13 de marzo de 2017

EEUU - Grand Canyon - Desert View Drive - Tusayan Museum - Desert View Point



Comenzando por el final

Tras haber recorrido Hermit Road en dirección oeste, a pie por el Rim Trail y en coche hasta Hermit Rest, volvemos a Grand Canyon Village para acometer ahora en dirección este la Desert View Drive, pero en lugar de ir parando en todos los miradores, llegaremos hasta la parada final, a 42 km, y de regreso iremos parando en ellos, que además se encuentran en el lado izquierdo de la carretera. La única parada que realizamos es en Tusayan Museum, precisamente porque se encuentra al lado derecho de la carretera. Su arquitectura sigue los patrones de la construcción hopi. El nombre de Tusayan fue dado por los españoles a la zona, y luego los arqueólogos lo aplicaron a estas excavaciones. 




Entramos en la construcción que aloja un pequeño museo con exposiciones sobre la vida de los pueblos indios de la zona, especialmente de los anazasi y de los considerados como sus descendientes, los hopi, además de los navajo. Si ya habíamos visto la visión de Mary Jane E. Colter de una casa hopi en Grand Canyon Village, en fotografía ahora vemos lo que era un poblado entero. Aun siendo una sala pequeña resulta interesante, con pequeñas muestras de objetos, útiles, y sobre todo palabra escrita sobre estos pueblos. 




Desde el museo se accede a un pequeño sendero que muestra las Tusayan Ruins, las ruinas de un poblado pueblo de más de ocho siglos de antigüedad, que fue habitado aproximadamente por una treintena de personas durante unos 25-30 años. 

Las construcciones fueron realizadas con bloques de piedra caliza que se unían con barro. Como construcción no queda nada, es más una reconstrucción de la base de las mismas. Pasamos por los edificios que albergaron las viviendas, que en un primer momento se pensaron que podrían tener dos pisos pero que parece que finalmente solo tenían uno. 




La madera de los enebros de Utah era utilizada para fabricar las vigas maestras de las construcciones por los pueblo, y estas vigas son las que han ayudado a fechar el poblado, alrededor del año 1185. 




Junto a las viviendas se encontraban las habitaciones para almacenamiento de víveres. 




La construcción más destacada es la llamada kiva, una habitación ceremonial de forma circular, semienterrada, que tenía un techo abierto con una especie de puerta por la que se accedía a su interior mediante una escalera, y bajo este óculo había un fuego.



Entre los almacenes, las viviendas y la kiva se situaba la plaza, donde se realizaban las actividades diarias, incluso en los días más fríos -como hoy, aunque gracias al sol la sensación térmica mejora-. Ahora no se ve nada de plaza, ha sido tomada por los arbustos y la hierba, y en un día como hoy, hasta por la nieve. 




Se pasa junto a otros almacenes. 




Y finalmente junto a otra kiva, en este caso de menor tamaño, seguramente destruida durante un incendio, por lo que fue reemplazada por la grande. 




En este paseo por las ruinas hay un punto mirador desde el que se ve Humphreys Peak, el punto más alto de Arizona, con 3.851 m, que forma parte de los llamados San Francisco Peaks, antiguos volcanes que los hopi creían que eran las viviendas de los kachinas o katsinas, sus espíritus ancestrales, que proveían de lluvia y otras bendiciones. 



Volvemos al coche para conducir hasta el punto final de la Desert View Drive, Desert View Point, donde se alza una de las construcciones recreadas por Mary Jane E. Colter, una torre vigía, watchtower. Durante seis meses de viaje por el suroeste, Colter estudió la arquitectura de los pueblos indios, y con los dibujos que realizó construyó esta torre, que no es una reproducción exacta, ya que el interior es una estructura de hormigón y acero que se recubrió con piedra nativa, y en el exterior también se tomó sus licencias. Estas torres se utilizaban tanto para vigilancia como para almacenar alimentos, incluso en algunas de ellas se han encontrado indicios que fueron utilizados para la observación astronómica. 





A la torre no se entra directamente, sino por una construcción anexa, que por supuesto aloja una tienda. 




Colter puso especial énfasis en la decoración interior de la torre, contratando a artistas que adornaran las paredes con imágenes simbólicas de los hopi, de diferentes dioses –entre otros el de la germinación y el del eco-, escenas de una boda... La mesa central es un altar de madera, con dibujos labrados.  Desconozco la aproximación real de estos dibujos con los realizados por los hopi, pero el conjunto resulta agradable y simpático.




Se puede ascender hasta el piso superior de la torre por una escalera de 85 peldaños. Tanto en las paredes de la escalera como en el primer y segundo piso hay dibujos, en ocasiones reproducciones de petroglifos o de dibujos labrados en la cerámica encontrada o en yacimientos del suroeste de EEUU. 





La pintura circular del techo de la torre es llamativa, tanto por su vivo color rojizo como por la profusión de dibujos en ella. 






Subimos hasta el último piso, donde a través de unos cristales tenemos una panorámica del increíble paisaje que nos rodea. 





No se puede acceder a la terraza de la torre (previo pago), que era nuestro propósito inicial, porque debe tener una capa de hielo resbaladizo y así se evitan accidentes, así que bajamos y nos fijamos más en algunos detalles pictóricos o directamente “payaseamos” un poco en las fotografías del álbum personal. 




Nos conformamos con el mirador alrededor de la torre, que no tendrá una gran diferencia en vistas respecto al de la terraza, las alturas no son tan diferentes para que esto ocurra, y lo primero que nos llama la atención es la piedra que recuerda un accidente de aviación de 1956 que se produjo en el gran cañón, muriendo los 128 pasajeros y la tripulación en la colisión a 6.400 m de altitud  de un DC-7 de la United Airlines y un TWA Super Constellation. Este accidente impulsó el establecimiento de parámetros para la seguridad aérea (aprendes cosas donde menos te lo esperas). 




Tenemos vistas de pequeñas altiplanicies, como Cedar Mountain, o del impresionante gran cañón, que nos tiene hechizados, porque aunque pueda parecer más de lo mismo el impresionante desfiladero, siempre hay colores y ángulos diferentes, además de vislumbrar mucho más el río Colorado. 







En este mirador hay una cafetería, a la que acudimos en un primer intento para comer algo, pero estaba llena de gente y no queríamos perder mucho el tiempo en esta labor de supervivencia, así que nos dirigimos al supermercado a ver si encontrábamos algo para paliar el hambre, pero dada la hora lo único que quedaba fueron unos pésimos sándwiches de no recuerdo qué, así que hicimos acopio de frutos secos, golosinas y sobre todo bebida. Con esto sobreviviríamos hasta la cena en el restaurante del hotel El Tovar

Continuamos ruta por la Desert View Drive por sus miradores y en busca del atardecer en  Yaki Point. El mapa de la ruta en la siguiente entrada.