30 de octubre de 2017

España - Asturias - Cofiño - Puebloastur Eco-Resort


Tranquilidad asturiana

Parte de las Navidades de 2017 emprendimos un viaje cercano, hacía tiempo que no hacíamos uno de estos viajes con los que disfrutamos muchísimo por las carreteras, ciudades y pueblos españoles, y es que en esta ocasión fue de improviso, problemas familiares nos tenían anclados pero finalmente pudimos escaparnos unos días.

En la provincia de Ávila nos encontramos con algo de niebla, y esto aunque no nos preocupaba si nos inquietaba un poco por el tiempo con el que Asturias nos recibiría. Nos tomamos el viaje con calma, nada de prisas ni de salir temprano, así a la hora de comer paramos en Villamañán, en la provincia de León, en una cafetería-restaurante con nombre de pub irlandés, The Drunken Duck, eligiendo unos bocadillos y obviando el menú, que resultaron estar muy ricos. 


Tomamos la Autopista Ruta de la Plata, AP-66 y hacemos caso de la ruta que marca el GPS para llegar al pueblo de Cofiño, donde se ubica el hotel en el que nos alojaremos, Puebloastur Eco-Resort, que hasta no hace mucho era el Halcón Palace Hotel. Localizado en el valle del Sueve, ocupa parte de un antiguo palacio del siglo XVIII, teniendo la intención de ir ampliando con la adquisición de casas del pueblo, para construir o reconstruir una aldea asturiana.


Lo primero es registrarnos, y en recepción aparte de amabilidad, tenemos la oportunidad de tomarnos un café, que la hora es propicia para ello. 

En la plaza rectangular o calle, por la que se reparten estancias comunes o habitaciones, nos da la bienvenida una reproducción de la escultura Newton de Salvador Dalí, de la que solo existen ocho ejemplares autorizados en el mundo, una de ellas en Madrid, pero hemos tenido que llegar a este pueblo y a este hotel para admirarla más, y es que el paisaje y la luz limpia le aporta belleza, tanto con el resplandor del día como con las luces anaranjadas del atardecer.



En esta plaza se encuentra uno de los dos restaurantes con los que cuenta el hotel, el Halcón Gourmet, pero que durante nuestra visita no estaba operativo.

También está el acceso al spa, que utilizaremos en tres ocasiones; en nuestro caso estaba incluido su uso en el precio de la habitación (su precio es de 35€ por hora y media para clientes alojados, y 50€ para clientes externos). Como en Navidad el hotel estaba al completo, y además admiten la entrada a clientes no alojados, se necesita realizar una reserva de hora para que el espacio no esté masificado, y esto fue bastante difícil de cuadrar, porque una vez que sales de excursión no sabes a qué hora vuelves, así que no siempre fue factible usarlo, que no era cuestión de correr para llegar a tiempo. 


El spa cuenta con una piscina en la que realizar un circuito con diferentes chorros: sobre la espalda, o cervicales y cuello, o en piernas y pies (para después de una caminata, lo mejor); una sauna finlandesa; un baño turco; cinco duchas de colores, olores y diferentes chorros, incluyendo uno de agua fría; un jacuzzi exterior; y un espacio de agua fría (pero que muy muy muy fría) para contrarrestar el calor corporal de los demás elementos (casi nadie utilizaba, aparte de esta loca, que se toma en serio la bondad del contraste de temperaturas). Para hidratarse sirven zumos y frutas.

Por respeto a los demás clientes, y por proteger el móvil de posibles accidentes acuáticos, no lo bajamos ningún día y no hicimos fotos; y el día que pensábamos acercarnos a horas menos transitadas por si nos dejaban pasar a hacerlas, mi indisposición nos lo impidió. 



Fuente: puebloastur.com

Al final de esta plaza, la piscina, con unas vistas espectaculares, con lo que supongo que en verano será una zona muy utilizada por todas las razones imaginables. 


Cuando no accedíamos directamente del párking a las zonas comunes o a la habitación, utilizábamos esta entrada en la plaza, con una escultura similar a la que hay en la entrada del spa. 


En la planta baja hay un salón con dos ambientes, uno más relajado, y otro más pequeño para ver la televisión (parece que los dos conceptos no pegan demasiado bien juntos). 


En esta planta también está el acceso al restaurante, al bar y su terraza, ésta preparada con mantas para los valientes, pero que en días primaverales estará a rebosar. 



Desde esta planta se puede tomar el ascensor o bien utilizar la escalera de madera. 


En la planta donde se ubicaba nuestra habitación, hay diferentes salones o espacios para estar, en uno de ellos hay incluso un piano. 




A continuación  hay otra sala, con amplios sofás. 


La habitación que reservamos fue una Suite Puebloastur, lo suficientemente amplia como para pasar tiempo en ella sin sentirte agobiado (cuando las premoniciones atacan es mejor seguirlas). En el salón, una zona tipo bar, en la que hay una cafetera de cápsulas, y otra zona con un sofá y dos butacas; hay un televisor de pantalla curva, junto al que hay una tablet con los servicios del hotel y desde la que se pueden contratar servicios y reservar mesa en el restaurante. Todo se nota muy nuevo, y nos gusta la decoración sobria pero con estilo, con olor a nuevo, a madera recién colocada.



Al fondo de este salón, una terraza cerrada con un jacuzzi doble (un sustituto del spa, mucho más íntimo), por supuesto con unas increíbles vistas a través de amplios ventanales. 



Unas puertas correderas dan acceso a la zona de dormitorio, con una cama king muy cómoda, y una zona de escritorio. 




Al fondo de la habitación, el armario a modo de vestidor, frente al cual se encuentra el baño, en el que como detalle el inodoro se encuentra en un cuarto separado, por lo que al no ocupar todo el espacio conjunto puede parecer un poco pequeño, pero esta privacidad se agradece. Hay dos lavabos (siempre son útiles, pero quizás cuando el espacio no es suficientemente grande, mejor uno solo y amplio) y una ducha, que en teoría tenía que ser inteligente, pero que al tercer día se volvió tonta, y no había manera de mantener la temperatura del agua en el regulador electrónico. El detalle de la ducha que me gustó fue el suelo, una especie de goma negra que era algo mullida y cálida al contacto. 



Las amenities son de Hermès, y los accesorios de L’Occitane. 



Desde el dormitorio se accede a la terraza, que a pesar del frío y de las nieblas matutinas utilizaremos todos los días, por las mañanas, tardes y noches, ya que las vistas del paisaje de los Picos de Europa, de la Reserva Natural del Sueve y de la iglesia de Cofiño no dejaban de sorprendernos y gustarnos. 






Una vez recorrido el hotel en su conjunto, aunque por supuesto no lo hicimos el día de la llegada, fue de forma escalonada en los sucesivos días de alojamiento; disfrutemos del champán y los dulces con los que nos han dado la bienvenida en la habitación. 


27 de octubre de 2017

Costa Rica - Conclusiones del viaje y enlaces útiles


Un repaso del viaje

El viaje a Costa Rica ha sido un viaje decidido en el último momento, ya que este destino no estaba en los planes ni a corto ni medio plazo, pero dado que principalmente es un destino verde, y algo aventurero si se quiere, su preparación era sencilla, lo que le hizo acreedor de todos los puntos para ser programado sin el tiempo que me gusta tener para ello, tiempo del que no disponía. ¿Expectativas antes de partir?, mucha naturaleza, y eso es lo que nos hemos encontrado, en todos los lugares donde hemos estado, de modo que siempre hemos tenido el color verde en nuestras retinas, y en ocasiones el verde se ha salpicado de los colores de las flores (muchas y variadas heliconias), por el de los animales (que nos han sorprendido por su cercanía, a pesar de haber leído de ella), y por el azul del mar.

La capital, San José, Chepe para ellos, dicen que es una gran desconocida para el turismo, y aunque no se puede hablar de grandes monumentos, principalmente concentrados en el centro, tiene dos barrios que merecerían la pena ser rehabilitados en serio, Amón y Otoya, porque en ellos hay unas mansiones y casas que son una preciosidad, y que ganarían vida con hoteles, restaurantes, cafeterías, locales de copas… aunque me da la sensación de que se intenta pero no se termina de conseguir, porque parece que se abren y cierran muchos de estos negocios. Le deseo suerte, porque si se consigue será un lugar a tener en cuenta.

La zona caribeña de Puerto Viejo de Talamanca nos resultó refrescante y divertida, y eso que no vivimos la noche, que seguro que se presenta llena de marcha y música. Si se quiere practicar surf hay que llegar hasta aquí –además de muchos otros lugares en el Pacífico-. Aquí tuvimos nuestra primera toma de contacto con la naturaleza, por tierra y mar, en el Parque Nacional Cahuita, donde además realizamos snorkel, y ya nos sentimos cautivados por su fuerza.

Tortuguero es el paraíso de las tortugas como su nombre indica, lo difícil (más que difícil, intenso) es llegar allí, a no ser que se realice por avioneta el traslado, pero de este modo se gana tiempo y se pierde parte de emoción y aventura, además de perderse una entrada en bote que sin duda merece la pena (la salida en este aéreo medio de transporte para ver los canales y humedales desde el aire tiene que ser gratificante). Continuemos protegiendo el desove de las tortugas, demostremos que si somos civilizados. Una auténtica experiencia la que hemos tenido.

