. Pasamos por los edificios que albergaron las viviendas, que en un
primer momento se pensaron que podrían tener dos pisos pero que parece que
finalmente solo tenían uno.
La madera de los enebros
de Utah era utilizada para fabricar las vigas maestras de las construcciones
por los pueblo, y estas vigas son las que han ayudado a fechar el poblado,
alrededor del año 1185.
Junto a las viviendas
se encontraban las habitaciones para almacenamiento de víveres.
La construcción más
destacada es la llamada kiva, una habitación ceremonial de forma circular,
semienterrada, que tenía un techo abierto con una especie de puerta por la que se
accedía a su interior mediante una escalera, y bajo este óculo había un fuego.
Entre los almacenes,
las viviendas y la kiva se situaba la plaza, donde se realizaban las
actividades diarias, incluso en los días más fríos -como hoy, aunque gracias al sol la sensación térmica mejora-. Ahora no se ve nada de
plaza, ha sido tomada por los arbustos y la hierba, y en un día como hoy, hasta
por la nieve.
Se pasa junto a otros
almacenes.
Y finalmente junto a
otra kiva, en este caso de menor tamaño, seguramente destruida durante un
incendio, por lo que fue reemplazada por la grande.
En este paseo por las ruinas hay un punto mirador
desde el que se ve Humphreys Peak, el punto más alto de Arizona, con 3.851 m,
que forma parte de los llamados San Francisco Peaks, antiguos volcanes que los
hopi creían que eran las viviendas de los kachinas o katsinas, sus espíritus
ancestrales, que proveían de lluvia y otras bendiciones.
Volvemos al coche
para conducir hasta el punto final de la Desert View Drive, Desert View Point, donde se alza una de
las construcciones recreadas por Mary Jane E. Colter, una torre vigía, watchtower. Durante seis meses de viaje
por el suroeste, Colter estudió la arquitectura de los pueblos indios, y con
los dibujos que realizó construyó esta torre, que no es una reproducción exacta, ya
que el interior es una estructura de hormigón y acero que se recubrió con
piedra nativa, y en el exterior también se tomó sus licencias. Estas torres se
utilizaban tanto para vigilancia como para almacenar alimentos, incluso en
algunas de ellas se han encontrado indicios que fueron utilizados para la
observación astronómica.
A la torre no se
entra directamente, sino por una construcción anexa, que por supuesto aloja una
tienda.
Colter puso especial
énfasis en la decoración interior de la torre, contratando a artistas que
adornaran las paredes con imágenes simbólicas de los hopi, de diferentes dioses
–entre otros el de la germinación y el del eco-, escenas de una boda... La mesa
central es un altar de madera, con dibujos labrados. Desconozco la aproximación real de estos dibujos con los realizados por los hopi, pero el conjunto resulta agradable y simpático.
Se puede ascender
hasta el piso superior de la torre por una escalera de 85 peldaños. Tanto en las paredes de la
escalera como en el primer y segundo piso hay dibujos, en ocasiones
reproducciones de petroglifos o de dibujos labrados en la cerámica encontrada o en yacimientos del suroeste de EEUU.
La pintura circular
del techo de la torre es llamativa, tanto por su vivo color rojizo como por la
profusión de dibujos en ella.
Subimos hasta el
último piso, donde a través de unos cristales tenemos una panorámica del
increíble paisaje que nos rodea.
No se puede acceder a
la terraza de la torre (previo pago), que era nuestro propósito inicial, porque
debe tener una capa de hielo resbaladizo y así se evitan accidentes, así que bajamos y nos
fijamos más en algunos detalles pictóricos o directamente “payaseamos” un poco
en las fotografías del álbum personal.
Nos conformamos con
el mirador alrededor de la torre, que no tendrá una gran diferencia en vistas
respecto al de la terraza, las alturas no son tan diferentes para que esto ocurra, y lo primero que nos llama la atención es la piedra
que recuerda un accidente de aviación de 1956 que se produjo en el gran cañón,
muriendo los 128 pasajeros y la tripulación en la colisión a 6.400 m de altitud
de un DC-7 de la United Airlines y un
TWA Super Constellation. Este accidente impulsó el establecimiento de
parámetros para la seguridad aérea (aprendes cosas donde menos te lo esperas).
Tenemos vistas de pequeñas
altiplanicies, como Cedar Mountain, o del impresionante gran cañón, que nos tiene
hechizados, porque aunque pueda parecer más de lo mismo el impresionante
desfiladero, siempre hay colores y ángulos diferentes, además de vislumbrar
mucho más el río Colorado.
En este mirador hay una cafetería, a la que acudimos en un primer intento
para comer algo, pero estaba llena de gente y no queríamos perder mucho el
tiempo en esta labor de supervivencia, así que nos dirigimos al supermercado a
ver si encontrábamos algo para paliar el hambre, pero dada la hora lo único que quedaba
fueron unos pésimos sándwiches de no recuerdo qué, así que hicimos acopio de
frutos secos, golosinas y sobre todo bebida. Con esto sobreviviríamos hasta la cena en el restaurante del hotel El Tovar.
Continuamos ruta por la Desert View Drive por sus miradores y en busca del atardecer en Yaki Point. El mapa de la ruta en la siguiente entrada.
Continuamos ruta por la Desert View Drive por sus miradores y en busca del atardecer en Yaki Point. El mapa de la ruta en la siguiente entrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario