Tras
los pasos de Colter y el atardecer
El Gran Cañón, uno de
los mayores atractivos turísticos del suroeste estadounidense, es también una de las
mayores maravillas naturales del mundo, así que antes de empezar a visitarle vamos a conocerle un poco mejor en datos Declarado Patrimonio de la Humanidad,
ocupa 4.930 km2, cañón que comienza donde el río Paria desemboca en el río Colorado. Tiene dos entradas, una en North Rim (cerrada en invierno) y
otra en South Rim, donde estamos nosotros.
El cañón atraviesa el
Grand Canyon National Park (parque declarado en 1919) y tiene 349 km de
longitud, entre 6 y 29 km de anchura y más de 1.500 m de profundidad. Desde el sur de Utah
hasta el norte de Arizona, el río Colorado ha tallado un sinuoso lecho por la
roca a veces blanda, a veces dura (lo que explica sus numerosos meandros). Su proceso de
formación ha durado 6 millones de años, durante los cuales las rápidas aguas
del río Colorado se han abierto paso a través de la Colorado Plateau (meseta del Colorado).
Las peculiaridades geológicas de esta meseta han determinado el curso del río y
sus vastos desfiladeros están rodeados por rocas calizas, areniscas y esquistos
de diferentes colores.
Antes de 1963, fecha de
la construcción de la presa de Glen Canyon, el río arrastraba 500.000 toneladas
de arena diarias. Según los geólogos desde hace 2.000 millones de
años, el territorio del Grand Canyon ha visto pasar varios mares, desiertos y
montañas tan altas como el Himalaya. La arena
que se encuentra por todas partes es esencialmente marina.
En el mesozoico, al
final de la era secundaria, bajo la presión de las placas continentales, la
llanura del Colorado fue elevándose poco a poco para terminar formando la
planicie o meseta, que luego se fue inclinando mientras las Montañas Rocosas surgían
más al este. Cuanto más baja la planicie, más capas geológicas
se encuentran, la más antigua, la del fondo, se remonta a 1700 millones de años, por
este motivo se dice que el cañón es una formación geológica única, en la que se
pueden leer resumidamente dos quintas partes de la historia de la Tierra.
A raíz de las
considerables diferencias de altitud que se han ido produciendo con el tiempo, cinco de las siete grandes zonas
climáticas se encuentran aquí, de abajo arriba. Así pues, hacia los 1000 m, al
fondo del desfiladero, las plantas cactáceas indican un clima subtropical seco.
A 1200 m, aunque siga dominando el calor, se nota una influencia templada, con
robles y caobas. Más arriba crecen pinos, y, finalmente, hacia los 2500 m se
extiende una zona climática de tipo canadiense, con bosques de pinos y abetos,
sobre todo en la ribera norte. Todo ello propicia una gran biodiversidad: se
han catalogado 1.500 especies de plantas, 305 de aves y 76 de mamíferos; los
animales que más se verán son las ardillas, y también son bastante comunes los
gamos (mule deers).
La profundidad del
cañón se debe al río Colorado, que cambió de curso hace cuatro millones de
años, pero la anchura y las formaciones rocosas son obra de otras fuerzas. El viento erosiona la piedra caliza y arenisca, y la
lluvia abre nuevos cañones laterales al deshacer la roca más blanda. El agua de
la lluvia y el deshielo se acumula en las grietas de la roca y cuando se hiela
rompe las paredes del cañón. Las capas más blandas forman rápidamente paredes
inclinadas, mientras que las más duras resisten la erosión dejando elevadas
paredes verticales.
Con esta información el gran cañón no parece solo un río y unas piedras, es casi como una enciclopedia grandiosa, y hasta un ser vivo.
La primera visión que
nosotros tenemos del Gran Cañón del Colorado es junto al Angel Bright Lodge, con la que te quedas obnubilado,
fascinado, impresionado, atrapado… es increíblemente bello e increíblemente
grandioso, mucho más que en las fotografías, mucho más que en nuestra imaginación o en nuestros sueños.
Junto al precipicio
del cañón hay un sendero, Rim Trail, por el que caminamos con mucho cuidado, ya que
se encontraba cubierto de placas de hielo o de nieve compactada, lo que podía significar
patinazo seguro. También vemos, desgraciadamente, que un sendero que baja hacia
el cañón, Bright Angel Trail, está cubierto igualmente de hielo, por lo que
desistimos de intentar bajar hoy o cualquier otro día, como era nuestra
intención aunque lógicamente hubiera sido un tramo pequeño el que hubiéramos
recorrido para sentir la inmensidad del cañón y llenarnos de naturaleza y
emoción, que no pretendíamos darnos una paliza caminando.
En este sendero van
surgiendo diferentes construcciones realizadas por Mary Elizabeth Jane Colter
para la Fred Harvey Company, cuyo primer trabajo para esta compañía lo realizó
en Alburquerque, el Hotel Alvarado. Su filosofía de construcción era integrar
las nuevas estructuras en el estilo rústico de la zona, usando principalmente madera y
piedra. En el interior, la decoración incluía detalles como telarañas u hollín
en las chimeneas, para con ellos dar una apariencia más real y más antigua (aunque lo de las
telarañas da más sensación de abandono).
En primer lugar, Kolb Studio, una casa de madera colgada
de la pared del precipicio. Los hermanos Kolb se instalaron aquí en 1904 y empezaron a fotografiar sistemáticamente todo lo que veían,
especialmente a los muleros locales y a los visitantes. En la actualidad es una
oficina de información, librería especializada en el Grand Canyon y tienda de
recuerdos. En su interior se exhiben algunos objetos relacionados con la
fotografía y por supuesto, fotografías; pero solo entramos y salimos rápidamente una vez pensando que lo volveríamos a hacer con más calma,
con lo que nos ha quedado pendiente su visita a fondo.
No entramos porque por la hora no estábamos para visitas y sobre todo porque lo que nos tiene atrapados es el atardecer sobre las rocas
del gran cañón.
El siguiente edificio
es el Lookout Studio, una casita de
piedra construida en 1914 como tienda de recuerdos y souvenirs, que sigue
ejerciendo como tal.
La primera tarde que
llegamos hasta ella ya había cerrado sus puertas, pero al día siguiente si entramos, ya que en sus cristales nos habían llamado la atención unas preciosas imágenes decorativas, representando símbolos indígenas, y decidimos que los
queríamos tanto para regalar como para decoración en casa.
Una de estas figuras es de Kokopelli, el dios de la fertilidad en la mitología de los indios Hopi, además
de ser curandero y cuenta cuentos. Su figura
se ha encontrado en pinturas y grabados en piedras y rocas del sudoeste
americano. Se dice que viajaba de aldea en aldea con el cambio de invierno
a primavera, derritiendo las nieves y trayendo la lluvia para propiciar las
cosechas -la joroba de la espalda representa los sacos de semillas-.
La llegada de Kokopelli y el cambio estacional era acompañado por el sonido de su flauta, sonido
que cuando lo escucharan incitaría a bailar y cantar durante toda la noche, y
así, con la alegría, a la mañana siguiente las mujeres estarían
embarazadas (hasta las vírgenes y solteras...).
Hay otra versión en
la que Kokopelli es una diosa que no conocía el amor, y un día, en uno de sus
viajes, se encontró con Trully (traducido por lobo solitario), otro viajero, y
entre ellos se produjo el flechazo, pero Kokopelli tuvo que marcharse y
dejarle, y desde entonces a él se le puede ver como la silueta de un lobo en
los riscos aullando a la luna, donde vive ella, que le contesta con el hermoso
sonido de su flauta. Esta es la versión romántica.
Sea como fuera, hoy
es un símbolo de bienvenida en las casas de los nativos americanos.
Fuente: jamendo.com
Volvamos al edificio, Lookout Studio tiene
una pequeña terraza o mirador sobre el cañón, que no ofrece mejores vistas que
el propio sendero, pero que aprovechamos todo aquel que pasamos por allí.