El Arenal/La Fortuna impresiona por su volcán, sobre todo pensando en la fuerza devastadora del mismo que arrasó todo a su paso, y eso que ya no tiene la fumarola continúa sobre su cráter, que resultaba tan amenazante como bella. Quizás no ha sido el destino más espectacular de todos, pero sus termas naturales para muchos merecen la pena, y para nosotros fue un hotel spa de lujo el que cumplió todos nuestros sueños.

Monteverde es la aventura, donde nació el sistema de tirolinas, y su bosque nuboso parece estar sacado de un cuento de hadas; es una maravilla caminar por sus senderos, y si hubiéramos podido pasear durante todo un día, hubiera resultado una maravillosa experiencia, sin prisa pero sin pausa.

Manuel Antonio es uno de los destinos más turísticos del país, tanto para visitantes nacionales como internacionales, y aunque no disfrutamos ni con la vista ni con el cuerpo de todas sus playas, seguro que merecen la pena ser conocidas. Además en el Parque Nacional Manuel Antonio es donde mejor se pueden observar los simpáticos perezosos. Desde aquí recomendamos conocer el manglar isla Damas, un lugar increíble, donde la naturaleza se mezcla con el arte, ya que las raíces del mangle forman un paisaje onírico. 

La joya de la corona de este viaje ha sido llegar a Corcovado, ese paraíso de los documentales, al que llegar también cuesta lo suyo (lo que llamamos un viaje de aventura), como a Tortuguero, pero se tienen grandes recompensas, tanto por sus paseos como llegar a isla del Caño. Estar sin señal de teléfono ni wi-fi a muchos les puede parecer imposible, pero es una bendición. De volver aquí, en lugar de tres noches intentaría estar al menos cinco, para poder disfrutar de las diferentes excursiones, para encontrar la calma y la tranquilidad, y para disfrutar de mágicos atardeceres, a ser posible con ballenas saltando llenas de júbilo en la bahía Drake, y nosotros también saltaríamos con ellas en tierra firme.

Para nosotros, que somos amantes de la historia y las piedras, es el país donde más nos hemos encontrado perdidos, aparte de San José en el resto de ciudades visitadas no había mucho, o nada, de ellos, y es que Costa Rica ya se sabe, es ¡Pura Vida!

Páginas web que pueden resultar útiles para la preparación del viaje:

Información y mapas: visitcostarica

Parques Nacionales: areasyparques y costarica-nationalparks

Aunque nuestros traslados han sido concertados con un touroperador, la mayoría de ellos han sido realizados por la compañía interbus

Nosotros no hicimos uso de los servicios de Chepecletas, pero realizan unos tours que parecen interesantes por la ciudad de San José. De haber elegido uno, creo que hubiera sido el de cantinas:

Para la zona de Cahuita

Para ayudar a las tortugas de Tortuguero: Sea Turtle Conservacy

Del Bosque Nuboso de Monteverde

En Manuel Antonio los servicios fueron ofrecidos por Los Tucanes Tours y fueron francamente buenos.

En Corcovado, el fantástico paraíso en el que nos alojamos, Casa Corcovado Jungle Lodge, que ofrece paquetes con alojamiento, comidas y excursiones. 

De Costa Rica volveréis con su lema en la boca y en el corazón, ¡Pura Vida!, y si no eres capaz de relajarte en este país, al tiempo que soltar toda la adrenalina y el stress, es que algo falla, y no es por el país precisamente. 


25 de octubre de 2017

Costa Rica - Vuelo San José a Madrid


¿Quién se ha comido mi pargo?

Después de nuestro pequeño recorrido por los barrios de Amón y Otoya, con muchas asignaturas pendientes que nos han quedado en ellos, volvemos en taxi al hotel Grano de Oro, donde apuramos el tiempo casi hasta el último momento: nos damos una ducha refrescante, recogemos tranquilamente nuestras pertenencias, pagamos la factura y aprovechamos el tiempo hasta que nuestro transporte nos pase a recoger, a las 13 h, entrando en la tienda de regalos que hay en el hotel, y aprovechamos para rematar las compras (si miras, al final terminas encontrando algo, así que el único antídoto es no mirar). El hotel está muy cerca del aeropuerto, y además es día festivo, con lo que el tráfico no representa ningún problema. 


