6 de noviembre de 2017

España - Asturias - Cofiño - Puebloastur Eco-Resort - Gastronomía


¡A comer!

Dado que la situación de Puebloastur Eco-Resort en el pequeño pueblo de Cofiño no favorecía la salida a cenar en las localidades de alrededor (tanto por el cansancio del día como por el hecho de que solo uno de los dos conduce, y por lo tanto no puede haber alternancia en la bebida alcohólica ni en el volante), las cenas las realizamos en el coqueto restaurante del hotel.


A la entrada a la sala hay un gran armario-despensa. 


Hay bastantes detalles en los que fijarse, personalmente me han encantado las lámparas de todo el hotel.



Desde el restaurante se accede a una terraza, continuación de la terraza del bar


Las mesas para dos son bastante amplias para lo que se ve últimamente en los restaurantes, y las sillas son cómodas. La dirección de la cocina está en manos de Ramón Celorio, aunque las manos prácticas son de su discípulo, Javier Felechosa, al que vimos en plena faena, ya que hay una gran cristalera que lo permite. 



El desayuno podía ser pantagruélico, pero esta cantidad solo la elegimos la primera vez, pidiendo el menú degustación completo; el resto de días elegíamos con más cabeza y menos estómago, pero por supuesto no había lugar a quedarse con hambre. Surtido de panes y una rica fruta, siempre sabrosa.



Todos los días nos servían dos zumos energizantes y vitaminizantes (de diferentes componentes); servidos en dos botellas muy simpáticas. Para mí gusto siempre me resultaron muy ácidos.


Para el pan, mantequilla riquísima, mermeladas caseras, o tomate rallado, jamón o surtido de fiambres. También servían un rico surtido de bollería, pero debe ser que el hambre nos podía y no tenemos fotografías de él.




Un estupendo yogur con frutas del bosque. 


Huevo cocotte o algo parecido, demasiado cremoso para mi paladar que está más hecho a los clásicos huevos fritos. 




Un buen café. 


Vamos con la selección de platos que degustamos por la noche, en la que siempre nos ofrecían algún plato de aperitivo, que por desgracia los últimos días se convirtió en rutina, una rica (que termino siendo agotadora) crema de coliflor tostada. Cada noche variamos en la elección del pan, blanco, con tomate, de cereales...



El aperitivo de la primera noche fue un Royal de sardinas muy contenido el sabor de la sardina pero al tiempo muy presente. 


Acompañamos la cena con un vino de Mallorca, P.de María, que resultó una buena elección. 


Compartimos un pulpón chingón con salsa de tamarindo, chile, chipotle, cebolla enchilada y guacamole. España y México de la mano en un sabroso resultado. 


Como plato fuera de carta, un pescado, un rubial, del que desconocíamos su existencia, pero que resultó rico, con una buena salsa, de esas de "toma pan y moja". 


Taco de gochín astur celta, sablé de frutas, brotes tiernos y maracuyá. Buena combinación de sabores, una carne de cerdo super tierna, aunque ciertamente para cenar es un plato contundente, por lo menos para ya estos maduros estómagos. 


El postre también lo compartimos, pedimos algo suave, y creo que era piña con crema, que estuvo bueno, pero lo que nos encantó fue el continente, donde estaba servido. 


La cena del segundo día comienza con el mencionado aperitivo de crema de coliflor tostada


Compartimos unas vieiras asadas con coliflor al curry, trufa negra y espárragos verdes. Muy ricas las vieiras. 


Acompañamos la cena con un vino ecológico, Canforrales, de uvas syrah y tempranillo, de una bodega de Cuenca. El resultado no fue satisfactorio del todo, pero de todo hay que probar. 


Flauta de gochín asturcelta, queso ahumado de Pría y crema de guacamole. Seguimos con el toque mexicano. Impresionante la flauta. 