Seguimos con el
espectáculo del atardecer, y seguimos encantados y felices, llenos de paz, y de
frío, porque al ir desapareciendo el sol, poco a poco se nota más el gélido
clima.
A continuación el
sendero pasa por la parte trasera del Angel Bright Lodge, pasando junto a uno de sus restaurantes, Arizona Room, y más adelante hay dos alojamientos más, Thunderbird
Lodge y Kachina Lodge, hasta
llegar al hotel El Tovar, inaugurado
en 1905, que toma el nombre de los exploradores españoles que llegaron a la
garganta en 1540, que consideramos en un primer momento como alojamiento, pero
es que la cabaña en la que estamos alojados tenía el tirón romántico de la
soledad y la independencia.
Para la construcción
del hotel se contrató al arquitecto Charles Whittlesey, que se inspiró en los chalets
suizos y noruegos. Para su época, contó con lujos como agua corriente y fría, un sistema de
alcantarillado séptico, luz eléctrica, barbería, incluso tuvo su propia
vaquería para ofrecer leche fresca. Todo ello hizo que se le nombrara como el
hotel más lujoso al oeste del río Mississippi. Por supuesto, gestionado por la
Fred Harvey Company.
El interior del hotel
está decorado de Navidad, así que la madera acompañado de esta decoración con sus luces tiene
un ambiente muy acogedor. Como era de suponer, el trajín en su interior es tremendo, tanto de clientes como de visitantes, es un flujo continuo de gente, con mucho barullo.
Para la segunda noche
que pasamos en el Grand Canyon reservamos una mesa para cenar, no sin ciertas
dificultades, ya que la teníamos a una hora y nos llamaron para adelantarla,
cosa que nos vino bien pero nos hizo correr después de un día ajetreado.
El cansancio que
tenemos es superior a nuestro hambre, lo que tenemos ganas es de descansar
aunque no sea dormir, pero realmente los ojos se nos van cerrando poco a poco,
y a punto estamos de quedarnos traspuestos, así que pedimos un plato para cada
uno, que es contundente y no nos quedamos con hambre. Un entrecot y una pasta
picante con pollo.
Tras este salto temporal y gastronómico, continuamos el paseo por el Rim Trail, pasado el hotel está el Verkamp’s Visitor Center,
que ejerce como puesto de información y como tienda, donde intentamos comprar
unos crampones para intentar bajar por el sendero helado con más seguridad, pero visto el pavimento de los senderos, las tallas más comunes
se habían agotado. De su aspecto exterior no tenemos fotos, por la noche no salía
nada, y por el día se nos olvidó.
En 1898 John G.
Verkamp abrió una curiosa tienda de campaña para vender artesanías indígenas y
otros objetos de la Babbitt Brother’s Trading Company de Flagstaff, pero debido
a que no había mucho negocio abandonó el Gran Cañón. Con la llegada del tren en
1905, en 1906 volvió a construir una tienda, ahora ya una construcción de verdad, que ha
pertenecido a la familia hasta 2008, fecha en la que el National Park Service
adquirió el contrato de concesión y reconvirtió la tienda en un centro de
visitantes, aunque también tiene su parte de tienda. La planta superior era el
hogar de la familia Verkamp.
Dado que ya era noche cerrada, al día siguiente continuamos la parte del sendero que nos había faltado, de modo que tenemos
vistas y fotografías diurnas del cañón en esta parte.
Entre el hotel El
Tovar y el Verkamp’s Visitor Center hay otra construcción, que por la noche ni
vimos, Hopi House, construida en
1905 por Mary E.J. Colter con la ayuda de artesanos hopi, siendo su primer
edificio en esta zona. Presenta techos bajos y puertas pequeñas. Alberga una
estupenda tienda de regalos donde puedes salir cargada de artículos de todo
tipo, muchos de ellos realizados por nativos indígenas.
Rim Trail continúa su recorrido hacia el este (en coche por la Desert View Drive), y hacia el oeste desde donde hemos empezado el recorrido, con una sucesión de maravillosos miradores al gran cañón (en coche por la Hermit Road) pero de momento aquí lo dejamos.
Un mapa del sendero y sus puntos de interés.