27 de diciembre de 2017

España - Asturias - Ribadesella - Restaurante La Huertona - El Carmen


De la huerta, la tierra y del mar

En Lastres hacemos una reserva para comer en el restaurante La Huertona, situado en los alrededores de Ribadesella, a unos 2 km hacia el interior, aunque no teníamos mucha confianza en encontrar mesa haciendo esta acción tan tardía, pero la fortuna quiso volver a sonreírnos, como nos había pasado en el restaurante Güeyu Mar, y por eso nuestra visita por Lastres ha sido tan corta y rápida, todo en beneficio de nuestros paladares y estómagos. 


En el exterior hay una agradable terraza, para los días no tan fríos, y eso que el sol ayuda a calentar algo el cuerpo, el tiempo está resultado espléndido. 


Nos dan una mesa amplia, para cuatro comensales, pero solo seremos nosotros dos. 


Un pan asturiano de masa madre y unos bastones, comenzamos bien. 


Como hay que conducir solo pedimos unas copas de vino, un Rioja Medrazo Irazu -yo me solidarizo y no bebo más-. De nuevo nos lo ponen fácil, hay un menú de degustación, por el que optamos, ya que leyendo la carta apetecía probar muchos de los platos, y este es un modo de hacerlo.

Comenzamos con una buena selección de aperitivos. Una cuchara con un rico tartar de salmón y un bocado de una ensaladilla con bogavante


Un espectacular paté de queso y anchoa, que daban ganas de apurarlo hasta con el dedo, aunque es preferible el uso del pan para este menester, queda más elegante. 


Y finalmente, que a lo mejor tenía que ser al principio por aquello de entonar el cuerpo, un sabroso caldo de rape


La siguiente tanda, también de entrantes comienza con una sardina ahumada con mezclas de frutas, que le aportan un toque refrescante al pescado. 


Un salpicón de langosta, con mucha langosta, no hay que esforzarse en encontrarla, son unos buenos trozos. 


Croqueta de manzana con foie, el foie por mí se lo pueden evitar y darme doble ración de croqueta, aunque por supuesto a mi compañero de mesa le encantan los dos. 


Un motivo más para haber elegido el menú degustación es la inclusión en él de una fabada asturiana, que era nuestro objetivo de hoy, y de carambola vamos a tenerla, ¡y qué rica! (creo que si no hubiera estado incluido la hubiéramos encargado nosotros en un ataque de pecado de gula total). 


Huevo con angulas al ajillo, y sí, son angulas y no las gulas que solemos comer en casa. ¡Estamos de fiesta!, ¡qué buenas!


Toca el turno del pescado, un rico mero a la plancha; el mero junto al rodaballo son de mis peces favoritos para hacerlos a la plancha, y aquí lo tengo, en mi plato. 


En el turno de carne, un entrecot al punto, jugoso y tierno. Así es imposible quedarse con hambre (aunque la ración sea para compartir).


Una ronda bien surtida y completa de postres. Más de uno se ha relamido con esta foto. 
 


No puede faltar el arroz con leche


Flan de queso, suave y bamboleante. 


Tarta de queso deconstruida con arándanos (Asturias es tierra de buenos quesos). 


Zumo de naranja con frutas y helado de vainilla


Sorbete de mandarina en baño de chocolate amargo, de nuevo ese dedo quiere apurar el plato. 


Hacemos un poco de sobremesa y digestión con un café. 


La comida ha sido espectacular, muy rica, variada y contundente, porque si bien las raciones no son especialmente grandes, tampoco son nada pequeñas, y con tanta cantidad es mejor así, un sabor en cada cucharada o pincho de tenedor. 

Desde los alrededores del restaurante se tienen buenas y bonitas vistas. 




Emprendemos la vuelta al hotel, Puebloastur, donde hoy no tenemos intención de hacer uso del spa, pero en el viaje paramos en la localidad de El Carmen, donde nos llama la atención el edificio de las Escuelas Públicas Municipales, de 1900, con entradas separada para niños y niñas, una a cada lado. 



Y la coqueta ermita de Nuestra Señora del Carmen.