Merluza de pincho del Cantábrico con verduras, y una salsa muy parecida, si no era la misma, que acompañó al rubial la noche anterior. Si el pescado estaba rico, lo de las verduras era un escándalo, tanto por sabor como por punto de cocción. 


De postre compartimos una tarta fina de hojaldre con helado de vainilla Burbon. ¡Qué rica!


Vamos con la tercera noche, que acompañamos con un vino ya conocido y que nos gusta mucho, Summa Varietalis, de las bodegas Marqués de Griñón. 


De nuevo de aperitivo, crema de coliflor, pero además nos sorprenden con unas ricas croquetas caseras de jamón ibérico. En esta noche no compartimos ningún plato y directamente pasamos a los platos principales.

Hamburguesa de buey con tomate ecológico, rúcula, parmesano y cebolla roja. Esto no es fast food


Taco de pixín al horno con guiso meloso de sus callos y setas de temporada. Si estás en Asturias, tienes que comer pixín sí o sí; es decir, rape. 


El plato para compartir lo sustituimos por el postre, un surtido de quesos asturianos: de Pría, Sia (creo que la nota que tomé está equivocada -el corrector que corrige todo si no te das cuenta y luego no sabes que has escrito- porque no encuentro un queso con este nombre), Gamoneu, Casin y por supuesto para terminar, el maravilloso de Cabrales. 


La cuarta noche vuelve a comenzar con el aperitivo de la crema de coliflor tostada, y ya nos parece algo cansina. Y otra vez tenemos una croqueta, parece que estamos entrando en bucle gastronómico en el aperitivo.

Volvemos a no compartir ningún plato, la comida ha sido opípara, en el restaurante Güeyu Mar, y sería un exceso innecesario. Y como la noche anterior yo no bebí mucho vino, nos guardaron lo que había quedado del Summa Varietalis.

La que no había probado la merluza de pincho del Cantábrico con verduras, hoy lo hace.

Como pescado fuera de carta, rodaballo con la salsa rica.


Como pescado fuera de carta, rodaballo con la salsa rica.  


La quinta noche comenzó con el deja vu del aperitivo de crema de coliflor tostada (pero ¿es que tienen millones de litros de ella?; nos tenían que haber dado unas cartulinas para ir puntuando la crema todos los días, porque si bien era la misma tenía sus matices diferenciadores). Y como la comida ha sido todavía más contundente que la del día anterior, en el restaurante La Huertona, lo de cenar fue por si acaso luego la noche se hacía larga, así que fue más bien un pequeño aperitivo a compartir.

Plato de verduras del huerto, vapor y plancha con láminas de parmesano y avellanas. De verdad que las verduras estaban espectaculares. Y repetimos el plato de vieiras. 
 


La noche del 30 yo la paso fatal, no sé si sería un corte de digestión, una gastroenteritis, un amago de resfriado… el caso es que los planes ligeros del día 31 se suspenden, yo necesito descanso, y mi marido bajo solo a comer mientras yo comía en la habitación un plato de arroz blanco con jamón de york. Ya veremos cómo van las cosas para la cena de Fin de Año. Él disfruta de un buen corte de carne roja de vaca asturiana, con gratén de patata y pimientos asados y le obsequiaron con un par de croquetas.

En general ha sido una buena gastronomía la que nos hemos encontrado en Puebloastur, aunque también he echado en falta una carta menos elaborada, más para picotear y compartir, que creo que el restaurante Halcón es el que está dedicado a este menester, pero lo tenían cerrado. También es cierto que podíamos haber hecho peticiones fuera de carta por si había posibilidad de que las sirvieran, pero no lo hicimos.  

Nada que objetar a la calidad de los pescados, siempre excepcionales, algún punto de cocción llegó algo -no mucho- pasado pero nada como para que perdiera textura y sabor, y nada que objetar a sus salsas de acompañamiento, muy sabrosas, pero cierto es que esta era repetitiva, un poco más de variedad no hubiera venido mal; aunque culpa nuestra por no haber pedido el pescado sencillamente a la plancha.