Llegamos con tiempo de sobra al Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, a unos 18 km de la ciudad. Es importante saber si en el billete está incluida la tasa de salida, porque en caso contrario antes de facturar hay que hacerlo, de modo que serán dos colas a soportar; si no se sabe con antelación, como fue nuestro caso y el de muchos más por lo que vimos, hay trabajadores con una lista que te dejan para que compruebes tu nombre en ella, ¡y suerte!

Ya facturados, pasamos el control, en el que se fijan algo más en los pasaportes que en otros países, no sé si no se fiaron de nosotros o realmente es que esto lo tienen muy en cuenta, cotilleamos un poco por las tiendas, hay que hacer que el tiempo corra, y poco más. 




Nos vamos a la sala VIP Santamaría, por lo menos allí podremos tomar algo y descansar un poco con menos bullicio. Es una sala no muy espaciosa, que ya está casi ocupada, pero encontramos dos sitios en los que disfrutar de unas bebidas (creo que dan dos por personas mediante tickets) y unos snacks. 



Al salir vimos que había una minisala adjunta en la que no había nada, claro, que estaba lejos del suministro de comida y bebida, que parece que no nos gusta, pero se estaba mucho más tranquilo, y solo tienes que dar cuatro pasos más para llegar a ella; un buen lugar para desconectar e incluso para darse una siesta. 


Embarcamos, buscamos nuestros asientos, y ¡nos equivocamos!, no sé qué pasó, que despiste tuvimos, pero el caso es en lugar de 5-6 (que se ve muy clarito), nos sentamos en 6-7, de modo que cuando llegó el pasajero del 7 amablemente me llamó ¡señorita! (años hace que no me llaman así, con lo que ilusión me hizo un montón) para advertirme del error, que subsanamos presentando nuestras disculpas por supuesto. Volvemos a viajar separados, ya que los dos tendremos ventanilla, y la configuración del avión es 1-2-1. 


El vuelo es a las 16.35 h, nos ofrecen un aperitivo muy español, aceitunas, acompañadas de una bebida, que en este caso nos decantamos por el cava.


Tal y como vimos a nuestra llegada, en las verjas que rodean el aeropuerto, la gente espera la llegada y salida de aviones.


Comenzamos a volar, con tranquilidad a pesar de que por un momento las nubes parecían presagiar algo de nube y tormenta. Nos dan nuestras tarjetas con clave para la utilización del wi-fi aéreo, pero después de los problemas para conectarme en el vuelo de ida, no me interesa ni intentarlo, y no lo echo en falta, puedo volar desconectada.




Llega la hora de la cena, temprana pero cena. De entrante, pan con aceite (¡de oliva!), consomé de ternera, ensalada con tomate y zanahorias, y jamón ahumado. No falta el plato de quesos. 


De las opciones de plato principal, él se decanta por el pollo y yo elijo el pargo con salsa de tomate criolla y calabacín a la plancha, pero algo extraño pasó, que si una de las asistentas de cabina se había llevado mi plato porque una pasajera había pedido pollo y no lo quería, o no tenían raciones suficientes o no habían tomado el pedido… el caso es que yo quería despedirme gastronómicamente del país y no pude, pero sin ningún problema y con una amplia sonrisa admito pollo como plato, que bastante tienen las asistentas de cabina como para montar yo un “pollo” por un pez.


En vista del descontrol con el plato principal, a la hora de servírmelo, con retraso por supuesto, me preguntan por mi opción de postre, no vaya a pasar lo mismo. Le agradezco el detalle con más sonrisa, y luego llega mi helado de vainilla.

Durante el viaje solo escucho música, cotilleo un poco las películas disponibles pero no me apetece ninguna, y tampoco ver las que llevo en la tablet, así que intento descansar. 


Hasta que llega la hora del desayuno, una tortilla francesa con salchichas a la parrilla, que podría haber sido una tortita de patata, zanahoria y calabacín.


Y ya estamos en Madrid, tras unas diez horas y media de vuelo, la aventura verde se ha terminado.


Estamos en la lejana Terminal 4S del Aeropuerto de Madrid Barajas Adolfo Suaréz, y emprendemos el largo camino a la Terminal 4 (que luego no tiene nada de largo, pero sí que lleva más tiempo para salir). 


Esperamos las maletas siempre con esa tensión del si aparecerán por la cinta, tensión que se suele traducir en nudo cuando van saliendo todas las de los demás pasajeros y tú sigues allí esperando, hasta que finalmente las ves caer y el nudo da paso a la mezcla de tristeza porque se termina el viaje con las emociones vividas. Por supuesto, nuestra mente (principalmente la mía) ya está maquinando un nuevo destino.