30 de agosto de 2017

Costa Rica - Monteverde - Tirolina (Canopy)



De árbol en árbol (el que quiera y pueda)

Terminada nuestro interesante y satisfactorio paseo por el Bosque Nuboso de Monteverde Monteverde, Bernie nos acerca al hotel, tenemos tiempo para comer, pero tampoco queremos darnos un atracón, que la actividad de la tarde puede provocarnos malestares estomacales, y mejor es ir ligerito, además la hora de recogida es a las 13.30 h, demasiado temprano para una comida copiosa. 


Aprovechamos el tiempo libre para pasear un poco, y así encontramos frente al hotel una cafetería-pastelería donde compramos dos bocadillos, muy ligeros de pan y contenido, y luego volvemos al hotel para esperar al transporte que nos llevará al complejo de Sky Adventures, y aprovechamos para hacer una reserva en el restaurante Laggus para cenar, ya que la comida ha sido ligera vamos a hacer una buena cena. 


Vamos a hacer un paseo por tirolinas o tirolesas, Sky Trek, así que nos ponen los cascos y los arneses, además mi marido alquila una cámara go pro para grabar la aventura. Una vez preparados se sube por un teleférico, Sky Tram, hasta la primera tirolina, que es de prueba. Durante el viaje en el teleférico nos dan ligeras instrucciones sobre cómo frenar en la tirolina, y como frenar al final de la misma, que es realmente golpear contra una protección… desde el principio la cosa no pinta bien para mí, esto no es la tirolina de juguete de Peulla, en Chile.


Lo primero es hacer una tirolina de prueba, para saber si se quiere realizar el circuito completo o no, que consta de siete tirolinas, y una vez realizada, mi decisión es no hacerlo, ya que no quiero estar superándome tirolina tras tirolina, lo que más me produce temor es el hecho de poder quedarme colgada a tanta altura, y que tengan que venir a ayudarme, o tirar con los cables para acercarme, para mí este tiempo puede significar una eternidad y un ataque de pánico. Además desde Tortuguero y mi malestar, voy medicándome contra el vértigo, y no creo que esta actividad sea precisamente a favor de su desaparición. Por último, si estoy tan concentrada en el propio deslizamiento me voy a perder la inmensidad boscosa bajo mi cuerpo, y esta es la que hay que disfrutar. Definitivamente, yo no voy, pero como siempre que yo desisto de realizar una actividad, animo a mi pareja a que la haga, no es justo que deje de hacerla cuando él lo va a disfrutar por él y por mí; además, si me animara a hacerla, él estaría más pendiente de mí, de animarme, de estar conmigo, que de disfrutarla a su ritmo y modo. 


Antes de emprender el camino de vuelta, puedo ver como el grupo se lanza por la primera tirolina, tan felices ellos. Yo me vuelvo al teleférico para descender al punto de partida, y al menos tengo algunas vistas boscosas. 





Termino el paseo cruzando uno de los puentes colgantes del complejo de Sky Adventures, el Sky Walk, al que podía haber intentando hacer el cambio, pero no me apetecía el paseo en solitario, aunque seguro que hubiera sido con compañeros desconocidos. En este complejo parece que siempre se está sobre los árboles.




Mi espera la realizo en la tienda, en una terraza viendo como otros van descendiendo, y en la cafetería. 




En esto consiste la tirolina, lanzarse y lanzarse. 





Como yo no iba en el grupo, mi pareja tuvo que emparejarse con otros compañeros en dos tirolinas, tanto porque al ser muy largas se necesita más peso, como porque el tiempo amenazaba lluvia con relámpagos, y las torres son metálicas, había que salir de allí lo más rápido posible. 


Al bajar, enseñan las fotos que realizan en la tirolina de pruebas, y todos salen en ellas con una cara de felicidad extrema, menos una, ¿adivináis quién?, ¡pues yo, por supuesto!, tengo una cara de pánico que era para haber cogido la foto de recuerdo, pero mejor que no; eso sí, al ver mi cara, mi pareja terminó de entender (que ya me conoce muy bien) el porqué de mi negativa a intentar hacer el circuito. Otra vez será, o no, nunca se sabe, en Chile pude hacerlas porque eran más cortas de recorrido, me daba más seguridad, y además no me encontraba mal físicamente. 


En fin, por lo menos uno de los dos se lo ha pasado genial, y podría haber vuelto a hacerlo una y otra vez. Al menos por la noche pude disfrutar de una buena cena en el restaurante del hotel.